“Seamos luces de esperanza. El cristiano no puede ser pesimista”, dijo el Papa en Aparecida

miércoles, 24 de julio de 2013
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Ante una multitud que colmó el Santuario de Nuestra Señora de Aparecida, Patrona de Brasil, el Papa Francisco mandó un fuerte mensaje para los jóvenes, a quienes calificó como "motores potentes para la Iglesia y la sociedad", durante su primera misa en latinoamérica.

Durante su homilía, Francisco pidió transmitir a los jóvenes valores que "no son materiales" y que los hagan "artífices de un mundo más justo, solidario y fraterno". En ese sentido, el Papa advirtió sobre "los ídolos pasajeros" como el dinero y el poder que se presentan en la sociedad: "Hoy en día, todos un poco, y también nuestros jóvenes, sienten la sugestión de tantos ídolos que se ponen en el lugar de Dios y parecen dar esperanza: el dinero, el éxito, el poder, el placer", dijo. Y agregó: "Con frecuencia se abre camino en el corazón de muchos una sensación de soledad y vacío, y lleva a la búsqueda de compensaciones, de estos ídolos pasajeros".

 

Francisco centró su homilía en tres puntos centrales: "conservar la esperanza", "dejarse sorprender por Dios" y "vivir con alegría". Luego, Francisco exhortó a los fieles a no perder la esperanza y afirmó que aunque el "diablo, el mal, existe, no es el más fuerte, el más fuerte es Dios". También pidió a los católicos "ser alegres, nunca tristes". "El cristiano no puede ser pesimista. No tiene el aspecto de quien parece estar de luto perpetuo", apuntó.

Luego de la misa, el Papa salió de la basílica para saludar a los fieles. "Les pido que recen por mí", exclamó, tras anunciar que volverá al santuario de Aparecida en 2017, año en el que se cumple el 300 aniversario de la aparición de la Patrona de Brasil. La secuencia de este momento fue así. Pidió un micrófono, y sin soltar la imagen de la Virgen de Apareida que le habían regalado, e improvisando en castellano, anunció que regresará al santuario en 2017. Y entonces estalló el público en una estruendosa ovación, que pudo a la lluvia y a las prisas de los organizadores.

Pero Francisco no tenía prisa. "Ahora me voy a dar cuenta si me entienden lo que les digo: les hago una pregunta. Una madre, ¿se olvida de sus hijos?". “¡No!”, fue la atronadora respuesta de los jóvenes. El Papa sonrió, y continuó diciendo: "Ella no se olvida de nosotros. Ella nos quiere y nos cuida. Y ahora le vamos a pedir la bendición". Y en ese momento, Bergoglio agarró la Virgen y la mostró al frente, a izquierda y derecha, proclamando "la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y del Espíritu Santo, descienda sobre ustedes".

Casi se iba a ir, pero se detuvo. Y soltó el bombazo: "Les pido un favor: recen por mi, recen por mí. Lo necesito. Que Dios los bendiga, que Nuestra Señora de Aparecida les reciba, ¡y hasta 2017, que voy a volver!. Adiós". Y se fue, en mitad de la ovación, que parecía que no iba a terminar.