Buscando la voluntad de Dios

jueves, 25 de junio de 2015
image_pdfimage_print

886571_10200636133973101_1022191019_o

 

25/06/2015 – Jesús dijo a sus discípulos: “No son los que me dicen: ‘Señor, Señor’, los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?’. Entonces yo les manifestaré: ‘Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal’.

Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca.Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca.

Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena.Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande”. Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, la multitud estaba asombrada de su enseñanza, porque él les enseñaba como quien tiene autoridad y no como sus escribas.

Mt 7,21-29

 

Nos dice el evangelio de hoy que “No son los que me dicen: ‘Señor, Señor’, los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.” La pregunta es cómo sabemos si estamos o no cumpliendo la voluntad de Dios. El signo primero es la paz, que es más que tranquilidad, es algo íntimo que se percibe y se concibe principalmente cuando estamos en presencia de Dios en la oración. Esa paz va acompañada de un sentimiento interior de libertad. De hecho podemos estar limitados por muchas situaciones que rodean nuestra vida, y sin embargo, cumpliendo la voluntad de Dios se es libre. Además se dilata el corazón, se abre el alma en deseos de bien, de amor, de caridad. Incluso cuando se cumple la voluntad de Dios comienzan a aparecer sencilla libertad en el amor también para quienes nos agreden y no nos quieren bien. Por supuesto que con los límites necesarios para no hacer ni hacernos daño. No siempre se sienten intensamente estos sentimientos. A veces permanecemos en ese estado de un modo permanente y por ende no notamos la diferencia entre estos estados interiores u otros.

Hay veces que el Señor nos pone a prueba, y surgen preguntas en el camino, tormentas interiores que hacen que aunque seamos fieles a Dios, no gocemos interiormente de la paz. De igual modo, estas tormentas son las que están encima de las aguas; Jesús permanece en la profundidad de nuestras aguas manteniendo la paz. Cuando hacemos la voluntad de Dios, aún con las aguas de la prueba y la tentación sacudidas, en el fondo y en lo más profundo está la paz de Dios. En la medida que la paz permanezca allí, también nosotros podemos caminar sobre esas aguas tumultuosas. Lo importante es conectarse con lo profundo y descubrir que en lo hondo está la paz que sólo Dios nos trae. La conexión con lo profundo tiene que ver con espacios, lugares, melodías, libros o memorias agradecidas de pasos de Dios en el corazón. 

Hay que saber que no siempre podemos tener absoluta certeza de la voluntad de Dios. En la vida espiritual también hay que ir tanteando para ver dónde anda el corazón. Aparecen las preguntas en el camino que nos ponen en situación de elección sin siempre tener respuestas inmediatas a nuestros intentos. La respuesta llega pero se necesita de tiempo. El tiempo y el espacio son lugares que son importantes, sobretodo en oración, para que Dios se manifieste. Dios quiere que nos mantengamos pobres y sencillo intentando seguir su voluntad, y a la vez como hijos, estirando la mano a Dios porque solos no podemos.

Si tuvieramos siempre certeza de la voluntad de Dios podríamos caer en la omnipotencia, y valernos de nosotros mismos olvidándonos de Dios. En cambio en los momentos de búsqueda el corazón se predispone, a en la incertidumbre levantar la mirada y pedir una mano, para que mientras gateamos o Dios nos lleva en upa, podamos ir viendo desde otro lugar por dónde buscar. Dios nos da siempre luz para las decisiones esenciales, pero eso no impide que no haya una parte de interrogante e incerteza mientras recorremos sus caminos.

Cuando nos abrimos a una persona con más camino en la vida espiritual puede descubrir fácilmente la falta de paz, si es por no estar caminando la voluntad de Dios, o como consecuencia de la prueba o por demasiados pesos. De ahí la importancia de dedicarle tiempo a la oración y también dejarnos acompañar. 

Los discípulos de Emaús van cargados de sombras en el alma, y Jesús logra reencenderles el corazón con la memoria agradecida ¿Acaso no ardía nuestro corazón cuando nos explicaba las escrituras?. Y luego cuando lo recuerdan vuelve a respetar el fuego de sus presencia. Al hacer memoria de cómo Dios se nos cruzó en el camino y nos abrazó, y nos puso sobre su pecho, nos alentó y nos hizo soñar en un mundo distinto, se nos vuelve a desperar su presencia. Dios despierta en el alma lo que estaba escondido y nos despierta el fuego de un amor capaz de iluminarlo todo. Dios nos quiere construyendo sobre roca nuestro edificio, para que sea sólido, y para que las fuerzas del mal que operan en el camino, no nos volteen. Agradecer las memorias de esas huellas profundas de paz, de sabiduría interior que nos ha dejado el paso de Dios.

Padre Javier Soteras