1 de cada 10 personas viven en asentamientos informales en Argentina según Techo

miércoles, 2 de noviembre de 2016
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villa

02/11/2016 – La ONG Techo que promueve el acceso a la vivienda digna presentó ayer un estudio que habla de la pobreza estructural de los argentinos. Aseguran que 3 millones de argentinos viven en villas de emergencia o asentamientos precarios en los que se vive sin servicios básicos, una tendencia creciente en los últimos 25 años.

Juan Debandi, de Techo, contó en Radio María que “son datos que causan preocupación. Hablamos de familias que viven en asentamientos”. Por dar una cifra en Córdoba se trata de casi 86 mil personas que viven en asentamientos lo que supone 86 mil personas con sus historias. “Con el relevamiento tratamos de mostrar la realidad en la que viven miles de personas que no tienen acceso regular a los servicios” continuó diciendo Juan, el Director de Formación y Voluntariado de Techo en Córdoba.

“Trabajamos en 11 territorios de Argentina, donde se asienta el 67% de la población del país. Tenemos números relevados. Encontramos que hay 650.700 familias aproximadamente. Es un número realmente fuerte porque se traduce en casi 3 millones de personas que viven en éstos asentamientos. 1 de cada 10 personas viven en asentamientos en la Argentina” contó. 

En la provincia de Buenos Aires, según el estudio de Techo, viven más de la mitad de las personas que habitan asentamientos informales o villas. Allí se contabilizaron 397.705 familias; le sigue la Capital Federal, con 82.585; Rosario, con 49.475, y Misiones, con 21.700.

Para hacer el estudio, primero debieron acordar a qué considerarían un asentamiento informal. “Consideramos “asentamiento informal” a un conjunto mínimo de 8 familias que habitan el territorio de manera contigua, no tienen título de propiedad y además no acceden de manera regular a 2 de 3 servicios básicos (energía eléctrica, conexión al agua corriente y conexión a la red cloacal).

Además, Juan Debandi resaltó que éstos indicadores se van entrelazando entre sí generando espacios realmente peligrosos para vivir. Las familias que aquí residen “no pueden acceder regularmente a infraestructura de ciudad, osea al alumbrado público, a calles o veredas o a desagües generando inundaciones en tiempo de lluvias que sumado a las condiciones precarias de electricidad generan campos peligrosos, más que las paradas de colectivos son lejanas y lo mismo las escuelas”.