Santa Verónica

miércoles, 12 de julio de 2017
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MADRID JMJ 053

Hoy 12 de julio celebramos el día de Santa Verónica. Fue la mujer que tuvo un gesto misericordioso con Cristo durante su camino al Monte Calvario al enjugar su rostro lleno de sangre y sudor con un velo que pasó a la historia como reliquia por llevar impreso las facciones del Mesías.

Este velo, lienzo o paño es conocido mundialmente como “Santa Faz” o “Velo de la Verónica” y es una de las reliquias más importantes del cristianismo puesto que se considera como una verdadera imagen de Cristo.

El nombre Verónica apareció por primera vez en el documento apócrifo “Las Actas de Pilatos” y procede del latín “vera icon (o verdadero ícono)”, siendo la imagen o reliquia de este tipo más antigua y conocida. Otra reliquia importante similar a esta es la Sábana Santa de Turín.

Una mujer piadosa

Según la tradición, Santa Verónica fue una mujer piadosa que vivió en Jerusalén y que tras la Pasión del Señor se dirigió a Roma llevando consigo el velo, que posteriormente fue expuesto para la veneración pública. Su acto ejemplar se recuerda hoy en la sexta estación del Vía Crucis.

En Francia se casa con Zacheus, el converto del Evangelio, quien le acompaña a Roma, y luego a Quiercy. Allí, su esposo llega a ser un hermitaño, con el nombre de Amadour, en la región llamada Rocamadour. Mientras tanto, Verónica se une a Marcial, a quien asiste en sus prédicas apostólicas.

En la región de Bordeaux, Verónica, poco después de la Ascensión de Cristo, llega a Soulac, en la garganta del Gironde, llevando con ella reliquias de la Santísima Virgen. Allí ella predica, muere, y es sepulatada en la tumba que fue largamente venerada en Soulac, o en la Iglesia de San Seurin de Bordeaux.

Una de las varias tradiciones explica que Santa Verónica llegó a Italia ante el emperador romano Tiberio, y lo curó tras hacerle tocar esta sagrada imagen. A partir de este evento, permaneció en la capital del imperio en la misma época que los apóstoles San Pedro y San Pablo. Al morir, dejó la imagen al Papa Clemente I.

Con motivo del primer año santo de la historia, en el 1300, el Velo de la Verónica se convirtió en una de las “Mirabilia urbis” (maravillas de la ciudad de Roma) para los peregrinos que visitaron la Basílica de San Pedro en el Vaticano.

Las huellas del Velo de la Verónica se perdieron en los años sucesivos al Año Santo 1600, hasta que fue hallado en la Iglesia de la Santa Faz de Manopello. El Papa Benedicto XVI fue el primer pontífice en visitarlo en septiembre de 2006.