Una multitud rezó el Angelus con el Papa Francisco

domingo, 17 de marzo de 2013
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Con un interminable aplauso la Plaza de San Pedro recibió a un sonriente Papa Francisco quien comenzó con un natural "Hermanas y hermanos, ¡buen día!". Los fieles esperaban expectantes en la plaza con banderas de todas las nacionalidades, carteles de adhesión al nuevo Papa, cantos y bailes espontáneas.

El papa subrayó la misericordia de Dios, destacó la "paciencia" de Dios con los hombres y afirmó que "un poco de misericordia cambia el mundo, lo hace menos frío y más justo".

"En este quinto domingo de cuaresma el evangelio nos presenta el episodio de la mujer adúltera que Jesús salva de la condena a muerte. Nos llama la atención lo que Jesús hace, no sentimos palabras de desprecio ni palabras de condena, solamente palabras de amor y de misericordia que invitan a la conversión. Hermanos y hermanos, el rostro de Dios es el de un Padre misericordioso que siempre tiene paciencia. ¿Habías pensado en la paciencia de Dios, la paciencia que tiene con cada uno de nosotros?. Esa es su misericordia, siempre con paciencia. Paciencia con las que nos atiende y nos escucha, Él no se cansa de perdonar…. (…) Grande es la misericordia del Señor".

Más adelante continuó:

"En estos días he podido leer un libro de un cardenal, Cardenal Kasper, un buen teólogo, sobre la misericordia, y me ha hecho tanto bien el libro… No piensen que hago publicidad a libros de mis cardenales…  Me ha hecho tanto bien. Él ha dicho que la palabra misericordia cambia todo, es lo mejor que nosotros podemos escuchar. Un poco de misericordia hace el mundo menos frío y más justo "

El Papa Francisco también contó una historia de su Buenos Aires natal en una ocasión en que se encontraba confesando en una peregrinación a la Virgen de Lourdes. Una señora mayor muy humilde, quería confesarse, a lo que el entonces Mons. Bergoglio contestó que no tenía pecado, pero ella comentó que todos tenían pecado pero que Dios perdonaba todo. "¿Pero cómo lo sabe?", pregunté. Y ella me contestó: Si el señor no perdonase todo, el mundo no existiría" "¿Pero oiga señora, usted fue a la universidad gregoriana?" bromeó Francisco.

"No olvidemos esta palabra, Dios no se cansa nunca de perdonarnos, nunca, el problema es que nosotros nos cansamos de pedir perdón. (…) No nos cansemos nunca de pedir perdón, Él es el Padre amoroso que nos ama y siempre nos perdona, que tiene ese corazón de misericordia por todos nosotros. Y también nosotros aprendemos a ser misericordiosos con todos”.

Luego invitó a rezar el Ángelus con la intercesión de María "que ha tenido en sus brazos la misericordia de Dios hecha hombre". Tras la bendición agradeció la presencia de todos los peregrinos y de quienes se unieron a través de los medios de comunicación.

El Papa explicó brevemente el sentido de su nombre Francisco, y antes de despedirse nuevamente afirmó: "Que el Señor los bendiga, que la Virgen los custodie. Y no olvides esto, el Señor no se cansa nunca de perdonar. Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón". Una ovación acompañaron sus últimas palabras "Buen domingo, buen almuerzo".