Los obispos cordobeses animaron a anunciar el evangelio con alegría y en comunidad

jueves, 18 de julio de 2019
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18/07/2019 – Este miércoles compartimos la segunda jornada del Retiro Arquidiocesano de Córdoba de este año que tuvo el lema pastoral, “El Espíritu Santo nos anima. Caminamos juntos”. Como en años anteriores, el arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos Ñáñez, y sus auxiliares, monseñor Pedro Torres y monseñor Ricardo Seirutti, fueron quienes predicaron el retiro que en esta segunda etapa se centró en el envío misionero de los cristianos con el primer anuncio, que implica, como explicó Monseñor Ñañez: “Dios te ama, te salva, te cura las heridas y te da un horizonte nuevo”.

Los obispos cordobeses retomaron la meditación sobre los cuatro causes para implementar los lineamientos del sínodo de la Arquidiócesis: la santidad, el primer anuncio, la iglesia en salida y la opción por los pobres y sufrientes.

Monseñor Ricardo Seirutti comenzó la primera reflexión con la lectura Hch 10, 34-43, sobre la opción preferencial por los pobres y los sufrientes. “Los discípulos han caminado con Jesús y el Maestro se ha encargado de imprimir el mensaje del reino y de compartir su vida entera con ellos. No me encuentro con Jesús verdaderamente sino comienza en mí el deseo de un proyecto vital, de ahora en más, en la invitación del andar con y como Jesús”, comentó. Así resaltó como los discípulos se esfuerzan por vivir al estilo de Jesús, en sencillez y humildad, y los cristianos estamos llamados a continuarlo. “Queremos ser una Iglesia que pasa haciendo el bien, que camina al lado, que es pobre con los pobres y que reconoce que todo le viene dado por Dios. Una Iglesia que se abaja a lavar los pies”, exhortó.

En una segunda reflexión, Monseñor Pedro Torres invitó a reconocer que el Espíritu nos está invitando a salir. “La Iglesia quiere seguir caminando en la escucha de lo que el Espíritu quiere decirnos” comentó invitando. Resaltó cómo este envío viene por parte de Dios, y que “ya en el bautismo se nos envía, en la confirmación se nos envía, en cada eucaristía se nos envía”. Se trata de una salida alegre y gozosa de testigos de lo que hemos visto y oído en todos los ámbitos de la vida. “Cuándo descubrimos que Dios nos quiere misioneros, no hay que esperar, hay que salir” dijo con entusiasmo. “Los apóstoles caminan juntos” reflexionó desde la experiencia de Pablo, Bernabé, Timoteo y Silas en el capítulo 16 del libro de los Hechos de los apóstoles. “La misión no es un capricho ni una actitud natural de extroversión sino que el gran protagonista de la misión es el Espíritu que nos dice cuándo y como anunciar, y con medios muy simples”.  El Padre Pedro animó a soñar con el anuncio en todos lados: que Jesús nos ama.

Por su parte, el Arzobispo de Córdoba, reflexionó sobre el primer anuncio “a donde permanentemente necesitamos volver”. Destacó que la principal evangelización surge del testimonio de la caridad en la vida cotidiana y que habitualmente se necesitan al menos dos personas,  anunciar el evangelio con otros y en comunidad.  Desde el texto en Hch 10, 37-43, invitó a pasar por el corazón el primer anuncio y renovar el encuentro con Jesús: “Jesús te ama, a todos nos ama, pero de un modo personal y único”. Jesús sana, nos cuida y ofrece un horizonte de plenitud, nos invita y nos capacita para llegar a la santidad. “¿Yo creo en Jesús, en que me ama, me salva y me sana?” invitó a preguntarse. Monseñor Carlos Ñáñez dijo que se anuncia con la buena disposición, a través de un testimonio coherente, sin imposiciones y sobre todo con el Espíritu Santo que es quien da coraje y da fecundidad. “Llevamos una buena noticia para que cada uno libremente la acepte, y así pueda darse el encuentro con el Señor”, comentó.

Nuevamente el Padre Ricardo Seirutti tomó la palabra y se refirió al llamado que todos tenemos a la santidad. Desde el relato de la conversión de Saulo (Hch 9, 1-17), reflexionó sobre la santidad y la vida comunitaria. como un regalo de Dios que se nos da en el bautismo”, una gracia que acepto o dejo. “El seguimiento y la santidad caminan en un mismo sentido, se crece en el seguimiento y se crece en la santidad, como gracia otorgada por el Espíritu Santo”, explicó. La santidad es vivida en lo ordinario de lo cotidiano, donde está nuestro diario pasar, con quienes vivimos y en donde vivimos. Ahí la gracia de Dios me encuentra, ahí en mi búsqueda de Dios permanente alcanzo la santidad”. Además aclaró que “como la iglesia de los comienzos, la gracia de la santidad crece y se vive en la comunidad”.

El obispo cordobés terminó citando al Papa Francisco “No tengas miedo de apuntar más alto, de dejarte amar y liberar por Dios. No tengas miedo de dejarte guiar por el Espíritu Santo. La santidad no te hace menos humano, porque es el encuentro de tu debilidad con la fuerza de la gracia. En el fondo, como decía León Bloy, en la vida existe una sola tristeza, la de no ser santos» (GE 34).

Por último Monseñor Carlos Ñáñez tomó el texto de Hch 4, 32 -37 sobre las primeras comunidades cristianas. “Tengamos siempre en cuenta que la propuesta del evangelio es como una semilla que crece por sí sola. Hay que sembrar con ilusión y esperar su crecimiento con paciencia y con esperanza, no dejarnos ganar por la ansiedad”, recomendó. “Es bueno tener en cuenta que la obra evangelizadora tiene comienzos modestos, como la semilla de mostaza, pero tiene crecimientos admirables que despiertan asombro, robustecen la confianza y animan la esperanza. Porque al final la obra es de Dios y Él la llevará a término”, comentó deseando que así pueda caminar la Iglesia que está en Córdoba.