“La Iglesia reconoce a Jesús en el rostro del prójimo”

viernes, 21 de noviembre de 2014
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21/11/2014 – El Papa Francisco se ha dirigió a los participantes del VII Congreso mundial de la pastoral de la migración, evento organizado por el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes. El congreso en la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma tuvo como tema “Cooperación y desarrollo en la pastoral de las migraciones”, y ha buscado dar “respuestas adecuadas al fenómeno de la migración económica y promover el potencial social que los pueblos en movimiento traen a la Iglesia y a la entera comunidad”.

“La Iglesia además de ser una comunidad de fieles que reconoce a Jesucristo en el rostro del prójimo, es madre sin confines y sin fronteras”. Este fue el pensamiento expuesto por el Santo Padre. Y añadió que la Iglesia: “Es madre de todos y se esfuerza por alimentar la cultura de la acogida y de la solidaridad, en donde nadie es inútil, está fuera de lugar, o es descartable”.

En sus palabras el Papa recordó que a pesar de los hechos registrados “a veces penosos e incluso dramáticos” la emigración “es aún una aspiración a la esperanza. Sobretodo en las áreas deprimidas del planeta, donde la falta de trabajo impide la realización de una existencia digna para los individuos y para sus familias”.

“Este congreso -consideró el Santo Padre- ha puesto en foco las dinámicas de la cooperación y del desarrollo en la pastoral de los migrantes”. Y se ha analizado “los factores que causan las migraciones, en particular las desigualdades, la pobreza, el incremento demográfico, la creciente necesidad de ocupación en algunos sectores del mercado del trabajo, las calamidades causadas por los cambios climáticos, las guerras y las persecuciones, y el deso de las nuevas generaciones de moverse para buscar nuevas oportunidades.

Recordó que las migraciones de un lado dan ventajas a los países que la acogen, con mano de obra y “no raramente limitando también los vacíos creados por la crisis demográfica”. Por su parte los países desde los cuales parten los emigrantes, “obtienen beneficio de las remesas que cubren la necesidad de las familias que se han quedado en la patria”.

“Los emigrantes, en fin –señala el Santo Padre– pueden realizar el deseo de un futuro mejor para sí y para las propias familias”.

El Papa reconoce entretanto que dichos beneficios son acompañados “también de algunos problemas”, como la fuga de ‘cerebros’ por parte de los países de emigración y la fragilidad de los niños y jóvenes que crecen sin un progenitor o sin ambos, y “el peligro de rotura de los matrimonios debido a la ausencia prolongada”. Y en las naciones que los reciben se ven “las dificultades de inserción en los tejidos urbanos ya problemáticos”.

Al dirigirse a los presentes, el Santo Padre elogió que la reflexión de este congreso se haya “empujado más allá”, para entender “la solicitud de la Iglesia en la relación entre cooperación, desarrollo y migraciones”.

Recordó que la comunidad cristiana se encuentra empeñada en “acoger a los inmigrantes y compartir con ellos el don de Dios” y que “acompañan a los migrantes a lo largo de todo el viaje”, con especial atención “a sus exigencias espirituales a través de la catequesis, la liturgia y la celebración de los sacramentos”.

“Lamentablemente los inmigrantes viven con frecuencia situaciones de desilusión, de necesidad y de soledad” y precisó que ellos se encuentra con frecuencia entre la “erradicación” y la “integración”. Y aquí la Iglesia –dijo– tiene que ser lugar de esperanza, con programas varios, voz en defensa de los derechos de los migrantes, y asistencia también material, sin exclusiones, de manera que cada uno sea tratado como Hijo de Dios.

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Por otra parte, Francisco dijo, durante la homilía de la misa matutina de San Marta, que “la redención de Jesús siempre es gratis, por eso las iglesias no pueden ser nunca casas de negocios”. Tal y como ha explicado el Papa, la liturgia del día propone el Evangelio en el que Jesús expulsa a los mercaderes del Templo, porque han transformado la casa de oración en una cueva de ladrones. Y lo que hace Jesús es un gesto de purificación, “el templo había sido profanado” y con el Templo, “el pueblo de Dios. Profanado con el pecado tan grave que es el escándalo”, ha afirmado el Papa.

Y ha proseguido, “la gente es buena, la gente iba al Templo, no miraba estas cosas; buscaba a Dios, rezaba… pero debía cambiar las monedas para las ofrendas”. El pueblo de Dios no iba al Templo por esta gente, por los que vendían, pero iban al tempo de Dios y allí había corrupción que escandalizaba al pueblo”, ha advertido el Papa. Por eso, ha precisado, “yo pienso en el escándalo que podemos hacer a la gente con nuestra actitud, con nuestras costumbres no sacerdotales en el Templo: el escándalo del comercio, el escándalo de la mundanidad… Cuántas veces vemos que entrando en una iglesia, aún hoy, está ahí la lista de los precios”, para el bautismo, la bendición, las intenciones para la misa”. Y de todo esto el pueblo se escandaliza, ha observado el Pontífice.

A propósito, el Santo Padre ha contado una anécdota de “una vez, apenas ordenado sacerdote, estaba con un grupo de universitarios, y quería casarse una pareja de novios. Habían ido a una parroquia: pero, querían hacerlo con la misa. Y allí, el secretario parroquial dijo: ‘No, no, no se puede’ – ‘¿pero por qué no se puede con la misa? Si el Concilio aconseja hacerlo siempre con la misa…’ -‘No, no se puede porque más de 20 minutos no se puede’ – ‘Pero, ¿por qué?’ – ‘Porque hay otros turnos’ – ‘¡Pero, nosotros queremos la misa!’ – ‘Pues paguen dos turnos’ Y para casarse con la misa tuvieron que pagar dos turnos. Esto es pecado de escándalo”.

Zenit / Rome Reports