El Papa llamó hipócritas a los que se fijan en la ley y olvidan el amor

viernes, 31 de octubre de 2014
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31/10/2011 – “Cristianos tan apegados a la ley, que descuidan la justicia, y cristianos unidos al amor, que dan pleno cumplimiento a la ley”, afirmó el Papa Francisco en la misa celebrada en la capilla de la Casa Santa Marta. En el Evangelio del día, Jesús pregunta a los fariseos si es lícito o no sanar en sábado, pero no responden. Él, entonces, toma de la mano a un enfermo y lo sana. Los fariseos –ha explicado el Pontífice– confrontados con la verdad, callaban, “pero luego chismorreaban por detrás… y trataban de hacerle caer”. Jesús reprende a esta gente que “estaba tan apegada a la ley, que se había olvidado de la justicia” e incluso negaba la ayuda a los padres ancianos con el pretexto de haber regalado todo al Templo. Pero “¿quién es más importante?” –ha preguntado el Santo Padre– ¿El cuarto mandamiento o el Templo?”.

“Esta forma de vivir apegados a la ley, les alejaba del amor y de la justicia. Cuidaban la ley, descuidaban la justicia. Cuidaban la ley, descuidaban el amor. Eran modelos: eran los modelos. Y Jesús para estas personas sólo encuentra una palabra: hipócritas. Por un lado, vas por todo el mundo buscando partidarios, pero cierran las puertas a los demás. Hombres de la cerrazón, hombres tan apegados a la ley, a la letra de la ley, no a la ley, porque la ley es amor; sino a la letra de la ley, que siempre cerraban las puertas de la esperanza, del amor, de la salvación… Hombres que sólo sabían cerrar”.

“El camino para ser fieles a la ley, sin descuidar la justicia, sin descuidar el amor” –ha proseguido el Papa citando la Carta de san Pablo a los Filipenses– “es el camino contrario: desde el amor a la integridad; desde el amor al discernimiento; desde el amor a la ley”:

“Este es el camino que nos enseña Jesús, totalmente opuesto al de los doctores de la ley. Y este camino del amor a la justicia, lleva a Dios. En cambio, el otro camino, el de estar apegados únicamente a la ley, a la letra de la ley, lleva al cierre, lleva al egoísmo. El camino que va desde el amor al conocimiento y al discernimiento, al cumplimiento pleno, conduce a la santidad, a la salvación, al encuentro con Jesús. Mientras que, este otro camino lleva al egoísmo, a la soberbia de sentirse justos, a esta santidad entre comillas de las apariencias, ¿no? Jesús le dice a esta gente: ‘Pero, os gusta mostraros a la gente como hombres de oración, de ayuno…’: mostrarse, ¿no? Y por eso Jesús dice a la gente: ‘Pero, haced lo que dicen, pero no lo que hacen”.

Estos –ha observado el Santo Padre– “son los dos caminos y hay pequeños gestos de Jesús que nos hacen entender este camino del amor al conocimiento pleno y al discernimiento”. Jesús nos lleva de la mano y nos sana”.

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“Jesús se acerca: la cercanía es precisamente la prueba de que vamos por el camino verdadero. Porque es precisamente el camino que Dios ha elegido para salvarnos: la cercanía. Se acercó a nosotros, se hizo hombre. La carne: la carne de Dios es el signo; la carne de Dios es el signo de la verdadera justicia. Dios se hizo hombre como uno de nosotros, y nosotros tenemos que hacernos como los demás, como los necesitados, como aquellos que necesitan de nuestra ayuda”.

“La carne de Jesús” –ha afirmado el Papa– “es el puente que nos acerca más a Dios… no es la letra de la ley: ¡no! En la carne de Cristo, la ley cuenta con la plena realización” y “es una carne que sabe sufrir, que ha dado su vida por nosotros”. “Que estos ejemplos, este ejemplo de la cercanía de Jesús, desde el amor a la plenitud de la ley –ha concluido Francisco– nos ayuden a no caer jamás en la hipocresía: nunca. Es tan feo, un cristiano hipócrita. Tan feo. ¡Que el Señor nos salve de esto!”.

 

Zenit / Centro Televisivo Vaticano