Cristo reorienta nuestra vida en el vínculo con el hermano

lunes, 11 de marzo de 2019
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11/03/19.-

Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.

Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: “Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver.”

Los justos le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?”

Y el Rey les responderá: “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo.”

Luego dirá a los de su izquierda: “Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron.”

Estos, a su vez, le preguntarán: “Señor, ¿cuando te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?”

Y él les responderá: “Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo.”

Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna.»

Mateo 25, 31-46

Para Jesús y también para toda persona sensata, está claro que la mayor precariedad a la que puede estar sometida una persona es el hambre, la sed, la intemperie, la desnudez, la enfermedad y la prisión. Más aún, esta séxtuple precariedad puede multiplicarse, puesto que cada una de ellas tiene modalidades muy sutiles y, por eso mismo, mucho más destructivas. Tan sólo imaginemos que al hambre de alimentos se le añada el hambre de afecto, de ternura, de valoración, de verdad, etc.

Jesús nos presenta la “Compasión” como el criterio que decidirá la calidad y profundidad de nuestras vidas, y como la condición para nuestra identificación con Él. Jesús se presenta identificados con todos los pobres y desdichados del mundo

Este Evangelio no sólo se refiere al final de los tiempos, sino al aquí y ahora de nuestra existencia, que es donde se decide nuestro futuro último. Por ello invita a ser misericordiosos, a que convirtamos la misericordia en nuestra pauta de acción. En nuestra matriz de actuación, convirtiéndose en una auténtica regla para discernir nuestra capacidad de amar y servir.