Adviento: recreación del hombre

lunes, 12 de diciembre de 2016
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Caminar10

12/12/2016 – A partir de una catequesis de adviento del Papa Juan Pablo II reflexionamos sobre el proyecto de amor de Dios para con el hombre, la aparición del pecado y la recreación del hombre. Estamos invitados a reconocer en la realidad humana el rostro del Dios viviente.

 

“Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer… Y así sucedió. Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno.”

Génesis 1,26;31

Para penetrar en la plenitud bíblica y litúrgica del significado del Adviento, es necesario seguir dos direcciones. Hay que “remontarse” a los comienzos y al mismo tiempo “descender” en profundidad.

El significado pleno del Adviento brota de la reflexión sobre la realidad de Dios que crea y, al crear, se revela a Sí mismo (ésta es la Revelación primera y fundamental, y también la verdad primera y fundamental de nuestro Credo). Pero al mismo tiempo, el significado pleno del Adviento aflora de la reflexión profunda sobre la realidad del hombre.

Es necesario reflexionar con intensidad sobre los textos que hablan que pertenecen al primer capítulo del libro del Génesis que presenta la descripción de la creación del mundo en el transcurso de siete días. La descripción de la creación del hombre, el sexto día, se diferencia un poco de las descripciones precedentes. En estas descripciones somos testigos sólo del acto de crear expresado con estas palabras: “Dijo Dios… hágase”; en cambio aquí, el autor inspirado quiere poner en evidencia primeramente la intención y el designio del Creador (del Dios-Elohim); así leemos: “Díjose entonces Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y a nuestra semejanza” (Gén 1, 26). Como si el Creador entrase en sí mismo; como si al crear, no sólo llamase de la nada a la existencia con la palabra “hágase”, sino que de forma particular sacase al hombre del misterio de su propio Ser. Y se comprende, pues no se trata sólo del existir, sino de la imagen. La imagen debe “reflejar”, debe como reproducir en cierto modo “la sustancia” de su Modelo. El Creador dice además “a nuestra semejanza”. Es obvio que no se debe entender como un “retrato”, sino como un ser vivo que vive una vida semejante a la de Dios.

Sólo después de estas palabras que dan fe, por así decirlo, del designio de Dios-Creador, la Biblia habla del acto mismo de la creación del hombre: “Y creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, y los creó macho y hembra” (Gén 1, 27).

Esta descripción se completa con la bendición. Por tanto constan aquí el designio, el acto mismo de la creación y la bendición: “Y los bendijo Dios diciéndoles: Procreen y multipliquense, y henchid la tierra; sometedla y dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre los ganados y sobre todo cuanto vive y se mueve sobre la tierra” (Gén 1, 28). Ciertamente frente a este don del cielo, regalo único de la creación, el hombre erró y pifió en el camino. Desde el pecado y salido del camino, necesita la humanidad toda volver al camino que es Jesús. En Jesús Dios nos recrea, nos hace de nuevo. Donde abundó el pecado sobreabunda más la gracia de Dios haciendo todo de nuevo. El hombre ha desbastado el acto creador y necesitamos desde Jesús recrearnos y recrear lo creado por Dios. 

El Adviento significa “la Venida”. Si Dios “viene” al hombre, lo hace porque en su ser humano ha puesto una “dimensión de espera” por cuyo medio el hombre puede “acoger” a Dios, es capaz de hacerlo. Ya el libro del Génesis, y sobre todo este capítulo, lo explica cuando al hablar del hombre afirma que Dios lo “creó… a su imagen” (Gén 1, 27).

La posibilidad de que el mundo pueda ser transformado depende de cuánto el hombre pueda ponerse frente a Dios y recuperar su identidad desde Él.

Lo más patético de la condición humana es cuando nos enfrentamos unos a otros en una guerra fraticida, sin reconocer en el hermano al hermano. Lo que Dios hace en el acto de la recreación navideña es venir a los lugares donde el hombre necesita recuperar su condición de orígen y comenzar a descubrirse en el otro. Salir de sí y vivir en el encuentro con el otro es como descubrimos nuestra verdadera condición. Así descubrimos nuestra semejanza a Dios apartir del encuentro con los hermanos, a quienes ya no vemos como opositores sino como hermanos con quienes construimos la nueva humanidad. Sólo un vínculo de amor puede restablecer este encuentro y es gracia de Dios por lo que debemos pedirlo.

María es el lugar del nacimiento de la nueva humanidad y sigue siendo ella el lugar donde Dios quiere recrear a la humanidad haciéndola de nuevo. En el corazón de María de Guadalupe Dios elige recrear a la creación. El renacimiento en el corazón de María en clave fraterna es el lugar donde todo el sistema comienza a respirar. El pulmón consciente de la creación es el hombre creado por Dios a imagen y semejanza suya. 

Expectativa a la llegada de Jesús

Tras la primera creación y el pecado con que el hombre devuelve a Dios su propuesta de amor, Dios tomó la decisión de recrear al hombre comprometiéndose a Él mismo y decidió la encarnación del hijo de Dios. Desde allí hace la recreación del hombre y del cosmos. Así el hombre recupera su condición de semejante a partir de qe el mismo Dios le devuelve identidad haciéndose uno con nosotros.

Navidad es un mensaje de esperanza: Dios ha venido a nacer en medio de nuestros conflictos para decirnos que es más que el paraíso lo que nos ofrece, su propio corazón y Él mismo. En el tiempo del adviento celebramos la expectativa a la llegada de esto tan grande que en la persona de Jesús nos regala.

Padre Javier Soteras

Material elaborado en base a catequesis de Juan Pablo II de Adviento del 6 de diciembre de 1978