La oración de intercesión en conformidad con la voluntad de Dios

jueves, 26 de mayo de 2016
image_pdfimage_print

26/05/2016 – Abraham se quedó de pie frente al Señor, entonces se le acercó y le dio: “¿Así que vas a exterminar en Sodoma al justo junto con el culpable?. Tal vez haya en la ciudad cincuenta justos. ¿Y tú vas a arrasar ese lugar, en vez de perdonarlo por amor a los cincuenta justos que hay en él?. ¡Lejos de ti semejante cos!. ¡Matar al justo juntamente con el culpable, haciendo que los dos corran la misma suerte!. ¡Lejos de ti!. ¿Acaso el Juez de toda la tierra no va a hacer justicia?”. El Señor respondió: “Si encuentro cincuenta justos en la ciudad de Sodoma, perdonaré a todo ese lugar en atención a ellos”.

Entonces Abraham dijo: “Yo, que no soy mas que polvo y ceniza, tengo el atrevimiento de dirigirme a mi Señor. Quizá falten cinco para que los justos lleguen a cincuenta. Por esos cinco ¿vas a destruir toda la ciudad?. “No la destruiré si encuentro allí cuarenta y cinco”, respondió el Señor. Pero Abraham volvió a insistir: “Quizá no sean mas que cuarenta”. Y el Señor respondió: “No lo haré por amor a esos cuarenta”.

“Por favor, dijo entonces Abraham, que mi Señor no lo tome a mal si continúo insistiendo. Quizá sean solamente treinta”. Y el Señor respondió: “No lo haré si encuentro allí a esos treinta”. Abraham insistió: “Una vez más, me tomo el atrevimiento de dirigirme a mi Señor. Tal vez no sean mas que veinte”. “No la destruiré en atención a esos veinte”, declaró el Señor. “Por favor, dijo entonces Abraham, que mi Señor no se enoje su hablo por última vez. Quizá sean solamente diez”. “En atención a esos diez, respondió, no la destruiré”. Apenas terminó de hablar con él. El Señor se fue, y Abraham regresó a su casa.

Génesis 18, 22 – 33

 

 

En este texto Abraham aparece como un modelo de intercesión ante Dios, haciéndose espejo del pueblo. Abraham es el Padre de la fe, y nos enseña un camino de confianza en el trato con Dios que luego lo tomará Moisés. En función de acrecentar en nosotros la confianza y la amistad, Dios quiere que se la “peliemos” desde la oración.

La gracia del Señor toca a nuestra puerta, invitándonos a orar, pero no de cualquier manera, sino insistentemente, en forma constante, y no sólo en lo personal sino como pueblo, al modo y al estilo de Abraham. Lo hace para que en medio de nuestro dolor, de nuestra pena, de nuestra búsqueda, de nuestro trabajo constante, de nuestro servicio podamos encontrar los caminos a donde Dios nos quiere conducir.

La oración es el gran arma, donde aprendemos a luchar contra todo lo que atenta en el corazón que impide que seamos el pueblo que Dios soñó para nosotros. El alma de Radio María es la oración. No porque en la oración se encuentre un refugio y una escapatoria a los problemas, sino que es el gran lugar donde nos ponemos de pie para ir hacia adelante. Por eso nuestro que hacer como Radio es orar y a la ver tocar la realidad con su crudeza. La oración de intercesión nos pone de pie y se constituye en alma de lo de todos los días en donde nos sostenemos mutuamente y especialmente a quienes no pueden rezar porque no saben o por el dolor.

La oración no solo le da alas al alma, sino que el que ora como águila puede ver la perspectiva en su conjunto y así ver por dónde entrar mejor. La oración nos fortalece para una lucha constante, permanente y desmedida.

Oramos con confianza y con humildad, sin eufemismos ni darle mucha vuelta, sino directamente con lo que necesitamos. Oramos con la conciencia de Dios que “me sondea y me conoce”, que sabe lo que necesitamos. Una oración confiada, íntima pero que no nos encierra en nosotros mismos sino que nos saca a los demás.

Nada de lo humano le resulta extraño a Dios, y todo lo humano que no ocupa y preocupa tiene que ser en Dios puesto para que en Él sea transformado. Ahí sí nos hacemos con Cristo, el único intercesor, intercesores. Toda oración de intercesión lo hacemos en Él. Por eso el amor nos amplía los horizontes y nos lleva a donde están los hermanos que más lo necesitan. Así nosotros podemos estar en lso hermanos desde la oración de intercesión, que todo lo del mundo me resulte familiar como a nuestro amigo Jesús. Es que en “Cristo vivimos, nos movemos y existimos”.

El Señor nos invita a orar sin cesar, porque el Espíritu está cerca. La humanidad es frágil y solo el Espíritu puede sostenernos. Mientras sentimos la debilidad de lo humano Dios se hace fuerte en nosotros en el camino de la oración. 

Cuando nosotros oramos todos juntos por algunas intenciones en particular y nos sumamos todos por una misma intención lo hacemos sencillamente por amor, no se puede hacer por formalismo. Uno va aprendiendo a amar en la medida en que va amando y va conociendo lo que se ama, y por eso no es lo mismo la oración del comienzo de la intercesión que aquella que va creciendo y se va alimentando con el fuego del amor que va aumentando en nuestro corazón.

¿Porqué oramos intercesión?, no porque nosotros en la oración de intercesión constante le vamos a sacar algo a Dios de lo que Él nunca estuvo dispuesto a darnos porque no era su voluntad ni su querer, sino que en el querer de Dios, y entendiendo cuál es su voluntad y cuál es su plan, nosotros oramos para disponernos interiormente a recibir el deseo profundo que crece en nosotros de lo que Dios estaba dispuesto a darnos. La oración de intercesión es una oración que más que conseguir algo de lo que pedimos, nos mete en profunda comunión con el plan y el misterio de Dios y nos hace a nosotros capaces de aceptarlo, así es como Dios nos lo plantea y nos lo pide.

También podemos dar otra respuesta a esto de por qué orar si Dios ya lo sabe todo, porque es para aceptar y decir desde el corazón “que sea su voluntad”, desde la oración de intercesión, nos abrimos para entender cómo y de qué manera podemos participar en aquel designio de Dios.

Padre Javier Soteras