Comulgar o murmurar

jueves, 9 de mayo de 2019
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09/05/19.-

Catequesis en un minuto

Jesús dijo a la gente: “Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día.
Está escrito en el libro de los Profetas: Todos serán instruidos por Dios. Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí.
Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre.
Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna.
Yo soy el pan de Vida.
Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron.
Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera.
Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo”.

Jn. 6,44-51

Comulgar o murmurar, esa es la opción ante la que nos pone Jesús cuando se presenta como Pan de Vida. El invitaba a “comer de su Pan para tener vida eterna” y los judíos murmuraban contra él por que había dicho ‘Yo soy el Pan que ha bajado del cielo’.
La historia de la murmuración no comienza con Jesús ni termina con él. Aparece con Moisés, cuando el pueblo murmuraba contra su autoridad y la de Aarón (Gn 15, 24 ss.), pero tiene su raíz en la serpiente que susurra al oído de Eva “¿cómo es que Dios les ha dicho que no coman de ninguno de los árboles del jardín?’.

No termina con Jesús porque sigue en las Cartas apostólicas. La última mención está en la Epístola de Judas, que habla de cristianos que “son unos murmuradores, descontentos de su suerte, que viven según sus pasiones, cuya boca dice palabras altisonantes y que adulan por interés” Y agrega: “Al fin de los tiempos aparecerán hombres sarcásticos que vivirán según sus propias pasiones impías. Estos son los que crean divisiones, viven una vida sólo natural sin tener el espíritu” (Jd 16 ss).
Pedro opone a la murmuración la hospitalidad y nos da pie para decir o comulgar o murmurar: “Sean hospitalarios unos con otros sin murmurar. Que cada cual ponga al servicio de los demás la gracia que ha recibido, como buenos administradores de las diversas gracias de Dios. Si alguno habla, sean palabras de Dios; si alguno presta un servicio, hágalo en virtud del poder recibido de Dios, para que Dios sea glorificado en todo por Jesucristo” (1 Pe 4, 9 ss).

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