En la eucaristía nos unimos a Jesús compartiendo la vida en comunidad

miércoles, 28 de febrero de 2007
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Llegada la hora Jesús se sentó a la mesa con los apóstoles y les dijo: he deseado comer ardientemente ésta Pascua con ustedes antes de mi pasión, porque les aseguro que ya no la comeré más hasta que llegue a su pleno cumplimiento en el Reino de Dios   y tomando una copa dio gracias dijo: tomen y compártanla entre ustedes porque les aseguro que desde ahora no beberé más el fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios. Luego tomó el pan dio gracias lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo esto es mi cuerpo que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía. Después de la cena hizo lo mismo con la copa diciendo: ésta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre que se derrama por ustedes.

Marcos 14, 22 – 25

Que es la conversión a la que nos llama el tiempo cuaresmal?

Es el camino que nos conduce al misterio de unión y alianza con Dios, el Padre, en la persona de Jesús por eso que obra el Espíritu Santo en nosotros para llegarnos a ser uno con el misterio trinitario. Este es el camino de la conversión.

Este meternos nosotros en el misterio de la Trinidad haciéndonos, del pensamiento, de los sentimientos, de las actitudes, de los valores que Jesús proclama en el Evangelio y que el Espíritu Santo viene a nosotros para configurarlos, para hacerlos realidad en lo más hondo de nuestro ser.

Esta obra del Espíritu en nuestra vida, ésta presencia del Espíritu que da vida a nuestra vida, nos permite la Eucaristía celebrarlo como alimento en el que Dios mismo se nos entrega en la persona de Jesús.

La Eucaristía es la celebración de esa alianza.

Que es la Eucaristía? La Eucaristía es el pacto de alianza que en la persona de Jesús se nos ofrece para nosotros poder caminar fortalecidos detrás de esa búsqueda nuestra, ese anhelo de estar y de permanecer en Dios. La Eucaristía es la entrega de Jesús por nosotros para capacitarnos nosotros a entregarnos a Dios de todo corazón hasta llegar a ser uno con El. Por eso le llamamos también Comunión porque en la palabra común unión estamos expresando justamente esta misteriosa manera de ser incorporados en Dios, siendo uno con El gracias a la obra que el Espíritu ha derramado como gracia en nosotros en el don del Bautismo y que en la Eucaristía actúa, opera, también conduciéndonos a esa unidad de manera sacramental, sacramentalmente, significativamente y eficazmente por la gracia de Dios. En la última cena, la noche en que fue entregado Jesús, instituyó el sacrificio eucarístico.

Por que le decimos sacrificio eucarístico? Porque es su cuerpo, su sangre que incruentamente, es decir sin derramar una gota de sangre se anticipa a aquel misterio de la gran Eucaristía que es su Pascua, su muerte, su resurrección. Es éste regalo que Dios nos deja.

Este don maravilloso que el Concilio Vaticano II dice es la fuente y la cima de toda la vida cristiana. Es decir toda la vida del cristiano, todo el vivir como cristiano brota desde éste lugar, como desde su propia fuente. Solo se puede vivir cristianamente unido al misterio eucarístico de algún modo.

Los demás sacramentos como también todos los servicios en la iglesia, las obras de apostolado están como unidos a la Eucaristía y a la Eucaristía se ordena el proyecto de vida en Cristo.

Contiene la Eucaristía todo el bien que Dios quiere hacernos como Iglesia y a cada uno de nosotros como miembros de éste cuerpo. La Eucaristía significa y realiza la comunión de vida y la unidad dentro del pueblo de Dios.

En la Eucaristía la iglesia se reconoce a si misma como cuerpo de Dios.

En ella se encuentra el lugar más alto de la acción por la que en Cristo Dios viene a santificarnos.

La Eucaristía es misterio de Dios que se ofrece, que se entrega en su cuerpo y en su sangre a la Iglesia que es su esposa y la hace cuerpo suyo y sangre suya. Por eso no se puede celebrar la Eucaristía sin la comunidad, porque la Eucaristía es presencia sacramental del cuerpo que es la cabeza Cristo y nosotros sus miembros que somos Iglesia.

En la celebración eucarística nos unimos al cielo, a la liturgia que se da en el cielo y en cierto modo anticipamos la vida eterna. Allí como dice Pablo donde Dios será todo en todos.

Es un pedazo de cielo el don eucarístico. Nuestra manera de pensar, de armonizar con la Eucaristía, dice San Ireneo, y a su vez la Eucaristía confirma nuestra manera de pensar. La riqueza inagotable de éste sacramento se expresa en los distintos nombres al que se identifica.

Cada uno de éstos nombres evoca algo de los aspectos que contiene el don de Jesús entregado por nosotros para redimirnos en su cuerpo y en su sangre.

Se le llama Eucaristía, banquete del Señor, fracción del pan, asamblea eucarística, memorial de la pasión y resurrección del Señor, en éste sentido, sacrificio, divina liturgia, comunión, Santa Misa. Son todos nombres que representan lo mismo, el misterio eucarístico de Jesús que se entrega en su cuerpo y en su sangre.

Esta ofrenda de Jesús es la que nos reconcilia con El. Por eso decimos que la Eucaristía es camino cuaresmal en cuanto que la cuaresma es camino de reencuentro con el Padre y a partir de allí de reparación en nuestra propia vida.

Consigna: Que celebración eucarística llevo grabada en mi corazón como imborrable? Porque vamos sobre ésta consigna? Porque sobre las gracias con las que Dios ha obrado en nuestro corazón debemos volver para recuperar fuerza y ánimo y desde allí proponernos una vez más caminar en Cristo.

Una catequesis que hoy se hace enseñanza en el anuncio para ir aprendiendo aquello que significa Eucaristía, banquete del Señor, fracción del pan, asamblea eucarística, sacrificio, liturgia divina, Comunión, Santa Misa, los nombres que adquiere éste sacramento que Jesús inventa, crea, en torno a su persona en la última cena.

Son palabras que expresan toda la riqueza que se hizo presente allí en aquel momento tan denso en gesto de amor de Dios que se entrega a nosotros El mismo en su cuerpo y en su sangre.

Se llama Eucaristía esta entrega, ésta ofrenda, porque la palabra Eucaristía significa acción de gracias. Aquí lo que se recuerda son las bendiciones judías que proclamaban sobre todo durante la comida, proclamaban allí las obras de Dios, la creación, la santificación, la redención.

Cuando decimos Eucaristía significa acción de gracias. A Dios gracias por todo esto. Esto en los textos del Antiguo Testamento aparecen vinculados a las bendiciones en la mesa, en las comidas.

La acción de gracias en torno a la redención, a la santificación, a la vida fraterna. También se llama éste sacramento banquete del Señor. Así aparece en 1 Corintios 11, 20 porque se trata de la cena que el Señor celebró con sus discípulos en la víspera de su pasión y el tema banquete está particularmente vinculado a las promesas mesiánicas.

La llegada del Mesías y la inauguración de un tiempo nuevo, tiempo de redención, tiempo mesiánico estaba como considerado bajo el signo de un gran banquete con suculenta comida y abundante vino.

Jesús celebra como Mesías éste banquete con sus discípulos en la víspera de la pasión. La Pascua es en realidad, el banquete, la entrega de Jesús que derrama su sangre y se ofrece el mismo como alimento a los hombres dando por amor su vida y resucitando a una vida nueva.

Es la celebración eucarística la anticipación del banquete de las bodas del cordero que definitivamente se va a celebrar en la Jerusalén del cielo. También a éste Sacramento le llamamos fracción del pan. Esto es propio en la Pascua judía y en el banquete judío y fue utilizado por Jesús cuando bendecía y distribuía el pan como cabeza de familia.

Se muestra esto sobre todo en la multiplicación de los panes. Allí se ve un signo anticipado de la celebración eucarística de la última cena. Allí se ve al Señor partiendo y multiplicando el pan para el hambre del mundo. En la última cena esto vuelve a ocurrir significativamente.

Los discípulos lo reconocen a Jesús en el Evangelio de Lucas 24, 13-35 los de Emaús cuando parte el pan. Al partir el pan los discípulos reconocen la presencia del Señor. De hecho, bajo éste signo tan fuerte de partir el pan se reunían los primeros discípulos en la asamblea eucarística. Se reunían en torno a la fracción del pan, a partir el pan.

Tenían una connotación fuertemente fraterna. De hecho Pablo corrige a la primera comunidad de Corinto cuando ellos no se esperan mutuamente en el partir del pan. Y está unida éste partir el pan con la preocupación por como vive el hermano, porque situación va pasando el hermano. Todos los que comen de éste pan partido, que es Cristo, entran en comunión con El y forman un solo cuerpo con El. Partir el pan es dejar que Jesús se entregue por la comunidad. Darle lugar al Jesús que se entrega.

Abrirse a la expresión de amor de Jesús. No es un gesto ritual donde nosotros nos decidimos a fraternalmente compartir. En todo caso si esto es parte de la fracción del pan lo es porque primero ha habido un gesto de alguien que en la comunidad no es uno más y es uno más que parte el pan y se entrega.

Jesús lo dice claramente en la última cena: hagan esto en memoria mía. Hagan como yo hice. El Señor lo significa en el contexto de la última cena en ese gesto tan particular que tiene de lavarle los pies a los discípulos que es una forma de partir el pan, de abajarse en el servicio a los demás. En el contexto de la última cena, el gesto de servicio del lavatorio de los pies tiene ésta significación de entrega, de ofrenda en el servicio por amor de Jesús que se mete por amor en el corazón de los discípulos.

Hagan también esto entre ustedes. Es justamente en ese contexto de la última cena donde Jesús deja el mandamiento, el camino, el del amor y entonces está diciendo con ésta invitación en el contexto eucarístico, pártanse interiormente para darse a los demás.

Ocurre ésta Eucaristía de fracción del pan. Mucho más allá de las celebraciones en el tiempo. Cuantas veces tenemos que partir el tiempo para estar disponibles a los demás, a los hijos, al marido, a la mujer a papá, mamá, a los amigos al novio a la novia.

Cuantas veces tenemos que repartirnos entre tantos. Ese repartirnos hecho por amor es Eucaristía, si lo hacemos al modo de Jesús, motivados por la entrega de la vida. Solo que uno no puede entregarse si alguien no se entregó por uno y en esto Dios se pone primero. Se pone en primer lugar. Este sacramento se llama fracción del pan.

Otro nombre que tiene es asamblea eucarística porque la Eucaristía, la ofrenda de Jesús, la entrega de Jesús por nosotros que se reparte, que se parte supone una comunidad que recibe ésta entrega y ésta comunidad se llama asamblea. En la asamblea de los fieles está presente el misterio de Jesús que se entrega.

También se le llama memorial de la pasión y por eso es el sacrificio o la divina liturgia. Sacrificio por que en La Eucaristía lo que ocurre es la entrega de Jesús es la que se nos da y la entrega de Jesús ha sido toda su vida pero particularmente la encarnación y la Pascua de Jesús.

La entrega de Jesús es en el momento de la Encarnación y la plenitud de esa entrega en el proceso de Jesús ofreciéndose al Padre en fidelidad alcanza su cúlmen en la Pascua. Por eso a ésta entrega, a ésta fracción del pan le llamamos sacrificio porque lo que estamos celebrando, el Señor que se está entregando es el de la Pascua, el que murió y resucitó por nosotros. Cada vez que nosotros lo recibimos, al que recibimos es al que se entregó en la Pascua, al que murió y resucitó. Este que murió y resucitó viene a morir y a resucitar por mi.

Es la experiencia de Pablo en la Carta a los Gálatas en el capítulo 3 cuando dice: El me amó y entrego su vida por mi. No por la humanidad, esa es la experiencia personal que hace el que entra en comunión con El. También le llamamos a éste sacramento Divina Liturgia de la Iglesia porque aquí está el centro de la vida de la Iglesia en la celebración de éste sacramento. Por eso se le llama también celebración del misterio.

Se habla también del Santísimo Sacramento, por que es el sacramento de los sacramentos. Es como un superlativo que indica el lugar particularmente privilegiado que entre los sacramentos encuentra éste sacramento. Comunión le llamamos también porque éste sacramento nos une a Cristo que nos hace partícipe de su cuerpo y de su sangre.

Aquello que decía San Agustín, cuando tomamos éste alimento somos incorporados en El. Cuando une come algo lo que hace es incorporarlo a su organismo, lo incorpora en aminoácidos, lo incorpora en grasas, en sales, en azúcares, incorpora el alimento y lo transforma en alguna de ésta sustancias químicas.

Cuando recibimos éste sacramento no es que incorporamos a éste sacramento y lo hacemos algo distinto en nosotros, es al revés lo comemos pero en realidad somos comidos por El y nosotros somos transformados en El. Cualquier alimento que nosotros comemos se transforma en nosotros bajo una sustancia química que procesa todo nuestro organismo. Este alimento que comemos no se procesa en nosotros, nosotros somos procesados en El. Por eso le llamamos Comunión porque nos hacemos uno en El.

Santa Misa porque la liturgia en la que se realiza el misterio de la salvación se termina con el envío de los fieles: la misión. Misa es eso, missio, es la misión. Nosotros no comemos al Señor. No somos alimentados en El para que nos quede a nosotros sino para hacernos nosotros alimentos para los hermanos para que otros nos coman, podríamos decirlo así.

Nosotros comemos al Señor y nos alimentamos de El para que otros se alimenten de nuestra alegría, de nuestro gozo, de nuestro espíritu de lucha, de nuestra búsqueda del bien para todos, del amor que podemos ofrecer, de la esperanza que nace en nuestro corazón, de la fe que nos abre caminos. Nos alimentamos para alimentar. Por eso le llamamos misa porque es para la misión éste sacramento.

A veces la celebración de los sacramentos se nos hace como una estación de servicio. Vamos, nos servimos de ella pero no celebramos. Lo que hacemos es participar de un hecho litúrgico entre comillas pero no una participación real donde lo que yo celebro es lo que comparto la vida.

Con esa comunidad comparto, con esa comunidad celebro. A veces en una misma celebración eucarística las personas van descomprometidas unas con otras. Hasta se nota esto en el gesto de la paz. Se dan la mano, se sonríe, pero como diciendo éste quien será?

Entonces falta como éste ser uno con el otro que es propio de lo que estamos celebrando. De ahí que el valor de pertenecer a una comunidad en la cual se celebra la fe. A la fe la celebramos en el sacramento de la Eucaristía como en ningún otro lugar, pero si no hay nada que compartimos con los que celebramos, que celebramos?

Si no se ni como se llama, ni donde vive, ni que hace, ni que le preocupa, ni que busca, ni que sueña, ni porque sufre, ni porque se alegra. Que compartimos?. El proceso en el que debemos introducir a nuestras comunidades, justamente es ese.

Un proceso de pertenencia de las personas de unas a otras hacia y desde el misterio eucarístico donde en un abrazo uno se da cuenta que es parte de un pan y es parte de un plan aunque parezca un juego de palabras. Porque justamente el sentido que tiene la mesa antiguamente, el sentido que tenía y que tiene todavía es que los que se sientan alrededor de la mesa comparten un mismo destino, es decir comparten un mismo camino.

Por eso el valor de no solamente juntarnos a orar, a compartir la vida, sería el otro costado de lo que decía antes sino de también de celebrar juntos la fe entorno al misterio de la Pascua y entorno al misterio de la Eucaristía. Nosotros que todos los días compartimos éste espacio, que hermoso que es cuando nos reunimos después de compartir tantas veces la vida a través del micrófono y de compartirlo desde el testimonio de ustedes.

Que hermoso que es cuando tenemos una celebración como la de los 10 años de la radio, que nos reunimos todos alrededor de la Eucaristía. Tiene un sabor a fiesta lo que celebramos. Dentro de poquito aquí en Córdoba vamos a celebrar la inauguración de la nueva planta transmisora y de los nuevos estudios y oficinas de la sede de Radio María Argentina aquí en Córdoba. Vamos a invitar a todos los que quieran llegarse y seguramente será una gran celebración eucarística de acción de gracias a Dios.

Un pan partido y compartido que será fruto de toda la fiesta con la que Dios nos bendice todos los días en el compartir una misma fe y una misma vida en la fe. Solamente cuando hay pertenencia a una comunidad se vive la fe auténticamente, sino no se cumple o se vive el sacramento como muy en clave de yo me valgo de esto pero no me comprometo con esto de lo que me valgo.

 Vamos a Misa, cumplimos con el precepto, participo de la misa? Mmm hasta ahí nomás. Si, está bien participo más o menos bien según sea mi forma de estar atento, estar bien dispuesto interiormente, pero participo con los que partimos el mismo pan y a los que se nos parte el mismo pan? Se nota cuando en una comunidad se celebra verdaderamente la fe y cuando en una comunidad se hace presente un acto litúrgico.

Cuando se celebra la fe, la gente que está en torno a Jesús partiendo el pan ha compartido la vida antes. Cuando yo participo de un acto litúrgico es como si fuera casi, voy a decir una exageración, pero para marcar la diferencia, como si fuera un espectáculo más donde allá hay un tipo, adelante, detrás de una mesa, que habla, que explica, que hace unos gestos y yo estoy acá, contesto algunas pocas cosas que el otro dice, pero que tengo que ver yo con el y con el resto de la gente que está ahí, y nada, como cuando voy al cine.

Que tengo que ver con el que se siente al lado mío, nada. Es más si pone el codo donde yo lo tengo puesto me molesta y hasta lo miro con cara fiera porque no tenemos nada que ver, nada que compartir. Solamente hay común unión en torno al misterio eucarístico cuando la gente que participa de la celebración comparte la vida. A eso somos invitados. A formar parte de una comunidad, de un cuerpo donde se celebra el cuerpo de Jesús, la Eucaristía.

En la Eucaristía nos unimos a Jesús compartiendo la vida en comunidad