Jesús y el tesoro escondido

miércoles, 27 de julio de 2016
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27/07/2016 – Con el evangelio del día seguimos profundizando en las parábolas del reino con la que Jesús enseñaba a quienes los seguían y hoy también a nosotros.

 

Jesús dijo a la multitud: “El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.  El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.”

San Mateo 13,44-46

 

Jesús quiere de algún modo despertar la búsqueda del reino y lo hace a través de parábolas. Jesús para enseñar a la gente el misterio del reino de Dios tomaba elementos bien cotidianos. Como cuando habla de este labrador que encuentro el tesoro que luego va y lo esconde; o a ese comerciante que encuentra una perla fina. Se acercaba a cada persona y le hablaba de sus cosas cotidianas. A las amas de casa les hablaba también de sus cosas bien caseras como cuando habla de la lámpara en la sala o de la mujer que barre buscando algo que se le perdió. Sin embargo el mensaje era para todos. Hablaba al corazón a lo que le interesaba a todos, el fondo del corazón, y los invitaba a todos a que puedan conocer el sentido de sus vidas. Por eso el reino de Dios se lo presente como algo no tan lejano, porque el reino de Dios estaba presente ya en medio de ellos.

Siempre en las parábolas de Jesús observamos que el reinado de Dios se compara a un suceso más que a una cosa. Sucede algo semejante a lo que le pasa al labrador con el tesoro… o al mercader con la perla. El punto de comparación está en el suceso más que en el objeto. No sólo en el tesoro sino en lo que hace el labrador para obtenerlo, y lo que hace el comerciante con respecto a la perla. Predomina el relato por sobre la descripción de la cosa.

En todas las parábolas Jesús nos quiere decir que nadie puede entrar en el reinado de Dios como si tomara en propiedad una cosa o un estado, sino más bien, como alguien que se dispone a un camino. Entrar en el reinado de Dios es tomar parte, y viven entre el “ya” y el “todavía no”. Implica una invitación profunda a que encontremos el sentido de la vida no solo eligiendo algo, sino disponiéndonos a obrar en consecuencia con ese Alguien que nos atrapa la vida. Cuando Jesús habla del tesoro, ese tesoro es una vida nueva que es una gracia de Dios y que termina siendo el mismo Dios. El reino de Dios es pura gracia de Dios, que no tiene precio, porque todo es nada en comparación. Dios es el tesoro del hombre, que es como una utopía, parece inalcanzable, no sabe dónde está pero tiene la experiencia de que lo necesita. Jesús dijo que donde está tu tesoro está tu corazón. ¿Dónde tenés el corazón?

Alegría1

El hombre puede aferrarse a la fama, al dinero o a las drogas, porque busca un sentido, pero el verdadero tesoro está en Dios. Dios mismo se ha hecho encontradizo por el hombre y para el hombre. El pobre y el prójimo es el lugar de encuentro con Jesucristo. Lo que da sentido a la vida de los cristianos ya no es lo inefable y lo inalcanzable, sino los otros hombres, el prójimo y sobretodo los más pobres.

El que descubre este tesoro se siente profundamente agradecido por el amor y está libre para amar. Ya sabe donde tiene su corazón. Cuando encuentro a Dios ya sé dónde está mi corazón.

El descubrimiento del reino no es casualidad, sino fruto de una larga y profunda búsqueda. Porque está buscando es que se encuentra con el tesoro. El mercader sabe de perlas, por eso buscando, encuentra la de mayor valor. El reino es el valor más grande, por eso es que este mercader va toma todo lo que tiene, lo vende y vuelve a comprar la perla. Lo mismo quien entierra el tesoro, para luego vender todo y poder comprar el campo.

Hay una acción de Dios gratuita en nosotros que nos hace ir descubriendo el valor de su presencia en nuestras vidas. Pero también hallarlo a Dios es esfuerzo y búsqueda, porque queremos encontrar el sentido de nuestra propia vida. El reino de Dios es gracia, regalo gratuito que nos sorprende y a la vez supone de nuestro esfuerzo y constancia. 

Padre Mario Sanchez