La inequidad genera violencia

miércoles, 11 de diciembre de 2013
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11/12/2013 – En la Catequesis de hoy, el Padre Javier Soteras tomó el punto de la exhortación apostólica papal que trata sobre las injusticias enquistadas en la sociedad, las cuales generan violencia.

Es muy difícil compaginar en el escenario de 9 muertes en la Argentina, el festejo por la democracia con bailes, cantos, bombas de estruendo y fuego artificiales. La vanalidad de la política es “no me importa nada de lo que está pasando”. Ese es el mensaje que recibimos ayer en medio de tanto dolor en la Argentina. Es una bofetada más en la convivencia social. No se puede crear un mundo distinto con discursos y algunas suposiciones especulativas.

Hay un hecho vanal sobre la vida que le da poca importancia. ¿Qué festejo? ¿cuál es la celebración? Por supuesto que es bueno ver de nuevo a la democracia después de tanto dolor y es necesario un acto para hacer memoria agradecida. “No le queremos dar razón a quienes intentaron aguarnos la fiesta” dijo un miembro del gobierno. Es ridículo. Es un discurso ideológico que encapsula la realidad.

¿Qué reflejo recibimos de la clase política? Todos sabemos que en más de un caso la justicia, la prensa y los ojos de los ciudadanos están sobre algunos políticos que deberían estar presos por tanto robo descarado. Hay hechos sabidos de tremendos enriquecimientos ilícitos. Mientras, muchos políticos se escandalizan ante los saqueos. ¿No será que quienes reacionaron con tanta violencia están viendo en un espejo y su compartamiento con esa referencia de los políticos es connatural?

Soy lo que tengo

Hay una fuerza del mal, que destruye y se enquista en rostros diversos y tiene un potencial de disolución tremendo.

La sociedad de consumo crea necesidad constantemente, y da la sensación de que si no se tienen los últimos bienes de consumo, no se es. De ahí surge lo que el Papa Francisco llama la “cultura del descarte”. Y éstos hechos de violencia, revelaron el asalto de los marginales para pertenecer. Porque el índice de dignidad es si se tiene tal o cual bien. Es la lógica de la sociedad de consumo. De ahí la pregunta: "¿Qué impide que yo tenga lo que quiero tener?" No había ley, por ende todo era válido. Es el rostro del mal que busca esconder de mil formas su identidad dañina llamando bien a lo que está mal. Es típico del mal. A mí me parece, que muchos de los que robaron no son moralmente imputables, porque no hay conciencia. Y eso es más grave. El sistema perverso borró las diferencias entre lo que está bien y lo que está mal.

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Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium
Autor: Papa Francisco

Capítulo II: En la crisis del compromiso comunitario

No a la inequidad que genera violencia

59. Hoy en muchas partes se reclama mayor seguridad. Pero hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible erradicar la violencia. Se acusa de la violencia a los pobres y a los pueblos pobres pero, sin igualdad de oportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra encontrarán un caldo de cultivo que tarde o temprano provocará su explosión.

Cuando la sociedad —local, nacional o mundial— abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad. Esto no sucede solamente porque la inequidad provoca la reacción violenta de los excluidos del sistema, sino porque el sistema social y económico es injusto en su raíz. Así como el bien tiende a comunicarse, el mal consentido, que es la injusticia, tiende a expandir su potencia dañina y a socavar silenciosamente las bases de cualquier sistema político y social por más sólido que parezca. Si cada acción tiene consecuencias, un mal enquistado en las estructuras de una sociedad tiene siempre un potencial de disolución y de muerte. Es el mal cristalizado en estructuras sociales injustas, a partir del cual no puede esperarse un futuro mejor. Estamos lejos del llamado «fin de la historia», ya que las condiciones de un desarrollo sostenible y en paz todavía no están adecuadamente planteadas y realizadas.

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60. Los mecanismos de la economía actual promueven una exacerbación del consumo, pero resulta que el consumismo desenfrenado unido a la inequidad es doblemente dañino del tejido social. Así la inequidad genera tarde o temprano una violencia que las carreras armamentistas no resuelven ni resolverán jamás. Sólo sirven para pretender engañar a los que reclaman mayor seguridad, como si hoy no supiéramos que las armas y la represión violenta, más que aportar soluciones, crean nuevos y peores conflictos. Algunos simplemente se regodean culpando a los pobres y a los países pobres de sus propios males, con indebidas generalizaciones, y pretenden encontrar la solución en una «educación» que los tranquilice y los convierta en seres domesticados e inofensivos. Esto se vuelve todavía más irritante si los excluidos ven crecer ese cáncer social que es la corrupción profundamente arraigada en muchos países —en sus gobiernos, empresarios e instituciones— cualquiera que sea la ideología política de los gobernantes.

 

Padre Javier Soteras