El arte de celebrar

jueves, 29 de mayo de 2014
image_pdfimage_print

29/05/2014 – En el último programa del ciclo "Hablemos de Liturgia" de este año, el P. Mario Sánchez con la colaboración de la Comisión de Liturgia de la Arquidiocesis de Córdoba, nos invita a profundizar en el "Arte de celebrar". Entenderemos a la liturgia con todo el contenido de signos, gestos y símbolos junto a la capacidad lúdica que tenemos los seres humanos de vivir y celebrar el culto a Dios.

¿Qué tener en cuenta en nuestros encuentros litúrgicos? ¿Cómo celebramos? ¿qué espacio ocupan los silencios, la asamblea, los cantos y demás elementos litúrgicos?.

El P. Mario Sanchez, invitó a descubrir que la celebración es un arte, la que se entiende desde el Latín como virtud, disposición o habilidad para hacer algo. Es la arte es la manifestación de la actividad humana en la cual expresamos una visión personal, desinteresada que interpela lo real o imaginado con recursos plásticos, linguísticos y sonoros. El arte sería como el conjunto de reglas necesarias para hacer algo, o la capacidad para hacer algo. Es el arte de quien profundiza una realidad.

"La liturgia como arte es también trabajo, porque es tarea y actividad que hace crecer la fe. No es un arte cualquiera porque tiene esa capacidad de alimentar la vida interior. Podemos llegar casi como a una "teología de la celebración" que implica el encuentro con nuestra piedad. Este entretejido de cosas que hacemos a través del arte litúrgico nos invita a profundizar nuestra piedad" indicó.

En la actualidad el "arte de celebrar" busca la mayor participación completa posible de toda la asamblea. Tiene que obedecer al principio del Concilio Vaticano II : "Los ritos deben resplandecer con noble sencillez; deben ser breves, claros, evitando las repeticiones inútiles, adaptados a la capacidad de los fieles y, en general, no deben tener necesidad de muchas explicaciones" (34). Allí el P. Mario aclaró que  "la noble sencillez, a veces es difícil de interpretar, sería como una síntesis entre nuestra más profunda vida interior y lo que sale hacia la mirada. Por eso la simplicidad de la que habla el Concilio es una conquista, con sencillez pero no por eso menos profunda o menos decorosa". También dijo que "todos tenemos el arte de celebrar incorporado en el corazón porque todos anhelamos dar culto a Dios".