Teresita: confianza y abandono en Dios

miércoles, 1 de octubre de 2014
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Santa Teresita1

 

Pío XI el día de la canonización de Santa Teresita, dijo que se creía una nueva espiritualidad, el caminito. En el corazón de la Iglesia yo quiero ser el amor. Del mismo modo que e

Teresita nos muestra un camino de abandono y confianza en el Dios providente. Al respecto hay un hecho significativo en su vida que tiene que ver con su espera de cosas grandes de Dios y en ese vínculo particular que tenía con el Señor, en un acto de arrojo en Dios, decide ser un juguetito en manos de Dios. Desde hacía algún tiempo, me había ofrecido al Niño Jesús para ser su juguetitoLe había dicho que no me tratase como a uno de esos juguetes caros que los niños se contentan con mirar sin atreverse a tocarlos, sino como a una pelotita sin valor que pudiera tirar al suelo, o golpear con el pie, o agujerear, o dejarla en un rincón, o bien, si le apetecía, estrecharla contra su corazón. En una palabra, quería divertir al Niño Jesús, agradarle, entregarme a sus caprichos infantiles…

La sorpresa que recibe Teresita es que el Señor se toma en serio nuestras palabras y la oración. Jesús agujerió su juguetito y despues de ver lo que había adentro dejó caer su juguete y se quedó dormido. “¿Y qué hizo mientras dormía dulcemente, y qué fue de la pelotita abandonada…? Jesús soñó que seguía divirtiéndose con su juguete, tirándolo y cogiéndolo una y otra vez; y luego, que, después de haberlo echado a rodar muy lejos, lo estrechaba contra su corazón sin dejarlo alejarse ya nunca más de su manita… Imagínate, Madre querida, lo triste que se sentiría la pelotita al verse tirada por el suelo… Sin embargo, no dejé de esperar contra toda esperanza”.

Cuenta la delicadeza con la que Dios la trató a esta pelotita, como dice ella, fue en las manos de Jesús durante toda su vida. “Al volver de la misa de medianoche encontré en mi habitación una palangana muy bonita y en medio un barquito que llevaba al pequeño Jesús dormido, con una pelotita a su lado. Lo había puesto mi hermana Celina y en la vela del barco Celina había escrito estas palabras: Duermo pero mi corazón vela. En el barco, en la quilla, había puesto una palabra “Abandono” a modo de nombre del barco. Si Jesús no hablaba a su pequeña prometida, dice Teresita, si todavía sus divinos ojos seguían cerrados, al menos se revelaba a ella por medio de almas que comprendían toda la delicadeza y todo el amor de su corazón”.

El abandono en la vida de Teresita y la confianza puesta en el Señor es el sello con el que Dios nos habla desde su magisterio. Además Teresita de ser maestra de la confianza, es maestra de la Misericordia de Dios.

 

Confianza (2)

 

Teresita maestra en la confianza y misericordia de Dios

Otro costado que Teresita nos muestra en su magisterio es la confianza infinita suya en la Misericordia de Dios. Y un texto que particularmente refleja este costado de su enseñanza: “Yo me considero débil, decía, cubierta de un ligero pulmón, no soy un águila, sólo tengo de ella los ojos y el corazón”.

Qué hermoso este conocimiento de sí que tiene Teresita, se reconoce frágil, se reconoce débil como un pájaro pero sabe que tiene dos elementos que sí son de águila: sus ojos y su corazón. “Porque a pesar de mi extrema pequeñez, me atrevo a mirar fijamente al sol divino, el sol del amor, porque mi corazón siente en sí todas las aspiraciones del águila, el pajarillo quisiera volar hacia ese brillante sol que embeleza sus ojos, quisiera imitar a las águilas, sus hermanas, a las que ve elevarse (acá se está refiriendo Teresita a los santos que ella conoce) lo más que puede hacer es alzar sus alitas, pero en cuánto a volar, no está en su débil poder, ¿qué será entonces?, ¿cómo hacer?, ¿morirá de pena al verse tan impotente?. De ninguna manera, El ni siquiera se afligirá, nada sería capaz de atemorizarle, ni el viento ni la lluvia (estamos hablando de la figura del pajarillo con la que ella se identifica) y si oscuras nubes llegaran a ocultarle el astro del amor, el pajarillo no se mueve, no cambia de lugar, sabe que más allá de las nubes, su sol sigue brillando. A veces, es verdad, el pajarillo se ve asaltado por la tempestad, le parece creer que no existe otra cosa más que las nubes que lo envuelven, entonces llega la hora de la alegría de la alegría perfecta para el pobre y débil pájaro. Que dicha para el permanecer allí, no obstante, y seguir mirando fijamente la luz invisible que se oculta a su fe”.

Y también ella habla del pecado: “Yo lo sé, tú también lo sabes, muchas veces la imperfecta criatura se deja distraer un poco de su única ocupación, toma un granito acá y allá, corre tras un gusanillo, luego encontrando un charquito de agua, moja en él sus plumas apenas formadas, ve una flor que le gusta, y su diminuto espíritu se entretiene con la flor, en fin, no pudiendo aliar, como las águilas, el pobre pajarillo vuelve a ocuparse una y otra vez de las bagatelas de la tierra”. Aquí se refiere a su condición bien pobre. Tiene los ojos, el pulmón y el corazón de un águil… pero no tiene alas y siente que se entretiene con cosas de poca importancia, pero su confianza está puesta en Dios.

Está hablando de como siente una aspiración grande por lo que Dios le pide y las limitaciones que encuentra dentro de sí misma para alcanzar aquello que siente como inspiración en su corazón. Ella tiene plena conciencia de que Dios sabe de su pequeñez y experimenta que Dios la está contemplando en su fragilidad. “Después de todas sus travesuras, en lugar de ir a un rincón para llorar su miseria y morir de arrepentimiento, el pajarillo se vuelve hacia su amado sol, presenta a sus rayos bienhechores sus alitas mojadas, gime como una golondrina, y en un dulce canto confía”, cuenta detalladamente sus infidelidades, pensando en su temerario abandono conquistar así más dominio, atraer más plenamente el amor de aquél que no vino a llamar a los justos sino a los pecadores, y termina: “¡Oh Jesús como se alegra tu pajarillo de ser débil y pequeño, ¿qué sería de el si fuera grande? nunca tendría la audacia de comparecerse en tu presencia, de dormitar delante de Ti”. Parece que Teresita tenía muchas veces la experiencia de dormirse frente al Santísimo, y nos pasa lo mismo cuando nosotros también nos dormimos en la oración… sabemos con confianza, que Dios vela por nosotros.

 enfermo

Teresita maestra de abnegación y ternura

“Todas las tardes, decía ella, cuando veía a Sor San Pedro agitar el reloj de arena sabía que ese gesto quería decir “vamos”. Es increíble como me incomodaba sobre todo al principio, sin embargo lo hacía inmediatamente y enseguida comenzaba toda una complicada ceremonia. Había que tomar y llevar el banquillo con el que se agarraba de una cierta manera y de otra sobre todo sin prisa, luego venía el paseo, se trataba de seguir a la pobre enferma sosteniéndola por la cintura. Yo lo hacía con toda la dulzura posible, pero si por desgracia ella daba un paso en falso, inmediatamente le parecía que yo la sostenía mal y que se iba a caer: “Dios mío, usted va demasiado a prisa, me va a hacer caer”. Cuando trataba de ir más lentamente ella se quejaba: “Ponga atención, sígame, no siento más su mano, me ha soltado, voy a caer, ya decía yo que ustedes son demasiado jóvenes”. Y en el encuentro con esta persona tan difícil de la comunidad, Teresita va como ejercitando su corazón para poder vivir en esa ternura y en esa abnegación y dulzura con la que Dios la va formando. “Llegamos al comedor, cuenta ella, y allí surgían nuevas dificultades, allí había que hacer sentar a Sor San Pedro y obrar muy hábilmente para no lastimarla y luego había que recogerle las mangas también de una manera determinada y después yo quedaba libre, me podía ir”.

Ahí terminaba su misión, lo tenían bien claro tanto la viejita enferma como Teresita, sin embargo, dice Teresita: “Ni tardé mucho en darme cuenta de que con sus pobres manos deformadas echaba el pan en su plato como mejor podía y entonces ya, ninguna noche la dejaba sin prestarle también ese sencillo servicio cuando ella no me lo había pedido. Quedó muy conmovida por mi solicitud y con este medio que yo no había buscado me gané completamente su corazón. Sobretodo lo supe más tarde, porque después de haberle cortado el pan para despedirme le dirigía la mejor de mis sonrisas”. Ternura y abnegación, abandono y entrega, confianza en las manos de Dios son las características de esta Santa del “caminito”.

 

Santa Teresita y la Palabra de Dios

En un momento del camino espiritual de Teresita en el Carmelo, encuentra la verdadera luz que va a ser guía y compañía en todo su peregrinar: ni más ni menos que la Palabra de Dios.

Aquí está el centro de la espiritualidad de Teresita, que nos deja en esto una lección. Decía Juan Pablo II en el 75 aniversario del Pontificio Instituto Bíblico de Roma: “La Iglesia siente cada día la necesidad de impregnarse de la Sagrada Escritura para leer allí todo lo que ella es y lo que está llamada a ser. No existe auténtica vida espiritual, eficaz catequesis o actividad pastoral alguna que no exija este retorno constante a los libros sagrados.”

El Concilio Vaticano II en su Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación, Dei Verbum, recomienda insistentemente a todos los fieles la lectura asidua de la Escritura, “para que adquieran la ciencia suprema de Jesucristo. Desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo.” También recomienda de buena gana que nosotros, los creyentes, acudamos al texto bíblico en la liturgia, tan llena del lenguaje de Dios, y en la lectura espiritual: “La Sagrada Escritura ha de ser la base de la formación en cada uno de nosotros.” dice el texto.

Teresita del Niño Jesús entendió esto de una manera vital, existencial y muy gráfica. El corazón seducido de Teresita sacaba su fuerza de la Palabra de Dios. Encontramos una enseñanza bellísima en esta dimensión bíblica del corazón de la pequeña Teresita. Ella no era una estudiosa de la Biblia, puesto que en ese tiempo se estudiaban muy poco las Sagradas Escrituras. En el Convento, en la vida religiosa y en general en la Iglesia, el Antiguo Testamento casi no se leía. En el Convento no tenían la Biblia completa. Pero Teresita le pide a su hermana Celina los cuatro Evangelios, con las cartas del Apóstol San Pablo. Cuando los tiene, se los cuelga al cuello. En vez de la cruz, se cuelga la Biblia. Un gesto simbólico muy fuerte. El Papa Francisco, siguiendo el corazón teresiano, nos dice que no perdamos la sana costumbre de llevar con nosotros a todas partes, entre nuestras cosas, un pequeño evangelio que nos acompañe en el camino.

 

barco

Teresita, la misionera

Ella vivía en el silencio, en el claustro, hablamos de nuestra compañera de camino de la catequesis de Testigos de este tiempo, de Teresita de Jesús, pero qué peregrina, qué andariega nuestra amiga. El claustro como lugar de misión, una clave desde donde Teresita invita a repensar la misión en radicalidad. Por qué decimos esto, porque en realidad la misionalidad no tiene que ver tanto cuánto hacemos sino desde dónde y cómo lo hacemos. Lo importante es como y dónde estamos en orden al querer de
Dios, más que cuánto es que, y hasta donde llegamos con lo que hacemos.

El padre Ángel Rossi, citando a Von Baltasar, teólogo que ha desarrollado un texto bello sobre Teresita,  se pregunta qué ¿Qué es ser santo? El hombre santo es el que se identifica con la misión. La santidad no es nuestra, la santidad está en la misión. Y es como diciendo que a eso a lo que Dios te manda, con eso a lo que Dios te compromete, ahí Dios te hace santo y te comparte la misión, su misión. Soy santo en la medida en que adhiero a la misionalidad de Dios que ha salido a recorrer las calles, las esquinas, las plazas, los lugares más dolorosos y los más llenos de gozo del entorno de nuestra vida, para que con su mensaje, y nosotros como instrumentos en manos de él, lleguemos tan lejos como el corazón del hermano se siente lejos de la vida, lejos de la esperanza, lejos del sentido, y en ese sentido, valga la redundancia, nos hacemos misioneros.

En el corazón del Señor hay un proyecto de santidad, para vos y para mí, para nosotros, ¿Y en qué consiste ese proyecto de santidad? Teresita nos muestra el camino, no consiste en grandes cosas, sino en recorrer un caminito de fidelidad a lo de Dios en lo de todos los días hasta donde Dios nos quiera conducir. Y en este sentido Teresita nos pone en contacto con la radicalidad de la misión que es saber estar donde Dios quiere que estemos con él para hacer presente su rostro.

 Padre Javier Soteras