“Los celos y las murmuraciones destruyen a las comunidades cristianas”

viernes, 24 de enero de 2014
image_pdfimage_print

23/01/2014 – El Papa Francisco pidió a los cristianos que “cierren las puertas a los celos, las envidias y las murmuraciones que dividen y destruyen a las comunidades”, durante la homilía de Santa Marta. Las reflexiones del Papa han tomado como referencia la primera lectura del día que habla de la victoria de los israelitas sobre los filisteos gracias al valor de joven David. “La alegría de la victoria se transforma pronto en tristeza y envidia en el rey Saúl al ver que las mujeres alababan a David por haber matado a Goliat. Entonces, esa gran victoria comienza a convertirse en derrota en el corazón del rey en el que se insinúa, como sucede en Caín, la semilla de los celos y de la envidia", sostuvo el Pontífice.

“Y como Caín con Abel, entonces el rey decide matar a David. Así hacen los celos en nuestro corazón -observó el Papa- es un inquietud mala, que no tolera que otro hermano o hermana tenga algo que yo no tengo". Saúl, en vez de alabar a Dios, como hacían las mujeres de Israel, por esta victoria, prefiere cerrarse en sí mismo, lamentarse y cocinar sus sentimientos en el caldo de la amargura".

Así lo ha explicado el Santo Padre: "Los celos llevan a matar. La envidia lleva a matar. Ha sido precisamente esta puerta, la puerta de la envidia, por la cual el diablo ha entrado en el mundo. La Biblia dice: 'Por la envidia el diablo ha entrado a hacer mal en el mundo'. Los celos y la envidia abren las puertas a todas las cosas malas. También dividen a una comunidad. Una comunidad cristiana, cuando algunos de sus miembros sufren de envidia, de celos, termina dividida: uno contra el otro. Y ésto es un veneno fuerte. Es un veneno que encontramos en la primera página de la Biblia con Caín".

“En el corazón de una persona tocada por los celos y la envidia -subrayó Francisco en la misa de Santa Marta- suceden dos cosas clarísimas. Primero la amargura. La persona envidiosa, la persona celosa es una persona amarga: no sabe cantar, no sabe alabar, no sabe qué es la alegría, siempre mira 'que tiene áquel y yo no tengo'. Y esto lleva a la amargura, una amargura que se difunde en toda la comunidad. Son estos sembradores de amargura. Y la segunda actitud, que llevan los celos y la envidia, son a murmurar. Porque este no tolera que el otro tenga algo, la solución es rebajar al otro, para que yo esté más alto. Y el instrumento son las murmuraciones. Mira siempre y verás que detrás de una murmuración están los celos y la envidia. Y las murmuraciones dividen la comunidad, destruyen a la comunidad. Son las armas del diablo".

El Santo Padre mencionó cuántas bellas comunidades cristianas iban bien, pero después en uno de los miembros ha entrado la semilla de los celos y la envidia y, con esto la tristeza, el resentimiento de los corazones y las murmuraciones. “Una persona que está bajo la influencia de la envidia y de los celos, mata, como dice el apóstol Juan: ´Quien odia a su hermano es un homicida`. Así como el envidioso, el celoso, comienza a ador al hermano. Recemos por nuestras comunidades cristianas, para que esta semilla de los celos no sea sembrada entre nosotros, para que la envidia no tome lugar en nuestro corazón, en el corazón de nuestras comunidades, y así podamos ir hacia adelante con la alabanza al Señor, alabando al Señor, con la alegría. Y es una gracia grande, la gracia de no caer en la tristeza, en el estar resentido, en los celos y en la envidia", finalizó diciendo el Papa.

 

Zenit / Rome Reports