Nuestra Señora de Fátima

viernes, 12 de mayo de 2017
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Cada 13 de mayo celebramos la fiesta de la Virgen de Fátima, cuya aparición fue aprobada por la Santa Sede en el siglo XX, particularmente por el tercer secreto que María reveló a los tres pastorcitos en la Cova da Iria (Portugal) y fue transcrito por Sor Lucía el 3 de enero de 1944.

La Virgen María apareció 6 veces en Fátima. Eran tiempos de la Primera Guerra Mundial y la pastorcita Lucía dos Santos dijo haber experimentado las visitas sobrenaturales de la Virgen María en 1915, dos años antes de las famosas apariciones. En 1917, ella y dos de sus primos, Francisco y Jacinta Marto, estaban trabajando como pastores en los rebaños de sus familias en un pequeño pueblo de Fátima llamado Cova de Iría. El 13 de mayo de aquel año, los tres niños vieron una aparición de la Virgen María que les dijo, entre otras cosas, que regresaría durante los próximos seis meses todos los días 13 a la misma hora.

María también reveló a los niños, en la segunda aparición, que Francisco y Jacinta morirían pronto y que Lucía sobreviviría para dar testimonio de las apariciones.

En la tercera aparición de la Virgen, el 13 de julio, a Lucía se le devela el secreto de Fátima. Según los informes, se puso pálida y gritó de miedo llamando a la Virgen por su nombre. Hubo un trueno, y la visión terminó. Los niños volvieron a ver a la Virgen el 13 de septiembre.

En la sexta y última aparición, el 13 de octubre, ante miles de peregrinos que llegaron a Fátima (Portugal), se produjo el denominado “Milagro del sol”, en el que, luego de la aparición de la Virgen María a los pastorcitos Jacinta, Francisco y Lucía, se pudo ver al sol temblar, en una especie de “danza”, según relataron los que estaban ahí.

Una pandemia de gripe española barrió Europa en 1918 y mató cerca de 20 millones de personas. Entre ellos se encontraban Francisco y Jacinta, que contrajeron la enfermedad en 1918 y fallecieron en 1919 y 1920 respectivamente. Por su parte, Lucía entró en el convento de las Hermanas Doroteas.

El 13 de junio de 1929, en la capilla del convento en Tuy en España, Lucía tuvo otra experiencia mística en la que vio a la Santísima Trinidad y a la Virgen María. Esta última les dijo: “Ha llegado el momento en que Dios le pide al Santo Padre, en unión con todos los obispos del mundo, hacer la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, prometiendo salvarla por este medio” (S. Zimdars-Schwartz, Encuentro con María, 197).

El 13 de octubre de 1930, el Obispo de Leiria (ahora Leiria-Fátima) proclamó las apariciones de Fátima como auténticas.

Sor Lucía escribió el secreto de Fátima 18 años después de las apariciones: Entre 1935 y 1941, bajo las órdenes de sus superiores, Sor Lucía escribió cuatro memorias de los acontecimientos de Fátima.

En la tercera memoria -publicada en 1941- escribió las dos primeras partes del secreto y explicó que había una tercera parte que el cielo aún no le permitía revelar.

En la cuarta memoria añadió una frase al final de la segunda parte del secreto: “En Portugal, se conservará siempre el dogma de la fe, etc”. Esta frase fue la base de mucha especulación, se dijo que la tercera parte del secreto se refería a una gran apostasía. Tras la publicación de la tercera y cuarta memoria, el mundo puso atención en el secreto de Fátima y las tres partes del mensaje, incluyendo la petición de la Virgen para que Rusia se consagre a su Inmaculado Corazón a través del Papa y los obispos del mundo.

El 31 de octubre de 1942 Pío XII consagró no sólo Rusia, sino a todo el mundo al Inmaculado Corazón de María. Lo que faltó, sin embargo, fue la participación de los obispos del mundo.

En 1943, el Obispo de Leiria ordenó a Sor Lucía poner el tercer secreto de Fátima por escrito, pero ella no se sentía en libertad de hacerlo hasta 1944. Fue puesto en un sobre lacrado en el que Sor Lucía escribió que no debía abrirse hasta 1960.

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La tercera parte del secreto de Fátima fue leída por varios Papas. El secreto se mantuvo con el Obispo de Leiria hasta 1957, cuando fue solicitado (junto con copias de otros escritos de la Hermana Lucía) por la Congregación para la Doctrina de la Fe. Según el Cardenal Tarcisio Bertone, el secreto fue leído por Juan XXIII y Pablo VI.

“Juan Pablo II, por su parte, pidió el sobre que contiene la tercera parte del ‘secreto’ tras el intento de asesinato que sufrió el 13 de mayo 1981”. Después de leer el secreto, el Santo Padre se dio cuenta de la conexión entre el intento de asesinato y Fátima: “fue la mano de una madre que guió la trayectoria de la bala”, detalló. Fue este Papa quien decidió publicarlo en el año 2000.

Las claves del secreto: arrepentimiento y conversión

El entonces Cardenal Joseph Ratzinger (Papa Emérito Benedicto XVI), Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, señaló que la clave de la aparición de Fátima es su llamado al arrepentimiento y a la conversión. (Comentario Teológico) Las tres partes del secreto sirven para motivar al individuo al arrepentimiento y lo hacen de una manera contundente.

La primera parte del secreto -la visión del infierno- es para muchos la más importante, porque revela a los individuos las trágicas consecuencias de la falta de arrepentimiento y lo que les espera en el mundo invisible si no se convierten.

En la segunda parte María dice: “Usted ha visto el infierno donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón”.

Después de explicar la visión del infierno, María habló de una guerra que “iniciará durante el pontificado de Pío XI.”

Esta última fue la Segunda Guerra Mundial, que fue ocasionada, según las consideraciones de Sor Lucía, por la anexión de Austria a Alemania durante el pontificado de Pío XI (J. de Marchi, Temoignages sur les apparitions de Fatima, 346).

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Primera aparición de la Virgen en Fátima

Compartimos la primera aparición de la Virgen a los pastorcitos en palabras de Sor Lucía: “Estando jugando con Jacinta y Francisco en lo alto, junto a Cova de Iría, haciendo una pared de piedras alrededor de una mata de retamas, de repente vimos una luz como de un relámpago. -Está relampagueando- dije. Puede venir una tormenta. Es mejor que nos vayamos a casa. -¡Oh si esta bien! contestaron mis primos.”

Deciden comenzar a bajar el cerro llevando las ovejas hacia el camino. En la mitad de la pendiente, “cerca de una encina, que aun existe, vimos otro relámpago, y habiendo dado algunos pasos mas vimos sobre la encina una Señora vestida de blanco, mas brillante que el sol, esparciendo luz mas clara e intensa que un vaso de cristal lleno de agua cristalina atravesado por los rayos mas ardientes del sol. Estábamos tan cerca que quedamos dentro de la luz que Ella irradiaba. Entonces la Señora nos dijo: -‘No tengáis miedo. No les haré daño.’ -Yo le pregunte: ¿De dónde es usted? -‘Soy del Cielo.’

-¿Qué es lo que usted me quiere? -‘He venido para pedirles que vengan aquí seis meses seguidos el día 13 a esta misma hora. Después diré quien soy y lo que quiero. Volveré una séptima vez.’

-Pregunté entonces: ¿Yo iré al cielo? -‘Si iras’ -¿Y Jacinta? -‘ira también’ -¿Y Francisco? -‘También ira, pero tiene que rezar antes muchos rosarios’.

Entonces me acordé de dos amigas de mi hermana que habían muerto hacia poco. -¿Está María de las Nieves en el cielo? -‘Sí, está’ -¿y Amelia? de 18 ó 20 años -‘estará en el purgatorio hasta el fin del mundo’.

Y entonces dijo:-‘Quieren ofrecerle a Dios para soportar todos los sufrimientos que El quisiera enviarles como reparación de los pecados con que El es ofendido y de suplica por la conversión de los pecadores?’ -Si queremos. -‘Tendran, pues, mucho que sufrir, pero la gracia de Dios los fortalecerá’.

Diciendo esto la Virgen abrió sus manos por primera vez, comunicándonos una luz muy intensa que parecía fluir de sus manos y penetraba en lo más intimo de nuestro pecho y de nuestros corazones, haciéndonos ver a nosotros mismos en Dios, mas claramente de lo que nos vemos en el mejor de los espejos. Entonces, por un impulso interior que nos fue comunicado también, caímos de rodillas, repitiendo humildemente:  -Santísima Trinidad, yo te adoro. Dios mío, Dios mío, yo te amo en el Santísimo Sacramento. Después de pasados unos momentos Nuestra Señora agregó: -‘Recen el rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra’. Acto seguido comenzó a elevarse serenamente, mientras la luz que la circundaba parecía abrirle el camino.”

Fuente: Aciprensa