Cobijados por el Señor y llamados a cobijar

lunes, 15 de diciembre de 2014
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Buen pastor2

15/12/2014 –  Pablo Martínez es músico y catequista, y en el Día de la Virgen de Guadalupe, y también en época de Adviento, donde nos preparamos para recibir al Señor, nos trajo un hermoso tema a Radio María para reflexionar: Cobijados por el Señor y llamados a cobijar. “Cobijar es refugiar, cubrir en la intemperie. Por un lado, la buena noticia es que el Señor nos cobija, estamos al amparo de su amor. Y por otro lado, Dios se deja cobijar por nosotros. Cuando el Señor cobija, lo hace para proteger. Nos dice no tengas miedo, estoy con vos” comentó Pablo Martínez

“¿Como sabemos que Dios nos protege? Aparecen 3 imágenes fuertes en el Antiguo Testamento. La primera, Dios como pastor. La oveja puede descansar porque su pastor cuida de ella, las protege. También, la imagen de guardián, como cuando el pueblo de Israel vivió el Éxodo de Egipto. Y la tercera, es la imagen de una gallina con sus pollitos. El Señor nos cuida bajo sus alas. A Jesús le gustó esta imagen, y se evidencia cuando dice, reprochando a Jerusalén: “Jerusalén, cuantas veces quise juntar a tus hijos como la gallina cobija a sus pollitos bajo sus alas, y no quisiste.” agregó el Catequista.

 

 

Sabernos cobijados

El cobijo, además de protección, también sirve de descanso. Si la vida se oscurece y el frío te quita los sueños, acordate que tenés un refugio, que es Jesús, su corazón. Este refugio es beso, abrazo, caricia, perdón, consuelo. Dejémonos consolar por el Señor. Pero así como Dios nos cobija, el también quiere que lo cobijemos.

Se acerca Navidad, y podemos ver en la figura de Belén la experiencia del cobijo a Dios por parte del hombre. María es modelo de cobijo. No sólo en su seno, sino también en su corazón. ¿Nos animamos a mecer al Señor un ratito? invitó Pablo.

“El mundo nos hiere. En nuestras comunidades hay muchas personas heridas. Ser cobijo y consuelo no es un voluntariado. Si la Iglesia no cobija ni consuela, lastima. Podemos estar heridos por muchas cosas. En el corazón de cada uno, como Iglesia, ¿somos casa de cobijo para el hermano herido?

En la Parábola del Buen Samaritano, los que pasan al lado y no lo ayudan, también son ladrones, porque son desmemoriados de la misericordia del Señor. Cuando el Señor nos llame a la vida eterna, Jesús también le va a decir al Padre: cuidamelo, es mi amigo. Y habrá cielo, será fiesta y no habrá más herida, porque Dios es toda consolación”