Denles ustedes de comer

lunes, 1 de agosto de 2016
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01/08/2016 – Junto al P. Gabriel Camuso de la ciudad de Arroyito, compartimos una reflexión sobre el evangelio de hoy.

Al enterarse de la muerte de Juan el Bautista, Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para estar a solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie. Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella, curó a los enfermos.

Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: «Este es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos.» Pero Jesús les dijo: «No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos.»

Ellos respondieron: «Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados.» «Tráiganmelos aquí», les dijo.

Y después de ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud.

Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas. Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.

 

Mt 14, 13-21

La noticia de la muerte de Juan el Bautista no es probablemente lo que motiva la ida de Jesús a las orillas del mar. De hecho nos dice el evangelio que deseaba descansar con sus discípulos, recibirlos después de la misión.

Jesús sabe que su vida no será un camino de rosas, sino que lo espera la subida a Jerusalén y la cruz. Jesús se compadece, conoce que están desorientados y también de sus necesidades materiales: cura enfermos y alimenta. Jesús es signo de la vida nueva, y esta comida anticipo de la eucaristía se convierte en un regalo para la gente. Multiplicar el amor fraterno, compartir con el hermano lo que Dios nos da.

Los discípulos ven lo que hay que hacer pero no tienen los medios de hacer frente a la situación. ¡Cuántas veces nos pasa lo mismo!. Podemos imaginarnos la cara de los discípulos cuando les dice “denles ustedes de comer”. También hoy a nosotros Jesús nos dice “denles ustedes de comer”. Cuantas situaciones de dolor, quizás más lejos de donde estaos, como la guerra, el hambre extrema, el terrorismo, nos sobrepasa pero no tenemos derecho a no hacer nada.

“Aquí tenemos 5 panes y dos peces. ¿Qué es esto frente a una multitud?” preguntan los discípulos. “Tráiganmelos y háganlos sentar”. ¡Qué actitud la de Jesús, esa que hoy nos quiere contagiar a cada uno de nosotros! ¿Estás dispuesto a poner tus pobre medios humanos en manos del Señor, a poner en manos de Jesús tus 5 panes y tus 2 peces?.

A través de este milagro Jesús está pensando en otro. Son los gestos y las palabras que aparecerán nuevamente en la última cena. No solo de pan material vive el hombre, Jesús ha inventado y entrado a la humanidad su propio cuerpo. Quiere alimentar a la humanidad, responder a su hambre de absoluto. Es el anticipo del gran milagro de la eucaristía, pero a partir de algo tan sencillo.

Padre Gabriel Camusso