El “Yo” herido

miércoles, 26 de julio de 2017
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Vero y Padre Mateo

26/07/2017 – A veces, las personas piensan que sus ofensas no tienen perdón. “No me pueden perdonar”, solemos decir o escuchar; pero ¿qué pasa cuando rechazamos el perdón de Dios, de los demás y de uno mismo?

Para abordar estas situaciones, el Padre Mateo Bautista en su micro de cada lunes, en el programa “Hoy puede ser”, hizo una comparación bíblica entre la actitud de Judas, en Mt 27, 1-5, y de Pedro, en Mt 26, 69-75.

“En Judas lo más grave no fue que traicionó a Dios, si no que no se dejó perdonar. El gran pecado de Judas fue creerse superior a Dios y pensar que su traición era más grande que el mismo Dios”, expresó el Padre Mateo.

El especialista dijo que el perdón implica un proceso interior de la persona ofendida: “Tiene que enfrentarse a su propio amor herido, a sus apegos, a su imagen dañada. En este proceso interior tiene que haber un empoderamiento para poder manejar sus emociones, pensamientos y actitudes hacia el ofensor y así evitar represalias o venganzas, superar distancias y llegar a la reconciliación”.

En este sentido, el sacerdote sostiene que cuando decimos “no me pueden perdonar” estamos en una actitud de egocentrismo. “Si pienso que Dios no me puede perdonar me estoy endiosando, me estoy haciendo mas grande que Dios, me estoy haciendo dueño del perdón. No somos los dueños del perdón, ni siquiera cuando lo damos. El amor de Dios es la fuente primigenia del perdón. Si no soy el dueño, no lo puedo manipular ni retener; sólo puedo administrarlo”, afirmó.

Por otra parte, el Padre enumeró los puntos que nos atan cuando rechazamos el perdón de Dios y de los demás:

* Cuando vivimos incrustados en una cosmovisión infantilmente egocéntrica y cerrada que nos hace creer que no nos pueden perdonar.

* Cuando desconfiamos de la capacidad de amor de Dios y de los otros y no nos sentimos amados.

* Cuando nos sentimos hijos pródigos sin mérito.

* Cuando creemos que no podemos ser perdonados hasta que no suframos culpa.

Luego de repasar estos puntos, el Padre Mateo retomó la comparación entre las actitudes de Judas y de Pedro. “A pesar de haber negado a Jesús, Pedro terminó como Piedra Fundamental de la Iglesia. Judas se cerró a la misericordia de Jesús y Pedro terminó dando la vida por Él”.

“Cuando no perdonamos, nos hacemos viles esclavos de la ofensa y del ofensor. El perdón nos cambia, nos libera, nos engrandece. Con el perdón se puede volver a empezar, es una Gracia para recibirla y para darla”, finalizó.