La tentación y sus matices – P. Fernando Cervera

jueves, 22 de junio de 2017
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22/06/17 – En diálogo con Radio María el P. Fernando Cervera continúa hablando desde la espiritualidad ignaciana sobre las tentaciones y a dónde nos llevan.

La libertad comienza con uno mismo, lo que venimos hablando apunta a eso, a una mayor libertad. Donde uno elige desde uno y desde el encuentro con Dios y con el hermano.

La tentación es una oportunidad de crecimiento, un sacudón para poder darse cuenta de algo. La tentación no deja de ser ese ámbito de aprendizaje, si no hay tentación no hay vida espiritual, si no hay tentaciones no hay búsqueda, no hay movimiento. El objetivo es aprendizaje y fortalecimiento, sin la gracia del Espíritu de Dios no podemos luchar, debemos ser dóciles para que Él nos guíe.

La tentación es ese cruce de camino que se da cuando queremos avanzar en serio en la vida. Es difícil a veces diferenciar.

La tentación tiene varios matices:

+  Lo que nos traba: la tentación viene a trabar nuestro camino con Dios. Busca que yo me desanime, que encuentre en ella un obstáculo. Se va a aprovechar mucho de nuestras debilidades, busca entrar por los puntos débiles de nuestra vida espiritual y ahí hacernos caer, alejarnos de Dios. Una herramienta que nos da San Ignacio es no guardar secreto de aquellas cosas que uno cree que no son tan importantes, que uno minimiza o le da vergüenza, debemos hablarlas. La segunda es ponerle rostro, cortarla de entrada, vencerse a uno mismo, dejarle el camino a Dios para que Él venza en mi.

+ Oportunidades de engaño, de tropiezo: La oración me va a ayudar a ejercitar, a discernir cuando en un momento de mayor crecimiento espiritual siempre viene una confusión, un engaño que hay que superar. Si termino en algo que es distractivo o malo, no es del buen espítitu.

+ Campo de la soberbia: Sobrevaloración de uno mismo, hasta creer no necesitar de los demás, del amor. Hago de la fe una cosa, algo que poseo. Es uno de los campos donde la tentación mas va a apuntar, porque nos hace perder la imagen de hijos. Hay que pedir la humildad, que Dios nos regale este don.