¿Cómo tiene que ser la homilía según la Evangelii Gaudium? – Padre Javier Soteras

miércoles, 21 de noviembre de 2018
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21/11/2018 – “Francisco nos recuerda la presencia del Espíritu Santo como el gran comunicador que establece vínculos entre lo que uno dice, y lo que la comunidad se abre a recibir”, comenzó diciendo el Padre Javier Soteras, Director de Radio María Argentinaen torno al tema de la preparación de la homilía, que se desprende de la Exhortación Apostólica del Papa Francisco, la Evangelii Gaudium (La alegría de evangelizar).

En este aspecto, el Padre Javier agregó que “Después de invocar al Espíritu Santo hay que detenerse sobre el texto bíblico, detenerse en la idea central”, va a a decir más adelante el Papa.

La preparación de la predicación es una tarea tan importante que conviene dedicarle un tiempo prolongado de estudio, oración, reflexión y creatividad pastoral. Un predicador que no se prepara no es «espiritual»; es deshonesto e irresponsable con los dones que ha recibido. El primer paso, después de invocar al Espíritu Santo, es prestar toda la atención al texto bíblico, que debe ser el fundamento de la predicación. (E.G. 145 – 146)

Continuó diciendo que “El pastor además de leer el texto bíblico, que es leer el paso de Dios en las sagradas escrituras que quiere darse a conocer al Pueblo, tiene que leer también el paso de Dios en el alma de sus fieles con los cuales establece un vínculo, entre el sentir del Pueblo y el sentir de Dios que se comunica a ese Pueblo”.

“Lo que hago siempre es orar lo que voy a predicar”, indicó el Padre Javier. Y agregó que “lo intento pasar por mi corazón, hacerlo mío, y reconocer que al primero que interpela eso que voy a decir es a mí mismo. Y a partir de allí compartir más que una enseñanza magisterial, una perspectiva, en torno a la cual la palabra a mí me sale al encuentro y desde ese lugar proponerla a los demás”.

“En realidad -dijo el Padre Javier- el que se da a conocer es el mismo Dios, que se vale del instrumento y que si el instrumento está mejor preparado el Espíritu Santo obra con mayor fluidez”.

“Pero esa preparación no es una preparación solamente racional -aclaró- aunque es necesario leer en profundidad el texto para que pueda iluminar la vida de las personas, pero también el afecto, el cariño, el amor con que se predica, es lo que hace muy accesible la Palabra a la persona”.

La tarea no apunta a entender todos los pequeños detalles de un texto, lo más importante es descubrir cuál es el mensaje principal. Si el predicador no realiza este esfuerzo, es posible que su predicación tampoco tenga unidad ni orden; diversas ideas desarticuladas que no terminarán de movilizar.
El predicador «debe ser el primero en tener una gran familiaridad personal con la Palabra de Dios: no le basta conocer solo su aspecto lingüístico, necesita acercarse a la Palabra con un corazón dócil y orante. (E.G. 147;149)

Finalmente, citó lo que dice la exhortación en el punto 152: <La lectura espiritual de un texto debe partir de su sentido literal. De otra manera, uno fácilmente le hará decir a ese texto lo que le conviene, lo que le sirva para confirmar sus propias decisiones, lo que se adapta a sus propios esquemas mentales>. En este sentido, dijo que “Cuando hablamos de la literalidad del texto, decimos el texto en su contexto para no ser utilizado de cualquier forma, con cualquier pretexto”, concluyó.