La Iglesia, escuela de comunión

miércoles, 23 de mayo de 2018
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23/05/2018 – Hoy le Señor dice “El que no está conmigo está contra mí, el que no junta, desparrama”. Jesús  nos invita a ponernos en comunión unos con otros, a descubrir que ser uno con Jesús depende del corazón. La unidad se construye desde lo más interior. Ciertamente en Argentina la grieta ha ampliado las diferencias, pero debemos recorrer el camino donde nos ponemos en sintonía de corazón con los hermanos, con quienes compartimos la vida, independientemente de cuales sean las ideologías y cuáles sean las diferencias.

Catequesis en un minuto

 

Juan le dijo a Jesús: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros”. Pero Jesús les dijo: “No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros.

Marcos 9,38-40

 

¿Qué significa hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión?

En primer lugar hace falta promover una espiritualidad de la comunión, proponiéndola:

Como principio educativo en todos los lugares donde se forma el hombre y el cristiano, donde se educan los ministros del altar, las personas consagradas y los agentes pastorales, donde se construyen las familias y las comunidades.

Espiritualidad de la comunión significa ante todo una mirada del corazón sobre todo hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, y cuya luz ha de ser reconocida también en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado.

Espiritualidad de la comunión significa, además, capacidad de sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo místico y, por tanto, como « uno que me pertenece », para saber compartir sus alegrías y sus sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a sus necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad.

Espiritualidad de la comunión es también capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios: un « don para mí », además de ser un don para el hermano que lo ha recibido directamente. En fin, espiritualidad de la comunión es saber « dar espacio » al hermano, llevando mutuamente la carga de los otros (cf. Ga 6,2) y rechazando las tentaciones egoístas que continuamente nos asechan y engendran competitividad, ganas de hacer carrera, desconfianza y envidias.

Que hoy sea uno de esos días donde podamos estrechar vínculos descubriendo, o redescubriendo el valor de la unidad.

Catequesis completa