Descubrir a Dios en el trabajo

miércoles, 24 de febrero de 2021
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24/02/2021 –  En el ciclo “Renacer a la esperanza”, el abogado y escritor Carlos Barrio nos ayudó a reflexionar sobre la oración en el ámbito del trabajo. “Rezar en el trabajo es muy importante. A veces pensamos que solo se reza un domingo o al final de la jornada, por la noche. Tenemos que santificar la vida diaria, por eso la importancia de orar en el ámbito laboral”, comenzó diciendo.  “El siervo de Dios Enrique Shaw, en el marco del centenario de su nacimiento, decía: “Estamos convidados a ser eternos con lo temporal, a santificarnos a través de la profesión”. Estamos invitados a descubrir a Dios en todo, también en las situaciones difíciles del trabajo. De eso se trata la santidad cotidiana, la santidad laical. Es la santidad diaria a través de nuestro trabajo, a través de nuestras actitudes con nuestra familia. Descubrimos a Dios en lo especial pero también en lo ordinario”, resumió.

“El padre José Kentenich afirmaba que las cosas creadas son para Dios. La naturaleza nos ayuda a acercarnos al Señor para que no tengamos un Dios lejano. Estamos llamados a sentir su presencia amorosa. Tenemos que encontrar distintos ritos que nos ayuden a vivir nuestra fe. El rito nos permite edificar la jornada y santificarla. Por eso qué bueno que podamos hacer un santuario en el trabajo, para comenzar a alabarlo en ese ámbito”, dijo Barrio. “Si estás buscando trabajo, mantené el ánimo y la esperanza puesta en Cristo. Y repensetate para generar algo nuevo porque la oración nos conecta con Dios y con nuestros hermanos”, añadió.

“Todos podemos redimensionar el trabajo a la luz de la fe. Confiando en la gracia que Dios seguramente ya tiene preparada. A veces lo que pasa es que no comprendemos a Dios, no vemos su paso, su presencia. Tenemos que frenar un poco en medio de toda la locura de nuestro mundo y hacer lugar a la oración. También es importante la Eucaristía y todo lo que esto significa. El envío misionero de cada misa en el final de la misma también conlleva esfuerzo”, afirmó el especialista. “La generación de riqueza es acumulación de trabajo. Por eso hay que valorar el trabajo. Producir riqueza es una bendición de Dios”, agregó y casi en el final dijo: “Hacer lo ordinario extraordinariamente bien sería la síntesis de esta reflexión”.

Por último, Barrio hizo esta oración de sanación y agradecimiento al Espíritu Santo por nuestro cuerpo:

Nos conectamos con nuestro interior

e invocamos al Espíritu Santo para que nos habite

en todo nuestro cuerpo y alma.

Le pedimos que habite en nuestro corazón

y lo llene con su fuego de amor,

lo que representamos con una luz roja.

Damos gracias por albergar en él nuestros afectos y sentimientos

y la función que cumple en nuestro cuerpo,

permitiéndonos que circule nuestra sangre,

dando vida a todos nuestros órganos …

Dejamos salir de él toda sobre excitación y apuro

para quedarnos con una alegría tranquila,

prudente, llena de paz y equilibrio.

Invocamos la presencia del Espíritu Santo

para que ahora habite y bendiga nuestros pulmones

y los llene con la pureza de una luz blanca.

Damos gracias por lo que ellos hacen en nuestro cuerpo,

permitiéndonos oxigenarnos y sentir el aire

y los vientos que habitan en la naturaleza.

Dejamos salir de ellos nuestra tristeza y depresión

para que surja la generosidad, la aceptación y la esperanza.

Le pedimos ahora al Espíritu Santo

que habite y bendiga nuestro hígado y vesícula biliar,

los llene con una luz verde,

propia de la savia que corre por los árboles y tallos de las plantas.

Le damos las gracias por todo lo que hacen en nuestro cuerpo,

filtrando la sangre y permitiéndonos eliminar las sustancias nocivas.

Dejamos salir las broncas, odios y enojos

que muchas veces se alojan en ellos

y nos separan de nuestros hermanos

para surja en nosotros la paz, la armonía y el amor fraterno.

Le pedimos que ahora habite y bendiga nuestro estómago y páncreas

y los llene con una luz amarilla, propia de la tierra que habitamos.

Le damos gracias por todo lo que estos órganos

hacen en nuestro cuerpo,

permitiéndonos transformar los alimentos que ingerimos.

Dejamos salir de ellos nuestras preocupaciones y pensamientos repetitivos

para quedarnos con una mente clara y asertiva.

Le pedimos al Espíritu Santo que habite y bendiga nuestros riñones y la vejiga

y los llene con una luz azul oscura, propia del agua, que todo lo limpia y purifica.

Le damos las gracias por lo que hacen en nuestro cuerpo,

permitiéndonos eliminar y limpiar nuestro cuerpo

de los líquidos que no necesitamos.

Dejamos salir de estos órganos nuestros miedos

para que surja la confianza y así descansar

en las manos providentes y amorosas de Dios.

Finalmente invocamos al Espíritu Santo

para que habite y bendiga todo nuestro cuerpo

llenándolo con la luz de su amor y sanación.

Lo recorremos paso a paso, tomando consciencia de alguna tensión

que podamos encontrar en alguna parte,

para sanarla con su invocación,

y agradeciendo todas las actividades que nos permite realizar.

Alabamos y bendecimos a Dios por habitar en nuestro cuerpo

y alegrarnos la vida con los dones recibidos.

Amén.