Llamados a ser sal y luz del mundo

jueves, 24 de mayo de 2018
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24/05/2018 – Ser sal y luz es propio de la acción del Espíritu Santo en nosotros. Hoy somos invitados a salar e iluminar la vida con la presencia del Espíritu a la medida del proceso que vamos caminando.

Catequesis en un minuto

 

 

Jesús dijo a sus discípulos:«Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo.Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar.Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible. Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena. Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la Gehena,donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.Porque cada uno será salado por el fuego.La sal es una cosa excelente, pero si se vuelve insípida, ¿con qué la volverán a salar? Que haya sal en ustedes mismos y vivan en paz unos con otros».

San Marcos 9,41-50

 “Sal de la tierra y luz del mundo”

Se trata de dos imágenes que según el Papa, “hacen pensar a nuestro comportamiento”, porque “la carencia como el exceso de sal, hacen disgustoso el alimento”, y también “la falta o el exceso de luz, impiden ver”: “Quien puede verdaderamente hacernos sal que da sabor y preserva de la corrupción, y luz que ilumina el mundo, es sólo el Espíritu de Cristo”. Dijo Francisco

El Espíritu Santo que recibimos en el bautismo y la confirmación El sacramento de la confirmación se llama así “porque confirma el bautismo y robustece la gracia bautismal”. “Se llama también crismación, -añadió – porque con la unción del crisma se recibe al Espíritu Santo, para que el cristiano se conforme cada vez más a Cristo y se comporte siempre como hijo de Dios”.

Asimismo explicó que renacer en la vida divina en el Bautismo es “el primer paso”, pero que además, es necesario “comportarse como hijos de Dios”, y esto lo podemos hacer sólo con la fuerza del Espíritu Santo: “sin la fuerza del Espíritu Santo no podemos hacer nada – afirmó: es el Espíritu quien nos da la fuerza para ir hacia adelante”.

Así, tras recordar que “Cristo fue ungido por el Espíritu Santo”, y que “toda su vida estuvo animada por el Espíritu”, el Papa manifestó que del mismo modo “la vida de la Iglesia, y de cada uno de sus miembros, ha de estar guiada por el mismo Espíritu”.

Francisco prosiguió recordando que en la sinagoga de Nazaret Jesús se presenta como “el Ungido” por el Espíritu: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción» (Lc 4,18). Esta es la “tarjeta de identidad de Jesús”, dijo también el Santo Padre, y señaló que “el respiro de Cristo Resucitado, llena de vida los pulmones de la Iglesia”. Por ello, la fiesta de Pentecostés, que celebramos el domingo pasado, para la Iglesia es “el impulso misionero para entregar nuestras vidas para la santificación de los hombres y la gloria de Dios”: “El Espíritu descendió con su fuerza sobre los Apóstoles el día de Pentecostés, y recibieron el impulso misionero de entregar sus vidas por la santificación de los hombres, para gloria de Dios. En la confirmación, Cristo nos colma con su Espíritu y nos consagra como testigos suyos, nos hace partícipes de su misma vida y misión. El testimonio cristiano consiste en hacer todo lo que el Espíritu de Cristo nos pide, dándonos su gracia para cumplirlo”.

 

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