Día tres: La mirada del Señor

lunes, 14 de marzo de 2011
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Si, es verdad te mira

La consideración de la mirada del Señor es más que un “acto de presencia de Dios”: cuando estamos en un cuarto con una persona que no nos mira, aunque esté en silencio y no nos diga nada, su sola mirada nos puede decir más que muchas palabras.

En la oración puede convenir escoger una frase que más “interesantemente” (EE 2) sintamos y repetirla pausadamente, para “sentir y gustar” esa “mirada del Señor” sobre nosotros, cuando comenzamos a hacer oración.

Actitud ante la mirada

Pero San Ignacio no dice solamente que consideremos la mirada del Señor, sino que añade que hagamos “una reverencia o humillación” (EE 75).

Hagámoslo así al comienzo de nuestra oración, para afirmar más nuestra fe en su mirada. Bastaría un gesto muy simple, como arrodillarse o inclinarse profundamente. Hagamos la prueba y, si nos resulta beneficioso, no dejemos en delante de hacerlo.

Puede ayudarnos, para suscitar en nosotros esa actitud reverente, algún texto, como podría ser uno de los himnos cristológicos de San Pablo: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo” (Ef 1, 3 ss).

Momentos de la oración

1-Oración preparatoria (EE 46) me pone en el rumbo del Principio y Fundamento: que lo que yo vaya a hacer me ponga en el contexto de buscar y realizar, ya desde ahora, y por encima de todo, la voluntad de Dios.

2- "Traer la historia" (EE 102) Se trata de reconstruir la historia de lo que contemplo a partir de los datos. Ayudará leer detenidamente y varias veces el pasaje que quiero contemplar Salmo 139.

3-"la composición de lugar" (EE 103) tengo que componer la escena, re-crearla, reconstruirla desde los datos que la Escritura me ofrece.

4-Formular la petición (EE 104) La petición es la que enrumba la oración, la pone en búsqueda de algo, no la hace simple pasatiempo, sino persistente interés en alcanzar algo.

Vergüenza y confusión de sí mismo”

5-Reflectir para sacar algun provecho significa dejarme mirar por la escena, como ubicarme en ella: aquí me implico en ella como si presente me hallare. Es dejar que lo mirado me mire y me diga algo nuevo. Eso que se me dice son las mociones que se me dan.

6-Coloquio a partir de lo que he vivido en la contemplación, no me faltarán palabras para pedir, agradecer, alabar o simplemente disfrutar de lo que se me ha dado.

7-Exámen de la oración me pregunto cómo me fue, las preguntas no hay que hacérselas a la cabeza sino a las imágenes. Me puede parecer que yo selecciono las imágenes. Pero es Dios quien me lleva a detenerme en ésta o aquella del álbum. Y desde ahí puedo hacerme preguntas como éstas: ¿Cómo es esta imagen? ¿De qué está construida? ¿Qué hay y qué no hay en la imagen? ¿Qué es lo que la imaginación se resiste a construir? ¿Qué explica que Dios quiera que me detenga en esta imagen o en esta palabra y no en las otras? ¿Por qué yo u otra de las personas están presentes o ausentes en la imagen?… Hay que hacerle preguntas a la imagen, a la sensación o a la palabra que ha resonado más en mi oración… Por eso a un buen contemplador le bastarán pocas imágenes…Es importante saberse ubicar bien en la contemplación: dónde estoy en ella y qué se me dice a mí en particular. Tal vez difiere de lo que se les dijo a los personajes del Evangelio… Me quedará la labor de interpretar ese signo y a la luz de Dios no me costará hacerlo. Así terminaba Jesús las parábolas: “El que tenga oídos para oír, que oiga”…