Acortar distancias y estrechar puentes de perdón

miércoles, 13 de agosto de 2014
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Abrazo5

13/08/2014 – En la Catequesis de hoy el Padre Javier Soteras reflexionó en torno a la corrección fraterna y el perdón, a la luz del evangelio del día.

Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano.  Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano. Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo. También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos”.

Mt 18,15-20

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¿Muros o puentes?

Esta es la historia de dos hermanos que hacía muchos años vivían en granjas vecinas y entre ellos existía total armonía. Pero un día entraron en un conflicto. Era el primer problema serio que tenían en 40 años de cultivar juntos hombro a hombro, compartiendo cosechas, intercambiando maquinarias en forma continua. Todo comenzó con un pequeño malentendido y fue creciendo hasta que explotó en un intercambio de palabras duras. A esto le siguieron semanas de silencio.

Una mañana alguien llamó en la casa de Luis. Al abrir la puerta, se encontró con un hombre cargando herramientas de carpintero quien le dijo: – Estoy buscando trabajo por unos días, quizás usted necesite realizar algunas pequeñas reparaciones aquí en su granja y yo pueda ser de ayuda en eso.

-Sí- dijo muy seguro el mayor de los hermanos -tengo un trabajo para usted-

-Mire señor, allí al otro lado del arroyo, en aquella granja vive mi vecino, bueno… en realidad es mi hermano menor. La semana pasada había una hermosa pradera entre nosotros pero él desvío el cauce del arroyo para que quedara entre nosotros. Sé que hizo esto para enfurecerme ¡pero yo le voy a hacer una mejor! Quiero que con esa pila de desechos de madera que está junto al granero construya una cerca de dos metros de alto, para no verlo nunca más.

El carpintero le dijo: -Comprendo la situación.

El hermano mayor le ayudó al carpintero a reunir todos los materiales y dejó la granja por el resto del día para ir por provisiones al pueblo.

Cuando el granjero regresó entrada la tarde, el carpintero ya había terminado su trabajo. El granjero quedó con los ojos completamente abiertos, sin palabras, no podía creer lo que estaba viendo… El carpintero no había construido ninguna cerca de dos metros sino un puente que unía las dos granjas a través del arroyo.  Era una fina pieza de arte, con pasamanos y todo.

En ese momento vino desde su granja su hermano menor, muy conmovido, muy emocionado por lo que veía, y abrazando a su hermano mayor le dijo:

-Realmente sos un gran hombre, por haber hecho construir este hermoso puente después de lo que he hecho y dicho…

Los hermanos se abrazaron y cuando estaban en su reconciliación vieron que el carpintero tomaba sus herramientas.

-No, espere señor, quédese un par de días más, tengo mucho trabajo para encargarle- le dijo el hermano mayor.

-Me gustaría quedarme- dijo sonriendo el carpintero- pero tengo muchos puentes por construir…

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Por el camino de la corrección

Para construir un puente que acerca, el camino de la corrección es el primer paso, antes de que se produzca la ruptura. Quienes vamos en el camino de la fe no somos una comunidad de “puros”, sino una asociación de convertidos. O como decía gráficamente San Francisco de Sales: “Un inmenso hospital es esta comunidad de creyentes, lleno de enfermos que necesitan curación. Uno de los instrumentos de los que Dios se vale para obrar plenitud en nosotros, es el que en la tradición de la Iglesia se llama lacorrección fraterna.

El camino de la corrección fraterna apunta a descubrir cómo es esto de cargar sobre las espaldas la debilidad del hermano. ¿Por qué debo cargarlo yo si es de mi hermano? “Deberás reprenderlo convenientemente para no cargar con un pecado a causa de él nos dice Levítico 19, 17. ¿Cómo traducir esto a lo concreto? Es una oportunidad de crecimiento para el otro y para mí.
Entonces, ¿Yo soy responsable de lo que hace el otro?

Algunas de las expresiones que tenemos comúnmente en este tema son:
En el fondo, no es asunto mío lo que hace otro.
“Corresponde decírselo al superior o al jefe o al padre de familia.
Mejor no molestarme porque mirá si se enoja.
Mejor no le digo nada, no le marco ningún error ¿y si me rechaza y después no me habla más? – – Él es muy así, su costumbre es ésa: cuando alguien le dice algo que no le gusta, no habla más.
¿Para qué le voy a decir algo, para qué le voy a marcar este error? Total no va a servir de nada. Él solo tiene que entenderlo. Aparte, el mejor reproche es el ejemplo que le puedo dar.

Casi siempre vamos de un lugar a otro, con esto de que “no es asunto mío” le estoy pasando la pelota al otro, que otro se haga responsable de él cuando yo estoy viendo el error de mi hermano, cuando yo estoy viendo cómo se equivoca o cómo está a punto de equivocarse. Esto de que “lo voy a molestar porque se va a enojar y no me va a hablar más”, a veces, es el miedo, la mala relación que tengo con el otro lo que a mí no me permite ayudarlo a que pueda encontrarse con el mismo.

Es cierto, es mucho trabajo hacerse cargo de la vida del hermano. “No va a servir de nada”, “¿por qué tiene que cambiar porque yo se lo diga?”, “se lo he dicho varias veces y no cambia, no se lo digo más..”. Este conjunto de razonamientos que parecen muy convincentes nos lleva a descubrir que estamos reflejando una actitud verdaderamente descomprometida o, más bien, comprometida con lo privado, con lo mío:yo hago la mía, vos hacé la tuya”.

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Un camino de dos o más

Esto de la corrección fraterna es un modo de crecer, un modo de ser juntos, de ligar mi propia vida a la del hermano, a la del vecino. Es entender la fraternidad y el llamado a vivir en comunidad, es un hecho de salvación que te permite, darle la mano al hermano para que él también tenga la posibilidad de caminar por un lugar seguro. Me hace descubrir al otro como hermano y con quien comparto un proyecto que no lo voy a poder llevar adelante solo. Es reconocerme necesitado del otro y que el otro sepa que necesita también de mi ayuda. Es descubrir la felicidad de ser necesitado y requerido por el otro para poder hacer juntos el camino.

En la corrección lo que mas necesitamos es la mansedumbre, la paciencia y el amor. La Segunda Carta de Timoteo (2, 25) nos invita a corregir con mansedumbre. En este caso, dice a “los demás”. Y más nos cuesta cuando el error, la ofensa ha sido con nosotros. También sería lindo tener en cuenta Mt. 7, 12: “Hagan con los otros lo que quisieran que hicieran con ustedes.
En la corrección, la mansedumbre tiene que estar presente. Gálatas 6, 1: “Corregir con mansedumbre pues también puedes ser tentado, nos va explicando. Y esto de ayudarse a llevar mutuamente las cargas es lo que nos permite tirar puentes. No existe solamente una manera verbal de intervenir al corregir, también se puede hacer a través de un gesto, una actitud, una cortesía, una sonrisa. Estos modos pueden ser mucho más expresivos que las palabras y, quizás, mucho menos molestos que un reclamo.

Para esto es bueno recordar lo que decía San Francisco de Sales:una verdad que no sea caritativa procede de una caridad que no es verdadera. Necesitamos también paciencia, y necesariamente supone en ensayo y vuelta a intentarlo. Incluso necesitamos paciencia para con nosotros mismos, para cuando en el intento fallamos, para seguir intentando y no bajar los brazos.

Por eso, en la práctica, en lo concreto, la verdad caritativa, a la cual estamos llamados todos a vivir, implica que siempre debe decirse toda la verdad a aquél que está al lado tuyo, con quien vos te estás relacionando. Pero también hay que tener en cuenta su capacidad para poder comprender y ver los tiempos justos para poder hacerlo. Eso también es parte del amor, no es esconder la verdad, sino decirla en el momento oportuno. Allí se utiliza este criterio de la verdad caritativa.

En Mt. 18, 15 la Palabra nos dice: “Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, busca una o dos personas más para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano.

La mirada de Mateo se va a posar sobre una fraternidad. No se trata de cualquier persona de quien no me importa su sufrimiento o su dolor, se trata de mi hermano. Es claramente que así el Señor presenta en el Evangelio: “Éste es TU hermano. Éste es MI hermano”. ¿Qué significa para mí la palabra “hermano”? Si con franqueza vamos a reconocer lo más esencial de este concepto hay que tenerlo presente al momento de acercarnos y hacerlo crecer, porque es mi hermano, porque vamos caminando juntos, porque, en realidad, me interesa porque quiero ayudarlo a mejorar su vida. Mi hermano es parte mía, por eso cuando lo acompaño me hago un bien.

Corregir“regir con”

La palabra “corregirindica básicamente co- regir, es decir, “regir con. Esto es gobernar, tutelar, mandar en la vida del otro, con el otro. Quien corrige se “mete” a tomar partido en las decisiones, en la vida de otra persona, con responsabilidad, por supuesto, y no como un desahogo personal, como entrometerme en la vida del otro para poder dominarlo, sino para poder ayudarlo. Corregir, regir con el otro, acompañarlo, no dominarlo, no descargarme. El centro de la corrección no soy yo, con mis sensibilidades y dolores ante el error o el pecado ajeno, sino que lo importante es que el otro se está equivocando y que está dañando su vida y que no puede ser feliz si va por este lugar, por este camino.

Quizás no lo está pudiendo ver y es bueno que te acerques a corregirlo en privado, hablar con él, sin despreciarlo en público, y con el tiempo que puedas tomarte para discernir bien lo que sería mejor decir.

Si te escucha, dice la Palabra. La verdad es que muchas veces a los que queremos ayudar, con la corrección fraterna, bien intencionada, respetuosa, por un lado, tienden a ser- y nosotros también cuando nos toca ser corregidos- como sordos, que no escuchan. Isaías lo decía de su pueblo: “Oigan, ustedes, los sordos; ustedes, los ciegos, miren y vean. Quien generalmente se equivoca no ve su error, por eso, justamente; se está equivocando, es incapaz, a veces, de entender esta debilidad y, si la ve, a veces, por su pasado, por su historia, por su presente, no tiene la fuerza para poder vencerla. Por eso, en esta realidad de la corrección el Señor nos invita en distintos textos a ser pacientes. Nos dice en algunas Cartas de San Pablo: “Sopórtense con paciencia.

Padre Javier Soteras