Vamos a Belén

jueves, 26 de diciembre de 2013
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25/12/2013 – Celebramos estar invitados a ir a donde el Señor nace, queremos pedirte Señor que nos regales la gracia de caminar hacia donde nace, en nuestras vidas, que podamos contemplar la paz, la alegría y el amor del misterio navideño en cada uno. Que sea para nosotros un lugar de adoración hacia donde nos acercamos, que podamos descubrir en nosotros el crecimiento de la fe y de la esperanza, y de caridad en nosotros

 

Decía Juan Pablo II que la humanidad acoja el mensaje de paz de la Navidad

"Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado» (Is 9,5). Hoy se renueva el misterio de la Navidad: nace también para los hombres de nuestro tiempo este Niño que trae la salvación al mundo; nace llevando alegría y paz a todos. Nos acercamos al Portal conmovidos para encontrar, junto a María, al Esperado de los pueblos, al Redentor del hombre. Contemplemos con María el rostro de Cristo: en aquel Niño envuelto en pañales y acostado en el pesebre (cf. Lc 2, 7), es Dios que viene a visitarnos para guiar nuestros pasos por el camino de la paz (cf Lc 1, 79). María lo contempla, lo acaricia y lo arropa, interrogándose sobre el sentido de los prodigios que rodean el misterio de la Navidad.

La Navidad, misterio de alegría En esa noche los ángeles han cantado: «Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que Dios ama» (Lc 2, 14). Han anunciado el acontecimiento a los pastores como «una gran alegría, que lo será para todo el pueblo» (Lc 2, 10). Alegría, incluso estando lejos de casa, la pobreza del pesebre, la indiferencia del pueblo, la hostilidad del poder. Misterio de alegría a pesar de todo, porque «hoy os ha nacido, en la ciudad de David, un salvador» (Lc 2, 11). De este mismo gozo participa la Iglesia, inundada hoy por la luz del Hijo de Dios: las tinieblas jamás podrán apagarla. Es la gloria del Verbo eterno, que, por amor, se ha hecho uno de los nuestros.

La Navidad, misterio de amor. Amor del Padre, que ha enviado al mundo a su Hijo unigénito, para darnos su propia vida. Amor del «Dios con nosotros», el Emmanuel, que ha venido a la tierra para morir en la Cruz. En el frío Portal, en medio del silencio, la Virgen Madre, con presentimientos en el corazón, siente ya el drama del Calvario. Será una lucha angustiosa entre la luz y las tinieblas, entre la muerte y la vida, entre el odio y el amor. El Príncipe de la paz, nacido hoy en Belén, dará su vida en el Gólgota para que en la tierra reine el amor.

En tu vida concreta, ¿en dónde sentis que el don necesita asentarse? ¿Dónde hace falta que aparezca la paz? ¿Dónde percibís que la Navidad debe venir con este regalo de alegría? ¿A dónde percibís que el nacimiento de Dios viene a renovar el amor? Navidad, misterio de paz, de alegría y amor, ¿dónde hace falta esta paz, esta alegría y este amor?

Entre los regalos lindos de esta Navidad están estos que son intangibles cuando uno lo compara con algo material y al mismo tiempo concretos, porque uno sabe cuánto vale y cuanto pesa en medio de dificultades la paz la alegría y el amor. Cuantas ilusiones y sueños se despiertan con su presencia. Debemos abrir el corazón para la llegada de estos regalos, la paz, la alegría y el amor, despertá el deseo y el Señor no va a demorar en llegar en Navidad con estos regalos.

Cuando el misterio navideño irrumpe en nuestra vida y la presencia del niño es elocuente con los signos de pobreza significativos con que se manifiesta el hecho navideño como hace 2000 años, un niño envuelto en pañales o una circunstancia envuelta en el compartir la mesa navideña, o una determinada realidad familiar que envuelve el corazón de todos, en todos los casos como la Navidad se hace presente, envuelta de tantas maneras hay un hecho que caracteriza el acontecimiento navideño, el silencio y la adoración. Navidad un misterio para adorar.

"Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado»

El soberano reposa sobre sus hombros y se le da por nombre Consejero Admirable, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la Paz.


El soberano reposa en Belén

En la Navidad cuando Dios, el soberano reposa en medio nuestro nos regala la gracia de adorarlo, es la correlación directa que existe entre el niño envuelto en pañales y lo que genera su presencia en brazos de María, su madre, mientras le da la teta, mientras los animales con su calor cubren aquel pesebre frío y la luz tenue con el que José tiene prendido un fueguito para dar calor y preparar también algún alimento, nos invita, es cálido el ambiente navideño, y al mismo tiempo es sencillo, es austero y en la austeridad es revelador. Entre las sombras la luz, entre el frío la calidez, entre la austeridad la maravilla, estos opuestos compaginados en un mismo espacio invitan al silencio, y el silencio es el lugar apropiado para abrirnos al misterio, que se nos revela y en el que viene a nacer, se lo aprende, se lo toma con capacidad de adoración que es admiración por lo que ocurre, apertura al mensaje de lo no sabido y camino discipular que comienza a recorrerse en peregrinación detrás de todo lo que esconde este Dios que se ha hecho uno de nosotros.

La Navidad es el lugar de la adoración, si uno quiere disponerse para la Navidad hay que detener la marcha peregrina como lo hicieron todos los que llegaron a la cueva de Belén, María, José, los pastores y los magos, y todos los que se arrimaron a aquel lugar tuvieron una necesaria actitud que asumir, aquel lugar era para detenerse y en el silencio animarse a entender que esconde este misterio, para captarlo con el corazón, para entenderlo más allá de la razón, para abrazarlo y dejarlos tomar por él.

La Navidad es un lugar donde somos invitados a que la paz, la alegría y el amor vengan a tomarnos y a abrazarnos, por eso sea como sea la envoltura de la Navidad por estos días, no tengas miedo de abrazarla y de tomarla entre tus brazos. Te aseguro que viene con el mensaje de la paz. es lo que los ángeles le dicen a los pastores, no tengan miedo, paz a los hombres que ama el Señor.

 

Oración desde nuestro Belén

Claro que hay Navidades que de suyo a uno no le nace abrazar, salvo que traiga escondida el misterio de la Redención. Así nos pasa en la vida, hay ciertas envolturas que rodean nuestra Navidad que uno quiere ponerlas lejos de uno mismo, uno quiere apartarse, situaciones de la vida familiar, historias que arrastramos desde hace tiempo, dolores profundos que tenemos en el corazón, coyunturas por las que vamos. Tomemos en nuestros brazos todas estas realidades y dejemos que ellas también nos abracen, no tengamos miedo, detrás de todo lo que nos pasa y en medio de todo lo que nos ocurre, viene el Señor con mensaje de paz, con su alegría y con su amor.

Niño que has querido tener como cuna un pesebre y también nuestro corazón.

Creador del Universo que te has despojado de tu gloria y te has envuelto de tantas maneras para ofrecerte de regalo.

Redentor nuestro que has ofrecido tu propio cuerpo, frágil, como sacrificio, como ofrenda al Padre para todos nosotros.

Que la luz de tu nacimiento ilumine nuestras noches, las del mundo en las que vivimos con tanto desconcierto el paso de una época a otra, que la fuerza de tu mensaje de amor, destruya las acechanzas arrogantes de la soberbia humana donde el maligno a querido instalarse con su modo de querer resistir a tu presencia desde siempre.

Que el don de tu vida nos haga responder con generosidad, cada vez más, hacia el don de la vida diciendo que es el gran regalo. Qué misterio esconde tu humildad. Querido Jesús, quisiéramos tocarlo, quisiéramos abrazarlo.

Nos hacemos eco de esta expresión de esta hija tuya, Teresa de Calcuta que decía "muchas cosas entiendo, pero no termino de entender la humildad de Jesús"

María que velas sobre tu hijo, danos tus ojos para poder nosotros mirar la Navidad que viene envuelta de tantas maneras con fe, danos tu corazón para poder nosotros adorarlo con amor, danos tu confianza para poder recibir en medio de tantas dificultades el don de la paz que nos trae.

Niño de Belén tu sencillez nos enseña a descubrir el sentido auténtico de las cosas que importan. Nos enseñan a llevar desde ahora una vida mas sobria, mas honrada, mas religiosa.

En esta noche santa de la Navidad que vamos a celebrar en familia, venís a unirte, Dios Niño con nosotros para siempre.

Enciendes en nosotros la esperanza, nos llenas de asombro, nos aseguras el triunfo del amor sobre cualquier odio.

La vida sobre toda muerte en el silencio a donde nos mete tu nacimiento, tu Navidad Emmanuel nos habla y nosotros estamos dispuestos a escucharte.

Detenerse en Belén

En Navidad nos detenemos para adorar, el corazón se silencia, se abre la admiración y contempla porque ha llegado el cumplimiento de los tiempos esperados y ha terminado el tiempo de la espera. La Virgen viene a dar a luz en el corazón de cada uno de nosotros, el comienzo del cumplimiento de todo lo a anhelado y de todo lo esperado, es Jesús el término del cumplimiento.

Allí donde hay una meta alcanzada, allí está él. Allí donde somos sorprendidos de llegar hasta algunos lugares donde jamás hubiésemos soñado llegar y hemos superado lo esperado, allí está él, nace, nace para invitarnos a la esperanza.

Dios comienza a responder nuestras preguntas. Navidad es un lugar que da respuesta a nuestras preguntas, sin palabras, en el silencio Dios nos habla.

Lo increíble de la Navidad es que e lenguaje del amor supera todo lenguaje, en el jadeo de un niño todo se entiende, en su llanto, en sus miradas tiernas, en sus manitos frágiles, en su invitación a cobijarlo para darle calor, hay un lenguaje corporal que comunica todo el amor que el trae y viene a regalarnos y cuando esta comunicación es tan elocuente y tan significativa, que trasciende todo lo esperado, el corazón descansa, las inquietudes interiores se detienen y nos postramos delante de él para bendecirlo y para adorarlo, para contemplarlo.

En estos días viendo nuestro camino hacia centro África, como lugar de misión, nos vemos con la obligación de estudiar el idioma, el francés, pero aún cuando no tengamos palabras para comunicarnos en la misión, aunque no tengamos un fluir de expresiones de ida y vuelta con quienes somos invitados a compartir el evangelio, decíamos: aunque mas no sea por señas, cuando el lenguaje del amor está presente, las señas, las miradas, las palabras y los silencios se hacen comunicativos. Esto es la Navidad!

En la Navidad el niño no habla y la palabra resulta elocuente, se ha hecho carne para quedarse con nosotros.

¡Muchas gracias a todos y Feliz Navidad!