Jesús nos regala su amistad

lunes, 20 de julio de 2015
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Amigos1

20/07/2015 – Entonces algunos escribas y fariseos le dijeron: “Maestro, queremos que nos hagas ver un signo”. El les respondió: “Esta generación malvada y adúltera reclama un signo, pero no se le dará otro que el del profeta Jonás. Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del pez, así estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra tres días y tres noches.

El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay alguien que es más que Jonás.

El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra esta generación y la condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien que es más que Salomón.”

Mt 12,38-42

El Papa Francisco, reflexionando sobre este evangelio, decía que la grave enfermedad que amenaza la vida del cristianos es el síndrome de Jonás. En qué consiste este síndrome, en sentirse limpios, perfectos como recién salidos del a tintorería. Jesús en cambio recuerda que para salvarnos es necesario encontrarnos con la señal con la que Jonás se encontró para vivir con plenitud la misericordia de Dios. 

Jesús se refiere a “generación perversa”, palabras duras. Jesús, manso, humilde, usa éstas palabra para movilizar, “ustedes son como sepulcros blanqueados”, limpios por fuera pero podridos por dentro. Jesús se refiere a los doctores de la ley, a quienes buscaban ponerlo a prueba y hacerlo caer en la trampa. Era gente que lo cuestionaba, le pedía señales, y alguna credencial de presentación. “No se les dará ningún signo sino el de Jonás”. Jonás no quería ir a Nínive, y huyó a España. Tenía la doctrina clara, yo no me corro, no me embarro, no me mezclo… este es el síndrome de Jonás, el del puritanismo y Jesús lo condena. 

En el capítulo 23, Jesús los llama “hipócritas”, son ignorantes y pecadores. “Yo observo todos los mandamientos, ellos que se las arreglen”. Ahí está el signo de Jonás el querer diferenciarse soberbiamente para decir “yo no soy como ellos, soy distinto, no pertenezco a esa clase”. Jonás lo que hace es cerrar la puerta incluso a que Dios actúe en el, también necesitado del perdón. Cuando somos así buscamos una santidad de tintorería, sin compasión ni misericordia. Jesús es el buen pastor, el amigo que se compadece, el que sabe que lo nuestro es pobre, simple, frágil y sabe que estamos heridos. 

Jesús, el amigo que se abaja y se compromete

Sin duda el amigo es Jesús, que refleja el rostro misericordioso del Padre, el amigo tierno, misericordioso y compasivo.

Este llamado fuerte que viene haciendo el Papa Francisco a la misericordia, sea la llamada que nos conduce al amor paterno de Dios y que con la señal de Jonás, señal de misericordia con la que Dios lo conduce, nos muestre el camino. Dios se llama Padre de misericordia, y el signo que promete es el de salvación y misericordia. En cada uno de nosotros, este rostro tiene diversos nombres de familiaridad y amistad  que nos habla de la ternura y de la misericordia de Dios. “Ustedes son mis amigos” dice Jesús, y así declara el don más grande que tiene para ofrecernos, la amistad. 

Hay muchos cristianos que piensan que ya están salvados por sus obras. Así nos creemos que ocupamos el lugar de Dios, cuando las obras son importantes pero resultan de un amor misericordioso de Dios que nos rescata. Necesitamos sabernos y reconocernos frágiles y pobres, necesitados… Solo cuando entramos en esta corriente de sentirnos vulnerables, puede rescatarnos y utilizarnos como instrumentos en sus manos para rescatar a otros. Necesitamos alejarnos del estilo de Jonás buscando la perfección y animarnos a vincularnos así como somos y con realismo. 

Jesús revele nuestro propio rostro de fragilidad y pobreza, y nos hace crecer en humildad, es decir nos pone en verdad. La humildad es el camino de la verdad, dice Santa Teresa. Cuando nos hizo a su semejanza Dios nos hizo capaces de todo, lo mejor y lo peor. Para ser capaces de lo más grande necesitamos reconocer que somos incapaces si Dios nos obra. En humildad, en veracidad, con consciencia de pobreza y sabiendo que Dios hace grandes cosas en su pueblo. Por eso con alegría, como María, cantamos la grandeza del Señor, porque con su paso crea vínculos de amistad entre los pobres y los frágiles. Así es Él al nacer en Belén, viviendo en Nazareth con sencillez viviendo del pobre trabajo de su padre, también siendo un predicador con discípulos pobres, ingresando en Jerusalén en un burro y termina con su vida ofreciéndola en una cruz pobre. Desde el principio y hasta el final, Jesús se mueve con pobreza. Que Dios con su cercanía y pobreza, nos haga conscientes de nuestra verdadera pobreza en donde se esconde su grandeza. 

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Santa Teresa, la amiga en Él amigo Jesús

Teresa de Jesús es experta en tener amigos y aparece reflejado en sus cartas. En ella hay una imagen de Dios muy particular, como aparece en el evangelio, en la mesa compartida. En ella a calado hondamente este vínculo de amistad con Dios el Padre a través de Jesús. Para Teresa de Jesús Dios es cercano, entrañable, amigable, fiel, ama a fondo sin esperar nada a cambio. Este estilo de donación de Dios ofrecido en Cristo en clave de amistad, hace que Teresa construya su historia de seguimiento de Jesús en Dios que es amigo. Esta historia de amistad se revela en miles de circunstancias y a mano llena, porque el corazón de Teresa es amante de este don maravilloso de la amistad ofrecida en Cristo. 

El don de la amistad que Teresa celebra en Cristo a quien le dice “¿Por qué me tratás así?” cuando sufre mucho, Jesús le contesta “porque así trato a amis amigos sumándolos a mi pasión” ella contesta “con razón tenés tan pocos”. En su tiempo, había mucho de autoritarismo y verticalismo en las relaciones de la familia y de las instituciones. Sin embargo Teresa es de avanzada.

Hablando de quien es la superior, en sus constituciones, Santa Teresa decía “procure ser amada para ser obedecida”. Allí Teresa está poniendo este don de relación de fraternidad como la clave del ejercicio de autoridad. Es decir, solo en un clima de amor fraterno en diálogo y cercanía se puede corregir, educar y conducir, sino sólo hay una relación por código y reglamento.

Teresa se ha cruzado en la Santidad con grandes santos como Francisco de Borja, o como con San Juan de la Cruz que en su amistad hicieron dos almas en un cuerpo llevando adelante la transformación de la orden carmelitana; o el Padre Lacián uno de sus directores espirituales que más comprendió su corazón; o como San Juan de Ávila por quien atravesaron 11 santos de trato espiritual con él… Pedro de Alcántara, un santo de la época de oro española con quien tuvo contacto espiritual, un místico austero, de gran disciplina a quien Dios le dio a Teresa como amigo.

Cuando el don de la amistad gana nuestro corazón y Jesús va mostrando la fraternidad, se multiplican las amistades. En tiempos de Brochero, por ejemplo, apareció un racimo de santidad con el que Dios nos bendijo en Córdoba. Cuando decimos que la amistad nos pone en sintonía con el corazón de Dios, se multiplica el don de la santidad.

“No se les dará otro signo el de Jonás” dice la Palabra de hoy. Su signo es el de 3 días, como Cristo, en el vientre de la ballena y en Cristo sepultado y muerto para resucitar y darnos vida nueva. Por lo tanto el signo de Jesús es la Pascua. Jesús ya lo dijo “no hay amor más grande que dar la vida por los amigos” “Yo soy su amigo y he venido dar la vida por ustedes”. Por lo tanto el verdadero don de la amistad es la ofrenda de sí mismo más allá de las fuerzas. En dar la vida por el otro encontramos el rostro de Dios en carne propia, en el amigo que nos ofrece más que una mano, su propio corazón.

Que podamos en cada relación de amistad, café de por medio o con algún mensaje de hoy, a Cristo Jesús el amigo y compañero de camino. Que el don de la amistad se multiplique como el pan de la eucaristía en nuestras vidas. Hoy agradecemos por los amigos de la primera infancia, del colegio, de la juventud y de la vida adulta. Que con las manos puestas en Él, el gran amigo, este don llegue a tantos que necesitan de compañía.