El Reino ya está en medio nuestro

jueves, 13 de noviembre de 2014
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Jugar3

 

13/11/2014 –  Los fariseos le preguntaron cuándo llegará el Reino de Dios. El les respondió: “El Reino de Dios no viene ostensiblemente, y no se podrá decir: ‘Está aquí’ o ‘Está allí’. Porque el Reino de Dios está entre ustedes”.

Jesús dijo después a sus discípulos: “Vendrá el tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán. Les dirán: ‘Está aquí’ o ‘Está allí’, pero no corran a buscarlo. Como el relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día. Pero antes tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta generación.”

Lc 17,20-25

  

En el evangelio de ayer reflexionamos sobre el agradecimiento en relación a la curación de los 10 leprosos y que solo uno vuelve a alabar a Dios.  Hoy el texto se centra en el reino y el interrogante de los fariseos. Dios es sencillo y actúa en el silencio. Por eso es que el Reino de Dios ya está en medio de los hombres con la llegada de Jesús. Los fariseos que esperan algo estruendoso y magnífico no logran entenderlo.

Este capítulo 17 del evangelista San Lucas que nos viene acompañando a lo largo de esta semana, hablandonos sobre el escándalo, el perdón, el “auméntanos la fe”, el que nos habló del servicio, y de la gracia, hoy nos habla del Reino de Dios. Este capítulo tiene dos partes: en una Jesús responde a la pregunta sobre el cuándo de la venida del reino de Dios; y en la segunda parte inicia el tema de la venida del Hijo del hombre.

En la época de Jesús el cuándo de los signos de la llegada del reino de Dios estaba muy presente. Flotaba en el ambiente la expectación de una manifestación de Dios inminente en favor de Israel. ¿Pero dónde y cómo descubrirla? ¿cuándo será ese día?. Cristo comienza su anuncio de la buena noticia proclamando la venida del reino de Dios en su persona y de ahí la invitación a la conversión. “El reino de Dios está cerca, conviértanse y crean”. ¿Cuáles son los signos del nuevo reino?. No era ni el poder político avasallador esplendoroso que esperaban los judíos. Sino que supone la sanación de los enfermos, la liberación de la mujer… un nuevo modo de vincularse con Dios en espíritu y en verdad. Todo eso supondrá el paso por la cruz de Jesús. Hoy Jesús insiste en que el reino de Dios no vendrá esplendorosamente porque ya está dentro nuestro.

El reino de Dios está ciertamente dentro de los que cumplen la voluntad del Padre. Así lo enseña Jesús y nosotros lo repetimos en el Padrenuestro “venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad”. Y Jesús advierte a sus discípulos que vendrán días de tribulación.    

 

Puede pasar que uno se resista a que el reino de Dios se manifieste en nuestra vida de manera simple y sencilla, y nos resulte más atractivo ir tras los signos más esplendorosos: vígenes que lloran, o algun lugar donde sale agua, etc etc etc El Señor nos asegura que el reino de Dios ya está creciendo en medio nuestro. Cuando trato de vivir con humildad, con sencillez, con actitud de servicio, cuando amo y mis obras son de luz, cuando mi palabra genera puentes y no muros, ahí ya está presente el Reino de Dios. En la sencillez esas obras ya son grandilocuentes. Algunos tendremos que voltear los pórticos, como los de Jerusalén, que hemos construído como fortalezas, para dar lugar a que Jesús entre.

La plena manifestación del Reino no sabemos cuándo llegará, pero su presencia es un hecho y ya está en medio nuestro. El evangelio de Lucas revela la preparación del reino: primero la ley y los profetas que termina con Juan el Bautista, segundo Jesús que inaugura el Reino de Dios, seguido por el Espíritu Santo que sigue soplando en este tiempo que va de la ascención a la Parusía, la segunda venida de Cristo. El reino se va completando en cada uno de nosotros por la fuerza del Espíritu. El 4to paso es el día Mesiánico de la segunda venida de Cristo, que la Iglesia ya participa en la muerte y resurrección de Cristo.

San Pablo dice que  “Él (Jesús) recapituló en sí mismo toda la creación y la historia de la humanidad con la que fue constituído Salvador del mundo”. Dios está viniendo sin cesar a la historia humana y a nuestra vida personal y eclesial. Este tiempo está enteramente en manos de Dios. Para ver sus signos necesitamos la fe que nos permite ingresar en la sabiduría admirable de Dios.

Este Reino de Dios que nos tiene que apasionar, porque es el modo con el que el Padre elige manifestar su gloria en el mundo, y eso nos da confianza. No estamos librados al azar sino que estamos en sus manos, y como dirá Jesús así como no cae un pajarito sin que Dios lo permita, así Él tiene contados los cabellos de nuestra cabeza. El Reino está sembrado en vos, porque Dios vive dentro tuyo. Ahí radica nuestra esperanza, que es buena noticia y nos deja sin palabras, con lo que Dios a venido a formar algo nuevo con lo que el pecado había destruído.

Otoño

En la Resurrección brotan los gérmenes de vida nueva

Evangelii Gaudium

278. La fe es también creerle a Él, creer que es verdad que nos ama, que vive, que es capaz de intervenir misteriosamente, que no nos abandona, que saca bien del mal con su poder y con su infinita creatividad. Es creer que Él marcha victorioso en la historia «en unión con los suyos, los llamados, los elegidos y los fieles» (Ap 17,14). Creámosle al Evangelio que dice que el Reino de Dios ya está presente en el mundo, y está desarrollándose aquí y allá, de diversas maneras: como la semilla pequeña que puede llegar a convertir se en un gran árbol (cf. Mt 13,31-32), como el puñado de levadura, que fermenta una gran masa (cf. Mt 13,33), y como la buena semilla que crece en medio de la cizaña (cf. Mt 13,24-30), y siempre puede sorprendernos gratamente. Ahí está, viene otra vez, lucha por florecer de nuevo. La resurrección de Cristo provoca por todas partes gérmenes de ese mundo nuevo; y aunque se los corte, vuelven a surgir, porque la resurrección del Señor ya ha penetrado la trama oculta de esta historia, porque Jesús no ha resucitado en vano. ¡No nos quedemos al margen de esa marcha de la esperanza viva!

279. Como no siempre vemos esos brotes, nos hace falta una certeza interior y es la convicción de que Dios puede actuar en cualquier circunstancia, también en medio de aparentes fracasos, porque «llevamos este tesoro en recipientes de barro» (2 Co 4,7). Esta certeza es lo que se llama «sentido de misterio». Es saber con certeza que quien se ofrece y se entrega a Dios por amor seguramente será fecundo (cf. Jn 15,5). Tal fecundidad es muchas veces invisible, inaferrable, no puede ser contabilizada. Uno sabe bien que su vida dará frutos, pero sin pretender saber cómo, ni dónde, ni cuándo. Tiene la seguridad de que no se pierde ninguno de sus trabajos realizados con amor, no sepierde ninguna de sus preocupaciones sinceras por los demás, no se pierde ningún acto de amor a Dios, no se pierde ningún cansancio generoso, no se pierde ninguna dolorosa paciencia.

Padre Daniel Cavallo