Día 20: Los tres binarios

martes, 28 de marzo de 2017
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28/03/2017 – Ignacio nos pone frente a una situación delicada que toca nuestro modo de apegarnos a las cosas, personas o situaciones que puede ser dinero o afecto. Como decía San Juan de la Cruz, podemos estar atados por pesadas cadenas o por un hilito de seda, pero atados al fin. El Señor nos quiere libres a la hora de hacer una elección en Él conforme a su querer. Un ejercicio para poner el corazón en remojo en la voluntad de Dios, para que se afloje y se disponga.

El texto que elegimos hoy es el diálogo de Jesús con el joven rico Lc 18, 18-30

 

Es una meditación –así la llama san Ignacio- importante, pues en la última preparación –en forma de tema de oración- antes de entrar en la materia de elección o reforma de vida: quien no está con la indiferencia propia del “tercer binario”, no debe entrar en elecciones o reformas de vida, sino que debe continuar preparándose, pues con tal estado de ánimo no va a oír la voz de Dios que puede pedirle aquello para lo cual se halla indiferente.

Aclaremos que “binarios de nombres” quiere decir grupo o tipo de hombres con una actitud característica –en cada uno de los tres casos- que describiremos más adelante.

La oración comienza, como siempre, recordando que estoy bajo la mirada del Señor, etc. (Tercera edición, EE 57) y se sigue –como también es ordinario en los Ejercicios- con la “oración preparatoria” (EE 46).

Luego viene la “historia”, la cual es aquí “de tres grupos de hombres; y cada uno de ellos ha adquirido diez mil dolares,  por amor de Dios; y quieren todos salvarse y hallar en paz a Dios nuestro Señor, quitando de sí la gravedad (o sea, el peso) e impedimento que tienen para ello (o con ello) en la afición de la cosa adquirida” (EE 150). Quieren estar libres pero esa libertad en la relación con Dios en función de esta posesión inquietante tiene actitudes distintas según el grupo y cuál adopta uno.

Se trata, en la misma línea que hemos visto, en “las Dos banderas”- de la codicia de riquezas que –según san Ignacio- “suele ser, la mayor parte de las veces” (EE 142) una tentación para los hombres. Los tres binarios –clase o tipos- de hombres tiene una posesión, como dice un autor contemporáneo, “inquietante”. No es que la hayan adquirido de mala manera –porque entonces tendría que restituirla a quien se la han robado-, pero le tienen una afición a su posesión que les resulta un peso o “impedimento” en su camino, porque los tres “quieren salvarse (o sea, santificarse) y hallar en paz a Dios nuestro Señor” y encuentran, “en la afición de la cosa adquirida”, un “impedimento”. Es decir, sienten la necesidad de ser libres pero al mismo tiempo están atados a esta realidad. ¿Qué hacer? Es lo que pasa con el joven rico: ¿Qué tengo que hacer? “andá, vendé todo lo que tenes y entregalo a los pobres”, y el joven se va entristecido. 

San Ignacio no quiere que uno mismo se sienta aludido por el ejemplo, de modo que no se trata de poner como “cosa adquirida” lo que a uno mismo lo inquieta (esto se deja, en caso extremo, para el coloquio que en esta meditación tiene una nota propia, EE 157, que no siempre hay que tener en cuenta, sino solamente cuando “nosotros –los que estamos haciendo los Ejercicios- sentimos afecto o repugnancia contra algo”, acerca de lo cual pensamos hacer elección o reforma de vida). Porque como enseguida se verá –a propósito de la “composición viendo el lugar” y también de la “petición”- en esta meditación se trata de “desear y conocer lo que sea más grato a su divina majestad” y no de verse a sí mismo como un ejemplo.

Sigue la “contemplación viendo el lugar”: “Será aquí verme a mí mismo, cómo estoy delante de Dios nuestro Señor y todos los santos (intercediendo por mí, como se diría en la Contemplación para alcanzar amor), para desear y conocer lo que sea más grato a su divina majestad” (EE 151). O sea, “para desear para mí y conocer”, cuál de las tres actitudes “ante la cosa adquirida” es la que más agrada a Dios (que, como se verá luego, sólo puede ser la del “tercer binario”).

De modo semejante sigue la petición, que “será pedir gracia de elegir –de las tres actitudes de los tres binarios- lo que sea más a gloria de su divina majestad y salud o santidad de mi alma”.

Después de estos preámbulos sigue el tema de la oración, que es la descripción de los tres binarios o actitudes en la elección planteada ante la “cosa adquirida”; o sea, ante la posesión, para cada uno de los tres, de los “diez mil ducados” –diríamos, diez mil dólares- adquiridos “no pura o debidamente por amor de Dios”, y ahora “quieren todos salvarse (o sea, santificarse) y hallar en paz a Dios nuestro Señor, quitando de sí la gravedad (o peso) e impedimento que tienen para ello en la afición a la cosa adquirida” (EE 150).
Veámoslo por separado.

 

Primer binario

+ “El primer binario (tipo o grupo) querría quitar el afecto que a la cosa adquirida tiene, para hallar paz en Dios y salvarse (o sea, santificar); y no pone los medios hasta la hora de la muerte” (EE 153). No hay una disposición a favor de ver lo que Dios quiera, sino que dice “mañana veré”. Es un demorar la decisión, sin elegir.

O sea, difiere la elección o reforma de vida hasta el momento de la muerte. No está indiferente a tener o no tener los diez mil dólares y no quiere plantearse ahora si Dios quiere o no que los deje, sino que lo hará en “la hora de la muerte”. Tampoco podría hacerlo en este momento, por su falta de indiferencia.

Como dice muy bien san Ignacio, este “primer binario […] querría quitar el afecto”. Pero, en realidad, no lo quiere, como se demuestra por el hecho de que “no pone los medios hasta la hora de la muerte”, cualesquiera estos sean, incluso dejar “la cosa adquirida”.

 

El segundo binario

+ “El segundo binario (tipo o grupo) quiere quitar el afecto que a la cosa adquirida le tiene; pero no según Dios disponga sino su voluntad. Se parece mucho al joven rico. “He hecho todo bien según la voluntad de Dios, pero con esto decido yo”. Y no determina dejar ese dinero para ir a Dios, aunque fuese el mejor estado para él (EE 154).

O sea, hará cualquier cosa para demostrar que quiere quitar el afecto que él tiene a la cosa adquirida… menos dejarla. Haría limosnas, una fundación para atender a los huérfanos… ¡menos dejar los diez mil dólares! En otros términos, no difiere la elección o reforma de vida, pero le pone límites a la voluntad de Dios acerca de “la cosa adquirida”. Está dispuesto a cualquier medio… menos uno, que sería dejar, si Dios lo pide, “la cosa adquirida”.

Como vemos, tampoco este binario está indiferente. Está tentado –pero bajo especie de bien- ¡con todo lo que puede hacer de bueno con esos diez mil dólares! Por eso, no quiere dejarlos. Está dispuesto a hacer ahora su elección o reforma, pero con tal de que él siga en posesión de los diez mil dólares. En estas condiciones, no puede hacer su elección o reforma, porque no oiría la voz del Señor, ¡si este le pide que deje los diez mil dólares!.

El “dejá todo” de Jesús al joven rico, sería un “sé libre y poné los ojos en lo que verdaderamente importa que es mi voluntad”. Capaz Dios le pida lo mismo que él quiere hacer que es la fundación, darle a los pobres, etc  pero esta persona no está dispuesto a preguntárselo. Dialoga con sigo mismo y con sus miedos.

 

El tercer binario

“El tercer binario quiere quitar el afecto; no le tiene afición a la cosa adquirida o a no tener, sino que solamente quererla o no quererla, según que Dios nuestro Señor le pondrá en voluntad y a la tal persona le parecerá mejor para el servicio y alabanza de su divina majestad; y, entre tanto, quiere hacer cuenta que lo deja en afecto, poniendo fuerza de no querer aquello ni otra cosa alguna, si no le moviere sólo el servicio de Dios nuestro Señor, de manera que el deseo de mejor poder servir a Dios nuestro Señor le mueva a tomar la cosa o dejarla” (EE 155).

El tercer grupo dice “que sea lo que Dios quiera”. O sea, ni difiere la elección o reforma de vida “hasta la hora de la muerte” ni le pone límites a la voluntad de Dios, sino que está dispuesto a cualquier cosa que el Señor le pida: si le pide que deje “la cosa adquirida”, la deja; si le pide que siga teniéndola, la seguirá teniendo. Sólo quiere lo que el Señor quiera y se lo manifieste con claridad.  No dispone afectivamente de “lo que yo haría”, sino que espera las señales para hacer lo que Dios realmente quiera. 

Es la verdadera indiferencia, que no es no sentir gusto o disgusto ante la cosa sobre la cual se hace la elección o reforma de vida, sino preferir, ante cualquier gusto o disgusto, la voluntad de Dios.

Coloquio

Como vemos, esta meditación de los Tres binarios es una repetición, antes de hacer su elección o reforma de vida, de aquella parte del Principio y fundamento donde se trataba la necesidad de la “indiferencia” antes de cualquier elección o reforma de vida.

Planteados los tres binarios, hay que ver cuál es la verdadera, la única actitud que cuadra ante Dios nuestro Señor. Es, evidentemente, la del tercer binario, que es quien verdaderamente “quiere hallar en paz a Dios nuestro Señor y salvarse” (EE 153; o sea, santificarse).

Una vez visto esto y admitido, hacer “los mismos tres coloquios que se hicieron en la contemplación de “las Dos banderas”” (EE 156).
Pero san Ignacio le pone una “nota” a este triple coloquio, diciéndonos:

“Cuando nosotros sentimos afecto o repugnancia contra la pobreza actual, cuando no somos indiferentes a la pobreza o riqueza (y lo mismo podríamos decir de otras ‘binas’ sobre las cuales puede versar la elección o reforma de vida, como ‘salud que enfermedad, honor que deshonor, vida larga que corta y por consiguiente en todo lo demás’), mucho aprovecha, para extinguir el tal afecto desordenado (a favor de uno de los término de cualquier bina), pedir en los coloquios –aunque sea contra la carne- que el Señor le elija en pobreza actual (o en el miembro de la bina que nos cuesta); y que él quiere, pide y suplica que se lo elija en lo que le cuesta, sólo que sea servicio y alabanza en su divina bondad” (EE 157).

No se trata, por supuesto, de elegir lo que nos cuesta… porque nos cuesta, sino de estar dispuestos a aceptarlo, si el Señor nos lo pide. Esa disposición no es otra cosa que la indiferencia.

De modo que, aunque en la meditación de los Tres binarios no se trata de considerar nuestra actitud ante una “cosa adquirida” (o, como dice un autor, ante nuestra cosa “inquietante” o cosa ante cuya posesión o no posesión nos inquietamos), sino considerar cuál es la verdadera actitud cristiana (que no puede ser sino la del tercer binario), puede ser que, como dice san Ignacio, sintamos “afecto o repugnancia contra la pobreza actual” (o contra cualquier otro miembro de una “bina” acerca de la cual tengamos que hacer elección o reforma de vida). En este caso debemos tener en cuenta, si queremos adquirir esa indiferencia que nos falta, esta nota de coloquio de la meditación de los binarios.

Padre Javier Soteras