Del diluvio universal al Concilio Vaticano II

viernes, 20 de mayo de 2022
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20/05/2022 – En el ciclo “De lo espiritual en el arte”, el consagrado eremita Santiago Chotsourián hizo un repaso musical del relato bíblico de la creación y del diluvio universal, para pasar luego a los primeros momentos después del Concilio Vaticano II y la realidad cultural con una explosión de expresiones de esperanza que hubo en esos años. “Hoy comenzamos con Biblia en mano y nos vamos en el libro de la creación. El primero que escuchamos es el francés Darius Milhaud, un compositor exquisito. También escuchamos la versión de la creación que compuso el austríaco Joseph Haydn, que se inspiró en el Génesis, los Salmos y “El paraíso perdido”, de John Milton. También escuchamos parte del musical “El diluvio que viene”, una comedia musical escrita en Italia en 1973. Esta obra surgió en años posteriores al Concilio Vaticano II yfue traducida a varios idiomas. Y de ese musical recuperamos el tema épico “Las hormigas mueven la montaña”, que es sinónimo de esfuerzo colectivo del que son capaces estos pequeños insectos. Y además recuperamos Jesucristo Superstar , una ópera rock con música de Andrew Lloyd Webber y letras de Tim Rice, que primero surgió como álbum conceptual en 1970 y un año después dio el salto a los escenarios de Broadway. Y finalmente escuchamos parte del trabajo “Libros Sapienciales” de Vox Dei, lanzado en 1971”.

En el inicio, Chotsourián se refirió a la muerte de Vangelis, el compositor griego cuyo emocionante tema musical electrónico para la película “Carrozas de fuego” fue una de las partituras más conocidas de los años 80. El martes, Vangelis falleció a los 79 años en su país.“Vangelis hizo un sinfonismo con la música electrónica, ese fue su mérito”, dijo Santiago. Nacido como Evangelos Odysseas Papathanassiou en 1943, el joven Vangelis desarrolló un temprano interés por la música y experimentó con sonidos producidos al golpear ollas y sartenes o fijar clavos, vasos y otros objetos a las cuerdas del piano de sus padres. Absorbió los tonos de las canciones populares griegas y de la música coral cristiana ortodoxa, pero no tuvo una formación musical formal, lo que, según dijo más tarde, contribuyó a salvar su sentido de la creatividad. Al encontrar su camino lejos de casa, en Francia se sintió atraído por el entonces nuevo campo de los sintetizadores electrónicos, que le permitieron crear los exuberantes colores melódicos que se convirtieron en su sonido característico.