El bien se hace en silencio

jueves, 19 de febrero de 2015
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Papa Francisco cenizas

19/02/2015 – En referencia con la exhortación de Jesús: “Conviértete y cree en el Evangelio”, el Papa Francisco ha dicho: “¡Cuán importante es escuchar y acoger este recordatorio en nuestro tiempo!” durante la misa de miércoles de ceniza precedida este 18 de febrero en la Basílica de Santa Sabina en el Aventino en Roma.

“El profeta se detiene sobre todo en la oración de los sacerdotes, observando que esta unida a las lágrimas”. Luego al margen del texto, Francisco dijo, “nos hará bien -a todos, pero especialmente a nosotros, sacerdotes- al inicio de esta Cuaresma pedir el don de las lágrimas”.

“Nos hará bien pedir, al inicio de esta cuaresma, el don de las lagrimas, así de volver nuestra oración y nuestro camino de conversión siempre cada vez más autentico y sin hipocresía”.

Explicando el rito de la imposición de las cenizas que se realiza en la misa del miércoles que abre la cuaresma, el Pontífice indicó que es un llamado a los fieles a buscar la verdad de la existencia. “Somos criaturas limitadas, pecadores que necesitan siempre de penitencia y de convertirse”.

Oración, conversión y acción

Entonces, la invitación a la conversión es “un empujón a regresar entre los brazos de Dios, Padre, tierno y misericordioso como hizo el hijo de la parábola que confió en Él”.

 La indiferencia hacía Dios y hacía el prójimo es una tentación para los creyentes. El Pontífice invitó a los fieles de unirse en oración para hacer vencer el bien sobre las tentaciones. “Por favor detengámonos y recojámonos en Dios”.

En su homilía explicó la liturgia del miércoles de Ceniza que nos ofrece el primer paso del profeta Joel, enviado por Dios para llamar a la gente al arrepentimiento y a la conversión.

El profeta insiste en la conversión interior: “Volved a mí de todo corazón” (2:12). Regreso al Señor “con todo tu corazón” significa tomar el camino de la conversión que no es superficial y transitoria, sino un viaje espiritual que abarca lo más íntimo de nuestra persona. El corazón, de hecho, es el asiento de nuestras emociones, el centro en el cual se devengan nuestras decisiones, nuestras actitudes”.

Italy Pope Ash Wednesday

El bien se hace en silencio

“Y este es el mensaje del Evangelio de hoy. En el pasaje de Mateo, Jesús vuelve a leer las tres obras de piedad previstas por la ley mosaica: la limosna, la oración y el ayuno. Con el tiempo, estas disposiciones habían sido menospreciadas por la roya del formalismo externo, o incluso le habían cambiado en un signo de superioridad social”.

“Jesús pone de relieve una tentación común en estas tres obras, que se pueden resumir en hipocresía (la cita tres veces): “Tenga cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres, para ser vistos por ellos … Cuando des limosna no hagas tocar trompetas delante de ti, como hacen los hipócritas … Cuando ores, no seas como los hipócritas, que gustan de orar en pie …, para ser vistos por la gente. … Cuando ayunen, no pongan cara de tristeza, como los hipócritas “(Mt 6,1.2.5.16).”, comentó Francisco.

Sucesivamente, advirtió Jesús nos invita a hacer el bien sin ninguna ostentación, y confiar sólo en la recompensa del Padre “que ve en lo secreto” (Mt 6,4.6.18).

Perdón y misericordia, indicó el Obispo de Roma, nunca nos faltarán por parte del Señor, quien ofrece siempre su perdón y “nos invita a volver a Él con un corazón nuevo, purificado del mal, para tomar parte en su gozo”.

Así, recuerda la enseñanza de San Paolo sobre la reconciliación “entre nosotros y Dios” que es posible “gracias a la misericordia del Padre que, por amor a nosotros, él no dudó en sacrificar a su único Hijo”.

De hecho, “el Cristo, que era justo y sin pecado fue hecho pecado por nosotros (v. 21) cuando se cargó en la cruz nuestros pecados, y así redimió nuestros pecados ante Dios. “En él”, podemos llegar a ser justos, en él podemos cambiar, si aceptamos la gracia de Dios.

Antes de la oración y la imposición de las cenizas presididas por el Papa Francisco, ha tenido lugar la procesión penitencial desde el Vaticano hasta la Basílica de Santa Sabina en el Aventino. En la procesión han participado cardenales, arzobispos, obispos y los Padres Dominicos de Santa Sabina y algunos fieles.