Día 8: Rey temporal – Rey eternal

lunes, 29 de febrero de 2016
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29/02/2016 – Con una típica contemplación llamada Rey temporal – Rey eternal comenzamos la segunda semana de los Ejercicios Ignacianos. En esta semana pedimos gracia de “conocimiento interno de nuestro Señor Jesucristo para más amarlo y mejor servirlo”. La segunda semana de los ejercicios es de elección, a diferencia de la primera más orientada a la conversión y que finalizó con la confesión general de los pecados. Esta segunda semana supone una reforma de vida a partir de mejor conocer al Señor para mejor conocerme a mí mismo y sus caminos para mi vida.

En el ejercicio de hoy centramos la mirada en dos llamados: el de un líder de este tiempo y el de un líder del cielo. Los dos llaman de manera distinta y los dos invitan a su seguimiento. El ejercicios consiste en algo muy sencillo, y tiene dos partes.

 

Rey temporal

El primer tiempo del ejercicio es ponerse en contacto con un rey temporal: un personaje humano cuya figura y proyecto sean atrayentes para nuestra época. Un alguien que Dios ha elegido para llevar adelante una misión, que tiene ideales de altruismo, que tiene perspectivas y sueños de los cuales enamorarse y compartir, y a partir de allí disponerlo todo para seguir el camino que este líder nos marca hacia adelante.

Podríamos tomar como líder al mismo Papa Francisco, o a otro líder social que uno descubre que tiene mucho empeño en su tarea y de grandes sueños que nos invita a comprometernos a salir de nuestro mundillo para ir a la construcción de un mundo nuevo y distinto. Por ejemplo el deseo de terminar el hambre en el mundo o de sembrar la paz entre las personas. Este líder establece puentes para estrechar las fronteras que dividen a pueblos y naciones, tiene en su corazón el proyecto por un nuevo estilo de educación, sabe que el cambio del mundo viene por el proceso educativo. Su estilo y forma invita a vivir como él vive.

Este rey temporal cuando nos invita a unirnos a sus filas nos plantea su modo de hablar y de pensar, de vestir y de comer, no para uniformar, sino que en todo lo que él hace comunica con gestos. Este rey entiende que el proceso de comunicación que lidera el mundo, no necesita tanto de la tecnología más que las presencias significativas que se revela más en los gestos que en las palabras.

Es un rey temporal, muy bueno, pero no es el mismo Cristo. Es elegido por Dios y tiene ideales altos. ¿Qué me mueve este rey temporal? ¿Qué me mueve su estilo de vida y sus formas? ¿A qué me invita? ¿Qué en mí sugiere sus modos y formas y su invitación a sumarme a sus filas?  

Imaginar ese encuentro, el llamado, el estar con él, formar parte de sus sueños y proyectos… compartir un tiempo en su casa, el proyecto y la planificación, etc etc etc. Meterse en el encuentro y yo ahí presente como un humilde seguidor de este rey. Son los deseos más hondos que tenemos guardados en el corazón y que los vemos aparecer en alguien que los despierta. Luego ponerlo por escrito, con una lista con sus sueños, su estilo y su forma. A partir de allí anotar qué despierta en mí este rey: alegría, gozo, esperanza, deseos de ponerme a trabajar, me saca de mi quietud, el sentir que formo parte de sus filas me llena de orgullo, me une a otros, etc etc etc.

Rey Eternal

El Rey eternal es Dios que se ha hecho hombre en Cristo Jesús y a lo que invita es a lo que dice Lc 9, dejarlo todo e ir detrás de Él. Aparentemente su invitación tiene poca gratificación: al servicio y a la entrega, a querer estar con Él.

Este rey del cielo nació pobre en un pesebre, escondido y entre pajas, perseguido, y dice que el que lo sigue corre la misma suerte. “El que quiera venir detrás de mí que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga”. ¿Qué despierta en mi corazón este rey que nace pobre, vive pobre, que me dice que como el hijo del hombre no tiene donde apoyar la cabeza quien lo sigue tampoco?. También dice que donde Él esté su discípulo también estará con Él. Promete que “estará todos los días con nosotros hasta el fin del mundo”. Promete que su servidor hará cosas más grandes que él. Nos dice que afrontaremos peligros pero estando con Él nada nos hará daño. Este rey dice que el camino que conduce a la eternidad es angosto, con riesgos y dificultades, un camino de cruz, pero también de resurrección y gozo en medio del dolor.

El apóstol Pablo dice que sea la abundancia o en la escasez la alegría siempre lo acompaña. No sólo no nos suelta de la mano sino que nos promete que podremos anunciar con poder y que hasta los demonios huirán. Dice el apóstol: “Yo sé vivir tanto en las privaciones como en la abundancia; estoy hecho absolutamente a todo, a la saciedad como al hambre, a tener de sobra como a no tener nada. Yo lo puedo todo en aquel que me conforta” Flip 4, 12

“Entonces les dijo: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán» Mc 16, 15-18

Hay diferencias entre las propuestas del rey termporal y lo que ofrece este rey eternal. El rey eternal, Jesús, no sólo da el camino a recorrer, sino que advierte de las dificultades y las herramientas con las que contamos: sin nada, como David frente a Goliat, pero con todo, los hombros de un gigante que nos capacita. Este rey eternal despierta en nosotros sentimientos particulares y con Él hay que estar, conversar y ponderar. ¿Qué significa para mí este llamado que me hace hoy, aquí y ahora? ¿Cómo es que aparece en el escenario de mi vida convocándome? Ya lo hizo antes, pero hoy lo vuelve a hacer, ¿por qué?. ¿Qué significado tiene que me llame ahora cuando no tengo en mi vida todo en orden? Como con Moisés, que en su crisis más profunda, es sorprendido. 

El rey eternal no sólo nos llama, sino que nos invita a compartir su misión con Él. ¿Qué despierta en nosotros su llamado?

Momentos de la oración

1- Oración preparatoria (EE 46) me pone en el rumbo del Principio y Fundamento: que lo que yo vaya a hacer me ponga en el contexto de buscar y realizar, ya desde ahora, y por encima de todo, la voluntad de Dios.

2- Composición de lugar (EE 103): Dividimos el ejercicios en 2 partes:  Primero el rey temporal, con sus características. Imaginarme la escena, qué pasa, cómo es, qué me dice, cuál es la causa… ¿qué me dice? ¿Qué me despierta en el corazón? Luego, hacemos lo mismo con el rey eternal.

3- Formular la petición (EE 104) La petición es la que enrumba la oración, la pone en búsqueda de algo, no la hace simple pasatiempo, sino persistente interés en alcanzar algo.

“Interno conocimiento de Nuestro Señor Jesucristo para más amarlo y mejor servirlo”

4- Reflectir para sacar algún provecho significa dejarme mirar por la escena, como ubicarme en ella: aquí me implico en ella como si presente me hallare. Es dejar que lo mirado me mire y me diga algo nuevo. Eso que se me dice son las mociones que se me dan.

5- Coloquio: a partir de lo que he vivido en la contemplación, no me faltarán palabras para pedir, agradecer, alabar o simplemente disfrutar de lo que se me ha dado.

6- Exámen de la oración