¡Dios habla!

martes, 22 de septiembre de 2015
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22/09/2015 – Su madre y sus hermanos fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la multitud. Entonces le anunciaron a Jesús: “Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte”. Pero él les respondió: “Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican”.

Lc 8,19-21.

Sólo Dios podía romper el silencio de los cielos e irrumpir en el silencio delos corazones; sólo Él podía decirnos –como ningún otro- palabras de amor. PAa acarcarnos a la fuente de lumisonidad que nos permita salir de la postracion. Es cuanto ha sucedido en su revelación, primero al pueblo elegido, Israel, y luego en Jesucristo, la palabra se hace elocente hasta hacerse carne. Dios habla a través de acontecimientos y palabras intimamente conectados, Él se comunica a sí mismo a los hombres. Él nos dice algo, se comunica en el hacer de Dios la presencai de Dios va toda caompelta apra ser comunicación de Su persona. Puestos por escrito bajo la inspiración de su Espíritu, estos textos constituyen la Sagrada Escritura, el morar de la Palabra de Dios en las palabras de los hombres. Le damos la bienvenida a la palabra de Dios que nos puede confianza y descansar en Él para darle el protagonismo de los acontecimientos.

¡Buen día! Bienvenidos a la Catequesis. Hoy te invitamos a compartir: ¿Cuáles fueron aquellos acontecimientos que llenaron de sentido tu vida, que hablaron de la presencia de Dios?

Posted by Radio María Argentina on Martes, 22 de septiembre de 2015

La Palabra de Dios es Dios mismo en el signo de su palabra! Ella participa de su poder: “Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé semilla al sembrador y pan para comer, así será mi Palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.” (Isaías 55, 10-11). Es una palabra con cargo con peso. Es la palabra de Dios que es acontenciemiento, es verbo que actua que sale al enceubtro que irrumpoe ennlos silencios y avacaios de nuestra vida. Acontece el mismo Dios en su hacer con todo su ahcer para llebar nuestro corazon con una presencia que pacifica quye transforma abraza misericorde ala existecnia como dice Francisco.

El término hebraico dabar, traducido habitualmente como “palabra”, significa tanto palabra como acción; por eso los diez mandamientos son nombrados en hebraico como “las diez palabras”o las diesaz acciones pordriasmo decir, para indicar que ellos expresan al mismo tiempo las exigencias del amor de Dios y la ayuda que Él da para corresponderle. El Señor dice lo que hace y hace lo que dice. Es esta solida coherencia existencial en la que Dios nos invita a vivir nuestra vida haciendo punto de apoyo en él, una nueva solidez existencial.

En el Antiguo Testamento anuncia a los hijos de Israel la venida del Mesías y la instauración de una nueva alianza; en el Verbo hecho carne cumple sus promesas más allá de toda expectativa. El Primero y el Nuevo Testamento nos narran la historia de su amor por nosotros, según un camino por el cual Dios educa a su pueblo para el don de la alianza cumplida: ¡el Antiguo Testamento se ilumina en el Nuevo y el Nuevo es preparado en el Antiguo! ¿Cómo podría el árbol del cumplimiento ser menos que la raiz de la cual viene? “Si es santa la raiz , lo serán las ramas…recuerda que no eres tú quien mantiene a la raíz, sino la raíz a ti” (Romanos 11, 16 y 18). ¡Por eso, los discípulos de Jesús, amamos las Escrituras que Él mismo ha amado! Es enraizar la existenci en la palabra de Dios.

Hagamos de nuestra existencia yuna existencia nacida de la Palabra de Dios. Ella en su acto creactivo hace resonar su voz en donde nuestra vida hoy más lo necesita para ser testimnio de ésat Luz que nos traer la Luz que es nuestro Señor Jesucristo. El mejor aliado apra que estoa contezca es el silenciao y la oracion para que la promesa de Dios que habita en su palabra , sea. Para que en la espera, expectativa y esperanza sintamos como todo llega.

Nutrirse de la Escritura es nutrirse de Cristo: “La ignorancia de las Escrituras –afirma san Jerónimo- es ignorancia de Cristo” (Comentario al profeta Isaías, PL 24,17). Quien quiera vivir de Jesús debe escuchar incesamente las divinas Escrituras, sin excluir ninguna. En ellas se revela el rostro del Amado, tanto en el hoy que pasa como en el día del amor sin fin.: “Busco tu rostro, Señor, buscar el rostro de Jesús debe ser el anhelo de todos nosotros los cristianos… Si perseveramos en el buscar el rostro del Señor, al término de nuestro peregrinar terrenal será Él, Jesús, nuestra eterna alegría, nuestra recompensa y gloria para siempre” (Benedicto XVI, Discurso del 1 de setiembre de 2006 en el Santuario del Volto Santo de Manoppello)

Hay hechos en la vida que hablan, son elocuentes en su decir y nos han llenado la existencia de sentido. Eso es la salvación; Un gran acontecimiento, intervención de Dios en la historia.

Son hechos que le dan nuevo sentido al existir, son sencillos y elocuentes que hablan por si mismo y hace que se recree nuestra existencia.

Hay momentos críticos en donde el corazón se abre para darle paso hasta a lo que hasta ahora no le dábamos lugar. Son sentidos nuevos de la existencia que hablan, hay que aprender a detenerse frente a ellos para entender lo que nos dicen. La palabra como tal es para darle la bienvenida no para que pase de largo, es un hecho un acontecer que le da consistencia y solidez a la vida.

También hay hechos que son fuertes y cambian la vida. El naciemiento de un hijo/a, el final de una carrera, un trabajo, son hechos que nos van conduciendo a más. Frente a esto nos queremos detener para descifrarlos.

El Espíritu interprete de la Palabra

Neceistams una vioda en el Espíritu para poder leer la Presencia del señor de la historai en todo lo que nos pasa y junto con Amria vivir lo de todos los días arraigados en el señor y bedecir y alanbar a Dios porque le dimos la bienvenida y en ella enceuntra valor de redención en cada aconteciemiento. Si nos dejamos alcanzar por la gracia del Espíritu Santo.

¿Cómo encontrar al Viviente en el jardín de la Escritura, como en el jardín del sepulcro? Para que nos suceda a nosotros lo que le sucedió a la mujer, cuyos ojos se abrieron para reconocer al Señor Resucitado en aquel, que primero había tomado como al cuidador del jardín (cf Juan 20, 15s), es necesario ser llamado por el Amado, tocado por el fuego de su Espíritu: “El Consolador, el Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre, él les enseñará todo y les recordará todo lo que yo les he dicho” (Juan 14, 26). El Espíritu Santo, que ha guiado el pueblo elegido inspirando los autores de las Sagradas Escrituras, abre el corazón de los creyentes a la inteligencia de su contenido. Así la Escritura “crece con el que la lee” (san Gregorio Magno, Homilías sobre Ezequiel, I 7,8). Ningún encuentro con la Palabra de Dios habrá de ser vivido, entonces, sin haber primero invocado el Espíritu, que descierra el libro sellado, moviendo el corazón y dirigiéndolo a Dios, abriendo los ojos de la mente y dando dulzura al acto de consentir y creer en la verdad. (cf Concilio Vaticano II, Constitución sobre la divina revelación Dei Verbum 5). El Espíritu Santo nos hace entrar en toda la entera Verdad a través de la Palabra de Dios, haciéndonos operarios y testigos de la fuerza liberadora que ella posee y que es tan necesaria para el mundo en el que a menudo parece se ha perdido el gusto y la pasión por la Verdad. Antes de leer las Escrituras, invoca siempre al dador de dones, la luz de los corazones, el Espíritu Santo

Padre Javier Soteras