Beata María Crescencia: vivir la santidad en la sencillez de lo cotidiano

viernes, 21 de mayo de 2021
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21/05/2021 – En “Historias de santidad” conocimos la vida de la Beata argentina María Crescencia Pérez, religiosa de la Congregación de las Hijas de María Santísima del Huerto, y cuya memoria litúrgica celebramos este 20 de mayo.

Para traernos una semblanza y compartirnos acerca de las principales virtudes de la “violeta del Huerto” nos acompañaron Madre Gladis Eberhardt, Madre General de las Hijas de María Santísima del Huerto y Madre Ana Calderón, actualmente miembro del Consejo General y quien, en el año de la Beatificación de Hermana Crescencia, era Madre Provincial.

“Nació el 17 de agosto de 1897. La familia se traslada en 1905 a Pergamino y allí  ingresó como interna al “Hogar de Jesús”, una institución educativa de Pergamino que estaba a cargo de la Congregación. A los 18 años ingresó al noviciado. Crescencia era una joven muy alegre y virtuosa, con un gran amor al trabajo y a Dios y allí fue desarrollando las virtudes que aprendió en su familia.”

“Estuvo en Mar del Plata trabajando con los niños y fue cuando se enferma es enviada a Chile buscando la mejoría en su salud. Allí fallece en Vallenar, el 20 de mayo de 1932. Cuando corre la noticia de su fallecimiento la gente decía: ‘falleció la santita’ y en ese momento, no sólo allí, se sintió un perfume de violetas, como signo de su santidad y de su virtud de humildad, que siempre la caracterizó. Una vida sencilla y simple pero vivida con alegría, entrega y caridad.”

“Era una joven llena de vida y de alegría porque ella tenía su alma llena de Dios y eso la llevaba a entregarse a los demás, a servir con amor y entusiasmo, a hacerse ‘toda para todos‘. Cuando era maestra en el colegio, ella daba catequesis y labores y buscaba inculcar esos valores para que a los niños les sirviera para la vida.”

“Aún cuando ella estaba enferma, cuando se sentía mejor continuaba trabajando en el hospital y, a pesar de su enfermedad, seguía sirviendo a los demás con el mismo entusiasmo y la misma alegría, a pesar de su propio sufrimiento”.

Madre Gladis y Madre Ana, participaron del espacio desde Roma 

“Hermana Crescencia, en comparación con otros santos, no dejó ningún diario espiritual o grandes escritos o apuntes teológicos. Sus escritos se reducen sólo a unas 13 cartas en las que se puede ver la sencillez, la espontaneidad, el amor a la familia. Ella vivió en su vida los valores cristianos que le inculcaron sus padres, que se sacrificaron mucho para formarla a ella y todos sus hermanitos. Tampoco vivió momentos ‘místicos’ sino que ella vivió en su cotidianidad estos valores con un gran amor a Dios”.

“En su vida sufrió mucho, por ejemplo, su propia enfermedad, cuando la envían a Chile por su salud, ella debió despedirse a su familia sabiendo que no los vería más… pero todo lo acepta como voluntad de Dios. O cuando en el día de su primera profesión religiosa recibe la noticia del fallecimiento de su papá. Todas estas cosas que va viviendo las va sufriendo en una unión íntima con Dios”.

“Esa relación con Dios es lo que la ha hecho grande a Crescencia. Ella llevó una vida sencilla e hizo de la vida cotidiana algo extraordinario. Oraba mucho, rezaba el rosario y tenía un gran amor a la Virgen. Por eso, en esta situación que hoy vivimos, ella nos enseña a acercarnos a Dios, a tener ese encuentro personal con Él y tomarnos de la mano de María”.

Hermana María Crescencia Perez fue beatificada  en la ciudad de Pergamino, Buenos Aires, el sábado 17 de noviembre de 2012 durante la Santa Misa presidida por el Cardenal Angelo Amato. Compartimos algunos recuerdos de la emotiva ceremonia de la que participó una multitud de peregrinos de Argentina y otros lugares de América Latina y el mundo:

Radio María estuvo presente en la cobertura de la Beatificación con un equipo de enviados especiales

    

Te invitamos a escuchar el programa completo en el audio al inicio de esta nota