La misericordia de Dios crea nuevos ambientes

jueves, 18 de septiembre de 2014
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18/09/2014 –  Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa.Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume.Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.

Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: “Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!”.Pero Jesús le dijo: “Simón, tengo algo que decirte”. “Di, Maestro!”, respondió él.”Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta.Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?”.

Simón contestó: “Pienso que aquel a quien perdonó más”. Jesús le dijo: “Has juzgado bien”. Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: “¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos.Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies.Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor”. Después dijo a la mujer: “Tus pecados te son perdonados”.

Los invitados pensaron: “¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?”. Pero Jesús dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado, vete en paz”.

Lc 7,36-50

 

Una cena en la casa de un maestro de la ley. De repente, un dato que no es menor, una mujer irrumpe en el escenarios atraída por la presencia de Jesús. Entra, imaginamos sin pedir permiso, se pone a los pies del Maestro y llora de conmoción por tanta presencia de amor. El ambiente se llena de perfume, es la mirra, que esta mujer derrama en los pies de Jesús. Él viendo tanto amor y ternura, tanta ofrenda, se conmueve y al ver el pensamiento tan cesgado del dueño de casa, defensivos e intentando limitar lo que parece ha invadido su casa. “Si este hombre supiera quién esa mujer, no le daría lugar”. ¿Qué hace Jesús? Plantea una parábola. Esta mujer que era pecadora pública, desde que llegué no ha dejado de lavar mis pies con sus lágrimas, ni ha dejado de expresar su mucho amor. En cambio tú nada.

Sin dudas el escenario cambia. El maestro de la ley había preparado un escenario de protocolo y legalista, pero todo eso se rompe porque la misericordia es la que crea el nuevo ambiente y recrea la relación. Ayer conversábamos sobre la necesidad de generar espacios llenos de ternura, de amor, de misericordia invitando a familiares y amigos a la mateada. Que bueno si la misericordia reúne en nuestras mesas a quienes estamos distanciados. Es la misericordia quien crea el ambiente.

Al ver el concierto social de nuestra Nación nos damos cuenta que no alcanza, que no nos ponemos de acuerdo, que no hay un liderazgo en función del bien de todos. Si hay miradas honestas, pero uno percibe una cierta parcialidad. ¿Qué es lo que marca el rumbo de un proyecto común? Un bien superior. En esta escena del evangelio, el bien superior es Jesús, Él es la misericordia del Padre. Empieza a generar nuevos vínculos, los de la misericordia. La misericordia recrea los ambientes. Que nuestros encuentros tengan ese sabor propio que tiene el perdón y la misericordia.

Jesús conoce a la mujer, sabe de su vida, sin embargo Él mira más allá. Sabe que en el perdón está la presencia del Padre que sabe el valor auténtico de la persona y de la sociedad. El Papa Francisco nos da más de un ejemplo, de encuentros con los diversos para generar espacios de encuentro y reconciliación.

 

Frente al Sínodo sobre la Familia

El cardenal Müller, Burke, Caffarra, Brandmuller y De Paolis declararon inadmisible la propuesta de entregar la comunión a los casados vueltos a casar. Este es uno de los temas en los que se va a debatir desde el espíritu en el Sínodo extraordinario de los obispos sobre Matrimonio y Familia el próximo año. Se abre un camino importante para las iglesias locales. Lo sorprendente ha sido que es el prefecto de la congregación para la doctrina de la fe quien ha tomado postura previa. Compartímos un artículo periodístico publicado hace algunas horas.

Nunca había sucedido que un Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe en funciones publicara en pocas semanas dos libros para declarar inadmisible cualquier cambio a la postura de la Iglesia sobre el tema que está por ser discutido en una reunión sinodal. Lo hizo el cardenal Gerhard Ludwig Müller, que desde 2012 guía el ex Santo Oficio: en julio dio a la imprenta un libro-entrevista en el que se declaraba contrario a cualquier apertura en relación con la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar (“La esperanza de la familia”, ediciones Ares), y ahora su nombre es el más vistoso entre los firmatarios de un volumen colectivo que se titula “Permanecer en la verdad de Cristo” (que ya fue publicado en los Estados Unidos y que acaba de ser impreso en Italia), cuyo contenido fue dado a conocer ayer por el periódico italiano “Corriere della Sera”.

Los demás autores son otros cuatro purpurados: Carlo Caffarra, arzobispo de Boloña, Raymond Leo Burke, Prefecto de la Signatura Apostólica, y los eméritos Walter Brandmüller y Velasio De Paolis. Además colaboran el arzobispo Cyril Vasil’, Secretario de la Congregación para las Iglesias Orientales, y otros expertos. En ambos volúmenes el tema central es la participación a la Eucaristía para los divorciados que viven una segunda unión, misma que se declara inadmisible.

La inédita operación mediática (a la que se suman también, en la misma sintonía, un texto del cardenal Angelo Scola y un libro que está por ser publicado del cardenal australiano George Pell, “ministro” de Economía vaticano) ha sido presentada como una respuesta a las aperturas que planteó como hipótesis en febrero de este año el cardenal alemán Walter Kasper, a quien Francisco había encomendado la relación introductiva del Consistorio. Frente a todos los cardenales, Kasper habló sobre el tema de la familia y, en la última parte de su articulado discurso, hipotizó (caso por caso, en determinadas circusntancias y tras un recorrido penitencial) la posibilidad de volver a admitir a los divorciados que se han vuelto a casar a la comunión. El discurso causó muchas reacciones entre los cardenales y al día siguiente, tomando la palabra, Francisco lo elogió, diciendo que consideraba que Kasper hacía «teología de rodillas» y que en su discurso había encontrado «el amor de la Iglesia». Durante los siguientes meses, después de la publicación de aquel texto, se multiplicaron las entrevistas y las declaraciones. Las posturas se polarizaron, la confrontación y el enfrentamiento se llevaron a cabo en la arena de los medios de comunicación, tal y como sucedió durante el Concilio Vaticano II.

Francisco, que considera decisivo el mensaje de la misericordia, sigue invitando a la Iglesia a que salga de sí misma para ir al encuentro de los hombres y de las mujeres en las condiciones en las que viven, quiso que se celebren dos Sínodos sobre el tema de la familia: el primero, extraordinario, se llevará entre el 5 y el 19 de octubre de este año. El trabajo continuará después involucrando a las Iglesias locales y, en octubre de 2015, un nuevo Sínodo (pero ordinario) se opcupará de las conclusiones.

Entrevista con el cardenal Walter Kasper

Cardenal Walter Kasper, usted habló en febrero sobre el Sínodo frente a los cardenales y propuso una hipótesis sobre la posibilidad de la comunión para los divorciados que se han vuelto a casar. ¿En qué consiste?

No propuse una solución definitiva, sino –después de haberme puesto de acuerdo con el Papa– hice algunas preguntas y ofrecí consideraciones para posibles respuestas. Este es el argumento principal: el sacramento del matrimonio es una gracia de Dios, que convierte a los esposos en un signo de su gracia y de su amor definitivo. Incluso un cristiano puede fracasar y, desgraciadamente, hoy muchos cristianos fracasan. Dios, en su fidelidad, no deja caer a nadie y, en su misericordia, da quienes quieren convertirse una nueva oportunidad. Por lo tanto, la Iglesia, que es el sacramento, es decir el signo y el instrumento de la misericordia de Dios, debe estar cerca, ayudar, aconsejar, animar. Un cristiano en esta situación tiene una necesidad particular de la gracia de los sacramentos. No se pueden conceder segundas nupcias, sino –como decían los Padres de la Iglesia–, después del naufragio, una barca para sobrevivir. No un segundo matrimonio sacramental, sino los medios sacramentales necesarios en su situación. No se trata de una solución para todos los casos, que son muy diferentes, sino para cuantos hagan todo lo que les sea posible en sus situaciones.

¿Puso usted en duda la indisolubilidad del matrimonio cristiano?

La doctrina de la indisolubilidad del matrimonio sacramental se basa en el mensaje de Jesús; la Iglesia no tiene el poder para cambiarla. Este punto no cambia. Un segundo matrimonio sacramental, mientras la pareja siga con vida, no es posible. Pero hay que distinguir la doctrina de la disciplina, es decir la aplicación pastoral en situaciones complejas. Además, la doctrina de la Iglesia no es un sistema cerrado: el Concilio Vaticano II enseña que hay un desarrollo, en el sentido de una posible profundización. Me pregunto si es posible, en este caso, llevar a cabo una profundización semejante a la que se dio en la eclesiología: aunque la Iglesia católica sea la verdadera Iglesia de Cristo, hay elementos de eclesialidad también más allá de las fronteras institucionales de la misma Iglesia católica. En ciertos casos, ¿no se podrían reconocer también en un matrimonio civil algunos elementos del matrimonio sacramental? Por ejemplo, el compromiso definitivo, el amor y el cuidado recíproco, la vida cristiana, el compromiso público, que no existen en las parejas de hecho.

¿Qué le parece la publicación de este nuevo libro con aportes de cinco cardenales, incluido el Prefecto Müller?

Me ha sorprendido. Lo supe hoy gracias a los periodistas: a ellos les enviaron el texto, a mí no. Nunca me había sucedido nada parecido en toda mi vida académica.

¿En la historia reciente de la Iglesia ha sucedido que algunos cardenales hayan intervenido con esta forma organizada y pública antes de un Sínodo?

Durante el Concilio Vaticano II y en el post-concilio existían las resistencias de algunos cardenales frente a Pablo VI, incluso por parte del entonces Prefecto del Santo Oficio. Pero, si no yerro, no con esta modalidad organizada y pública. Si los cardenales, que son los colaboradores más cercanos del Papa, intervienen de esta manera (por lo menos en relación con la historia reciente de la Iglesia), nos encontramos frente a una situación inédita.

¿Qué espera que suceda durante las próximas semanas, en el debate sinodal?

Espero que podamos tener un intercambio sincero y tranquilo de experiencias pastorales, de argumentos, en una atmósfera de escuhca. No respuestas prefabricadas, sino aclaraciones sobre el “status quaestionis”, y luego habrá todo un año para la discusión a nivel local, antes de las decisiones de 2015.

¿Le parece que Papa Francisco hable demasiado de misericordia?

¿Cómo es posible hablar demasiado de un tema que es fundamental en el Antiguo Testamento? Claro, la misericordia no contradice la doctrina, porque es en sí misma una verdad revelada, y no cancela los mandamientos del Señor; pero es una clave hermenéutica para su interpretación. El Papa Juan XXIII en la apertura del Concilio dijo: «Hoy, la Iglesia debe usar no las armas de la severidad, sino la medicina de la misericordia». La misericordia es, pues, el tema central de la época conciliar y post-conciliar de la Iglesia católica.

Andrea tornielli (vatican insider)

 Acompañar

La misericordia, decimos nosotros siguiendo el evangelio tan lleno de misericordia y ternura de Jesús con la mujer, crea y genera nuevos escenarios. Busquemos, estudiemos, leamos y seamos capaces de tomar posición sin entrar en internar, y dejémonos guiar por la misericordia que siempre incluye, abraza y recrea los ambientes.

 Doña Jovita y el mate de la paz

 

Padre Javier Soteras