La mujer y el camino de la santidad

miércoles, 29 de marzo de 2017
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29/03/2017- El miércoles 8 de Marzo comenzó en Radio Maria el ciclo “Argentina, tierra de santos”, orientado a conocer los santos de nuestra tierra y conducido por las hermanas Silvia Somaré y Carolina Alberici, Esclavas del Corazón de Jesús, y Constanza Espeche, psicóloga y ex-alumna del colegio De Maria perteneciente a esta congregación.

En la primera edición de este programa, las conductoras reflexionaron sobre lo que significa ser santo. Y, dentro de este contexto y en conmemoración al Día de la Mujer, comentaron acerca de la santidad en la vida de aquellas que, a lo largo de la historia de nuestro país, han sido ejemplo de alegría, entrega, empatía y fortaleza.

El Papa Francisco invitó a reconocer a los santos que caminan entre la gente como aquellos que, sin ser súper hombres ni perfectos, llevan la alegría de tener a Jesús en el corazón y la transmiten a los demás, llevan una vida sencilla y saben pedir perdón a Dios. “El desafío es sacar del imaginario popular al santo perfecto, que no peca ni tiene defectos. A la santidad estamos llamados todos, desde nuestra vida, con nuestras características y todo lo que traemos”, comentó la hermana Silvia.

En ocasión al Día de la Mujer, las conductoras destacaron aquellos aspectos de la vida de la mujer que la hacen caminar hacia la santidad. Entre ellos, destacaron el “corazón de madre” -biológica o espiritual- que identifica a las mujeres, reflejado en la entrega desinteresada e incondicional por la que se descentran a sí mismas para dar vida a los demás. Además, su innata capacidad de empatía, sensibilidad e intuición les permite ponerse en el lugar del otro y ver donde nadie ve, especialmente en los lugares de sufrimiento y angustia.

Madre Catalina, una cordobesa valiente.

Como gran ejemplo de madre espiritual y evangelizadora, las conductoras compartieron acerca de la vida de Madre Catalina de Maria Rodriguez, una mujer valiente que se animó a salir de los moldes que encerraban a la mujer en el siglo XIX y a trabajar por otras mujeres que eran invisibles antes los ojos de la sociedad de la época.

Desde pequeña fue fiel en su amor por Dios y sus hermanos, buscando siempre hacer la voluntad de Dios y comprometida con cada circunstancia que le tocó vivir. Después de perder a su hija recién nacida y enviudar, concretó su “sueño dorado”, como ella lo llamaba, de fundar en Córdoba una congregación de religiosas con carisma ignaciano y orientada a la acción apostólica concreta. “No podía abandonar mi sueño porque estaba entrañado en mi alma”, decía la religiosa. Y así fundó la congregación de las Hermanas Esclavas del corazón de Jesús, el 29 de Septiembre de 1872.

Madre Catalina dedicó el resto de su vida a acompañar, educar y dar hogar a las mujeres que eran “descartables” para la sociedad cordobesa del siglo XIX, enseñando la doctrina de la Iglesia y sirviendo los ejercicios espirituales para acercar los corazones de los hombres a la misericordia de Dios. Devota al Sagrado Corazón de Jesús, quien, en sus palabras, era su fortaleza en sus momentos de mayor angustia, sostenía que “Dios, a quien nadie le gana en misericordia, nunca me dejo sola”.

“Jesús sale a nuestro encuentro y nos invita a pensar cual sería el salto que, como Madre Catalina, debemos dar en nuestro camino hacia la santidad”, comentó la hermana Carolina, invitándonos a reflexionar acerca de aquellas personas que nosotros reconocemos como santos en nuestras comunidades y dejan huella en el camino para que podamos seguirlos.