Nuestra noche de Navidad

sábado, 29 de diciembre de 2012
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CATEQUESIS DEL LUNES 24 -12-12

 

Queremos empezar hoy con una enseñanza que nos daba Benedicto XVI, el 23 de diciembre del 2009, que nos invitaba a descubrir el significado de la Navidad del Señor, tratando de encontrar el origen histórico de esta solemnidad.

El origen histórico de esta solemnidad no es la más antigua de la cristiandad, ya que los cristianos han celebrado siempre la Pascua, la resurrección de Cristo. Es como la base del anuncio del evangelio, el fundamento. Y esa Pascua de Jesús quiso renacer la iglesia. Por tanto al ser cristianos significa vivir de forma pascual, implicándonos en el dinamismo originado por el bautismo que nos lleva a morir al pecado para vivir con Dios. Sin embargo ya en el año 204, Hipólito de Roma en su comentario al libro del profeta Daniel habla con claridad que Jesús nació un 25 de diciembre. Ese día se celebraba la dedicación del templo de Jerusalén instituida por Judas Macabeo en el 164 a. c. La coincidencia de fechas vendría entonces a significar que con Jesús aparecido como luz de Dios en la noche, se realiza la verdadera consagración del templo, el adviento de Dios, la venida de Dios sobre esta Tierra. Pero es en el siglo IV donde la Iglesia ya asume como propia la fiesta del 25 de diciembre, porque se celebraba una fiesta romana, el “sol invictus”, el sol invisible y se puso así en evidencia que el nacimiento de Cristo es la victoria de la verdadera luz sobre las tinieblas del mal y del pecado. Es interesante entonces, la navidad comienza celebrándose vinculando a la luz, al sol, signo de vida, signo de calor, signo de que estamos llamados a no dejarnos atrapar por las tinieblas, sino caminar en la presencia del Señor.

Vamos a ahondar un poquito más, porque la pregunta puede ser ¿Cómo pasamos de esta celebración de la navidad como la fiesta del sol invicto al pesebre? Y ahí nos vamos al medioevo donde gracias a San Francisco de Asís, encontramos que el pesebre comienza a ser el icono, el símbolo de la navidad. Hasta entonces se celebraba la navidad poniendo una lucecita, una vela encendida en tu casa, en la ventana, en las puertas de las casas, pero San Francisco de Asís estaba profundamente enamorado del hombre Jesús, del Dios con nosotros, él tiene como la misión de acercarnos a todos, la contemplación de lo acontecido en Belén. Su primero biógrafo Tomás Benselano nos narra que San Francisco por encima de las demás solemnidades celebra con inefable premura la navidad del niño Jesús y llamaba fiesta de las fiestas el día en que Dios hecho un niño pequeño, había mamado de un ser humano. De esta particular devoción al misterio de la Encarnación, tuvo origen la famosa celebración de la navidad en Grecho, esta probablemente le fue inspirada a San Francisco por su peregrinación a Tierra Santa y por el pesebre de Santa María la mayor en Roma. Lo que animaba el pobrecillo de Asís era el deseo de experimentar de forma concreta, viva y actual la humilde grandeza del acontecimiento del nacimiento del niño Jesús y de comunicar su alegría a todos. En la primera biografía habla de la noche de Belén de  Grecho  de una forma viva y conmovedora, contándonos como en medio de la noche se va haciendo realidad este primer pesebre. Con San Francisco y su Belén se ponía en evidencia el amor de Dios, la grandeza de Dios que se hace pequeña, la ternura de Dios que se hace cercanía. Por eso, pidámosle al Señor que hoy sea un día de luz, que la luz venza las tinieblas y que nosotros vayamos al pesebre con el amor y el corazón de Francisco.                                                        

 ¿Cómo esta noche buena va a estar presente en tu vida, en tu familia, en tu comunidad?

San Francisco de Asís nos invita a centrarnos en el niño, gracias a San Francisco y la centralidad del pesebre la Iglesia y el pueblo cristiano, ha podido percibir que en navidad Dios verdaderamente se ha convertido en el Emanuel, el Dios con nosotros del que no nos separa barreras ni lejanía alguna. Pero ese Emanuel y el Dios con nosotros quiere hacerse presente, inaugurar la plenitud de los tiempos haciéndose niños, Dios se ha hecho niño para hacerse tan próximo a cada uno de nosotros, tan cercano que podemos tratarlo de tu a tu y mantener con Él una relación confiada de profundo afecto como lo hacemos con un recién nacido. Muchas veces he escuchado al padre Ángel Rossi de radio María como nos invita a imaginarnos a la Virgen con el niño, y qué hace el niño, el niño quiere estar en brazos, al niño le encanta que lo alcemos y por qué no pensar que ese niño esta como mendigando que le abramos los brazos para tenerlo en nuestros brazos. Tener en nuestros brazos al mismo Dios, es una locura, es la locura de amor de Dios. Por eso, ese niño ha hecho de manifiesto el Dios amor, ese niño no habla pero dice mucho, dice que Dios es amor, que Dios viene sin armas, sin la fuerza porque no pretende conquistar desde , sino que quiere ser recibido y abrazado por el hombre en libertad. Dios se hace niño para vencer la soberbia, la violencia, el ansia de poseer del hombre. En Jesús Dios asumió esta condición pobre y desarmada para vencer con el amor y conducirnos a nuestra verdadera identidad. No debemos olvidar que el titulo más grande de Jesucristo es precisamente el ser hijo de Dios, la dignidad divina se indica con un término que prolonga la referencia la humilde condición del pesebre de Belén. Por eso, su condición del niño nos indica además como podemos encontrar a Dios y gozar de su presencia, la condición de niño nos da una clave para vivir toda Navidad y para vivir esta Navidad, si no convertís, os hacéis como niños, no entrareis en el Reino de los Cielos y no he entendido el misterio de la navidad con corazón de niños, posiblemente corra el peligro de quedarse afuera, de que no haya lugar, que estemos demasiado ocupados en las cosas de los grandes y nos perdamos las primicias de Dios para los niños y para los pobres. Pero hay otro elemento interesante que yo quisiera invitarlos a pensar, en el evangelio de Lucas 2, 11 cuando en el gran anuncio podríamos decir el  querigma  de la navidad, los ángeles les dicen a los pastores: “Hoy en la ciudad de David les ha nacido un Salvador, es el Mesías, el Señor” .En esta frase tan breve, el anuncio es muy completo, en la ciudad de David, uniéndonos a las promesas de la salvación, ha nacido un niño pero que es salvador, es el mesías y es el Señor, tres títulos atentamente cristológicos, Salvador, Mesías y Señor. Pero es introducido este anuncio con una palabra clave para entender el evangelio y el modo de actuar de Dios, hoy, el hoy de Dios. Permítanme invitarlos a recorrer el evangelio en esta perspectiva del hoy de Dios y recordamos cuando Jesús en la sinagoga de Nazaret comenzó a decirles, “hoy se ha cumplido un pasaje de la escritura que acaban de oír”, o cuando en Lucas 5 curó al paralitico, todos quedaron llenos de asombro y  glorificaban a Dios diciendo con gran temor: “hoy hemos visto cosas maravillosas” , o en Lucas 12 cuando nos habla de la confianza de la providencia, si Dios viste así a las hierbas que hoy están en el campo, Dios cuida a cada uno de los que hoy están viviendo o también en Lucas 19 en ese encuentro de la conversión de Zaqueo, al llegar a ese lujar Jesús miró hacia arriba y le dijo: “Zaqueo, baja pronto porque hoy tengo que alojarme en tu casa” . O también cuando ya en la casa de Zaqueo, Jesús le dijo: “Hoy ha llegado la salvación a tu casa”, ya que también este hombre es un hijo de Abraham. Pero también el hoy tiene sentido de advertencia. Pedro en el capítulo 22 de Lucas anunciándole la negación, pero Jesús replicó: “Yo te aseguro Pedro que hoy antes que cante el gallo habrás negado tres veces que me conoces” y Lucas 22, 61 el mismo pasaje del anuncio de las negaciones de Pedro, el Señor dándose vuelta miró a Pedro, éste recordó las palabras que el Señor le había dicho: “hoy antes que cante el gallo me habrás negado tres veces”. Y terminemos como esta recorrida con la presencia del hoy salvífico en el evangelio, yendo al capítulo 23 de Lucas, en el monte calvario, en el dialogo con el buen ladrón, Jesús le respondió: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”. Por eso la navidad, si bien recordamos algo del pasado, actualizamos el hoy de Dios. Por eso, vamos al pesebre para hacer memoria agradecida de cómo el Señor ha querido instalarse en medio de nosotros, pero lo hacemos con la certeza que hoy también para nosotros como a los pastores se nos anuncia una gran noticia, que Jesús quiere ser nuestro Salvador, nuestro Mesías, nuestro Señor y lo hace desde la sencillez de un niño.

En la navidad el cielo y la tierra se unen. Todos los textos que hablan del nacimiento de Jesús hacen alusión al pesebre. Y el Papa que es un gran conocedor y seguidor de San Agustín dice: “San Agustín ha interpretado el significado del pesebre con un razonamiento que en un primer momento parece casi impertinente pero que examinando con más atención contienen una profunda verdad. El pesebre es donde los animales encuentran su alimento. Sin embargo ahora yace en el pesebre y Él se ha indicado a sí mismo como el verdadero pan bajado del cielo, como el verdadero alimento que el hombre necesita para ser persona, le da al hombre la vida verdadera, la vida eterna. El pesebre se convierte de este modo en una referencia en la mesa de Dios a la que el hombre está invitado para recibir el pan de Dios. En la pobreza del nacimiento de Jesús se perfila la gran realidad en la que se cumple de manera religiosa la redención de los hombres. El pesebre nos invita también a descubrir ese alimento celestial que se nos ofrece en cada Eucaristía. Nosotros nos tenemos que alimentar de ese pan vivo bajado del cielo. En el Pesebre nos anticipa la Eucaristía y la Eucaristía nos anticipa en cielo. Y por eso en la navidad cuando estés en la misa celebra profundamente la comunión con tus seres queridos que ya están en el cielo. Cuando cantes el gloria cántalo pensando en los ángeles que vinieron a la tierra para anticipar, para decirnos dos cosas muy importantes que a Dios hay que rendirle gloria, culto, Dios es Dios, pero a Dios hay que pedirle la paz para esta tierra. Únete al canto de los ángeles que se hacen presentes en la tierra. Pero cuando cantes el Santo, vos subí al cielo y únete al coro de tus familiares que se han muerto pero que están con Dios para decirles, llenos de paz en la tierra, Santo, Santo a nuestro Dios. Entonces vas a ver que el corazón va a ir como viviendo una Navidad en paz, aunque tengamos la ausencia de un ser querido. Así como la Eucaristía tiene esa presencia exterior misteriosa de un sencillo pan, la señal del nacimiento del Niño Dios, la señal de que el Señor ha puesto su morada para siempre en la tierra, nos la dice Lucas con mucha sencillez en el capítulo 2, “Y esto les servirá de señal, encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre” Qué misterio, que el centro de la Navidad esté con ese signo, en pañales. Y cuando decimos en pañales decimos que está comenzando, abunda todavía el todavía no, más que el ya. Y esto es la gran provocación que produce la Navidad, ya está presente el Señor entre nosotros pero todavía no lo conocen, ya está el Señor que nos va a traer la libertad. Pero sin embargo la libertad de los hombres van a seguir haciendo de las suyas y muy prontito vamos a celebrar la muerte de los santos inocentes. Navidad nos vuelve a enfrentar con el estado en pañales de Dios que elige este camino para llegar a nosotros. De los pañales de nuestro mundo que cree y avanza a paso de gigante, pero está muchas veces en pañales. Navidad que nos enfrenta a todos porque nos reunimos y brindamos, pero todavía está en pañales la unidad familiar. Por ahí termina la celebración, nos fuimos de casa y ya nos estamos sacando el cuero, nos estamos criticando, porque navidad nos enfrenta a nuestros pañales de tantas hipocresías que nos hacen estar preocupadísimos por la imagen. Navidad nos hace frenar y descubrir nuestras limitaciones. Navidad nos hace descubrir que nosotros estamos en pañales. Hay un escrito hermosísimo del cual me estoy inspirando, del padre Juani Brieva que está en Santiago del Estero, en santos lugares, en Nianatuya y a él le encanta contemplar esta dimensión, vivir la irrealidad de una humanidad que también está en pañales y por eso necesita ir a contemplar al niño Dios, que pone ese gesto, se hace sencillo y pequeño para que nosotros nos animemos a caminar. Por eso en esta navidad no te asustes de tus pañales, no te amargues de tantas cosas tristes que todavía no hemos podido cambiar, de tantos dolores que todavía nos toca vivir. Pero descubrir en ese niño envuelto en pañales, al camino, la verdad y la vida. Él ya está, Él es nuestro salvador, si lo dejamos entrar, si vamos a adorar, si dejamos que Él se haga presente en nuestra vida, el hoy de Dios seguirá venciendo nuestros pañales y el hoy de Dios se transformará en la presencia que nos acompañará toda la vida. Por qué dice el Cardenal Rasinger,                      por qué el hombre puede celebrar la navidad, porque el hombre ha triunfado, ha triunfado en ese niño que se hizo hombre, tan solo el Dios que se hizo finito puede vencer nuestra infinitud. La infinitud sale a nuestro encuentro porque Dios quiere regalarnos su infinitud, Dios se hace hombre para que el hombre pueda vivir la vida de Dios, por eso se deja comer, nace en un pesebre, nos invita a vencer nuestros pañales, lo que todavía nosotros no podemos, “No temas, yo estoy contigo para llevarte al cielo”

La fiesta que también está marcada por la solidaridad, yo les estoy compartiendo esta catequesis desde la parroquia y acá al ladito del lugar donde estoy hablando, que es el despacho parroquial, tengo a los voluntarios de caritas que están acomodando ropa, donaciones, preparando todo también para esta navidad porque acá en la parroquia los jóvenes, después de la noche buena, a eso de las doce y media, una de la mañana van a salir a compartir pan dulce, cosas lindas, llevar al pequeño niño Jesús a toda la gente que por ahí está sola en la calle o está trabajando, dando los servicios para que la ciudad pueda seguir funcionando. Pero también después de la misa de Nochebuena vamos a compartir la mesa con las religiosas que están colaborando en la parroquia, las hermanas Mínimas del santo sufragio, con los sacerdotes, con las familias que también quieren compartir con nosotros la navidad y entonces a veces vienen personas que están solas, algunas personas que piden una navidad distinta y lo hacen así en la parroquia. Por eso uno de los mensajes que me conmovió, planteaba que en esta navidad se encontraba muy solita, bueno también la navidad tiene algo de soledad, si me permitís un consejo yo estoy seguro de que si te acercas a tu cura párroco y le compartís esto o alguna de las personas que habitualmente compartís la misa, mira hay tantas familias que con gusto te van a abrir la puerta porque quien entiende a Jesús, siempre la mesa es grande para recibir a otro. A veces por ahí nos encerramos un poquito pero acá en el barrio estoy tratando de que se corra un poquito la noticia, que si alguien está solo puede venir a la parroquia, no va a faltar comida, alimento, porque la gente que incluso cocina hoy, nos trae incluso una partecita para que los invitados puedan estar muy bien acompañados. Por eso vamos cerrando, yo les propongo, el 24 es un día medio a las corridas sobretodo las pobres mujeres tienen que trabajar muchísimo porque por ahí se amplía mucho la familia, estando uno al lado de otro, pero les propongo cerrar hoy la catequesis con un pequeño momento de oración, de contemplación, porque si hay algo que la navidad también tiene es el silencio y solo en el silencio vamos a poder contemplar. Si estas cerquita del pesebre arrímalo un poquito a la mesita o acercate vos a la mesita para poder contemplar, nos vamos a ayudar del padre Diego Fares, que justamente nos propone una contemplación del pesebre, serenar nuestro corazón para que María pueda reclinar confiadamente en nuestros corazones al niño de Belén, si María lo recostó en el pesebre fue porque vio en él algo familiar, algo simple y seguro, como su corazón, si no, no lo hubiera puesto allí .Dios quiera que María también vea en nuestro corazón un pequeño pesebre para que lo pueda acercar, pueda dejar a ese niño Dios en silencio, en nuestro corazón y ese corazón entonces se va a pesebrar, nuestro corazón empezara a tener la paz que trae ese niño Dios. Contemplemos a María y miremos lo que hace, como dice San Ignacio, como reclina al niño en el pesebre, después de haberlo tenido contra sus pechos lo deja despacito en el pesebre para que repose en paz, como una mama recostando a su niño, dormido en la cunita, es la imagen de la paz. Cuando reposa el niño en el pesebre de nuestro corazón llega la paz. Pacifiquemos entonces nuestro corazón en esta navidad. ¿Cómo hago para quedarme en paz? La paz no se hace, es el modo de hacer las otras cosas, yo no puedo quedarme contemplando el pesebre todo el día, tenes que hacer muchas cosas, pero que no me pase como Marta, “Marta te agitas por tantas cosas”. Dejarse ahuecar el corazón, tiene forma ahuecada pero a demás la ramita de paja se deja moldear y por eso son aptas para contener al niño en paz. Que María también nos ayuda a ahuecar el corazón. Que ablanden las aristas que puedan molestar al niño. Dejar que el niño nos vaya serenando, dejar que el niño vaya siendo el centro de nuestra vida, dejar que el niño nos empiece a cambiar la mirada para poder mirar a los otros de una manera distinta, para poder descubrir que mi vida está llamada a entrar en contacto con otros, con otros que son distintos. Al principio María y José se habrán asustado cuando llegaron los pastores, pero después descubrieron que ese niño les venía a decir, los pastores, los más pobres, esa es mi familia. María y José no habrán entendido cuando llegaron los reyes magos de tan lejos, tan distintos, pero despacito María y José habrán entendido que el niño viene a decirles que todos son nuestros hermanos, no hay que poner distancia, no hay que levantar muros, sino tender puentes, dejarse iluminar, así como la navidad comenzó con la fiesta del sol invictus. Que la luz del niño de Belén ilumine, Él es luz, Él es luz que va a iluminar siempre, es la luz de Cristo que vence toda oscuridad, dejar alimentarnos por el Señor, ahí es donde comen paja el asno y el buey. El pesebre es cuna pero también es misa. Que nuestro corazón también pueda dejarse alimentar por el pan de la eucaristía. Lucas dice que María lo reclinó en el pesebre, años después Jesús dirá que Él mismo reclinara la mesa a los servidores que hayan sido fieles y los servirá. Reclinarse en la mesa, significa recostarse en la mesa. Vamos a descansar en la patena de esta eucaristía y así poder tener una santa Nochebuena, una santa Navidad, “Si alguno me ama guardará mis palabras y mi padre lo amará y vendremos a Él y haremos morada en Él” Dios es la morada de Dios por nosotros. Por eso nos atrae tanto el pesebre, porque es lo que somos y es que deseamos lo que esperamos, que Jesús habite en nosotros. Demos gracias entonces al Señor. Vamos a preparar esta Nochebuena tratando de vivirla así, serenamente y permitime proponerte una consigna, no para la catequesis sino una para el día, durante el día, no dejes de rezar el rosario, que mejor que la Madre para preparar nuestro pesebre, incluso si has sentido que por ahí tu adviento no ha sido lo que vos deseabas, no te asustes, María conoce la capacidad de preparar rápidamente lo que por ahí no pudimos preparar en estos 40 días, María es especialista en un adviento estrés, porque con el amor de Madre preparó en ese lugar que quizás no tan propio para el nacimiento del rey Dios, lo hizo cuna, trono para ese rey niño que quiso habitar entre nosotros. Entonces una propuesta, no dejes hoy de rezar el rosario y segundo no dejes que los preparativos de la fiesta te hagan perder la paz en tu corazón, acordate mucho de esa advertencia: ¡Marta, Marta te agitas tanto! No dejes de hacer lo que tenes que hacer, no dejes de correr por lo que tenes que correr, pero deja que el Señor nos regale el ir ahuecando nuestro corazón para que esta noche podamos celebrar con nuestra familia, con nuestra comunidad y con la iglesia del mundo entero, la fiesta de la pequeñez de Dios que nos muestra que es grande en serio.

 

                                                                                                                               Padre Alejandro Puiggari