Día veintiseis: La consumación de la elección

jueves, 14 de abril de 2011
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Según la tradición ignaciana, las diversas etapas de los Ejercicios tienen como finalidad la que expresa la siguiente fórmula: “Lo deformado, reformarlo (Primera semana); lo reformado, conformarlo (Segunda semana); lo conformado, confirmarlo (Tercera semana); lo confirmado, consumarlo (Cuarta semana)”.

“Lo confirmado (durante la Tercera semana), consumarlo” ¿De qué consumación se trata?

Nosotros diríamos que se trata de consumar –o sea, de perfeccionar- la elección con la experiencia de la alegría y gozo “de tanta gloria y gozo de Cristo nuestro Señor, resucitado y glorioso” (EE 221), a la vez que le damos gracias porque nos ha dado la gracia de conocer su voluntad divina “en la disposición de nuestra vida para la salud o santidad de nuestra ánima” (EE 1).

Porque es evidente que la participación en la gloria y gozo de Cristo nuestro Señor resucitado y glorioso es una anticipación, aquí en la tierra, del gozo y gloria de los que participaremos en el cielo, último término escatológico y, por lo tanto, consumación de toda elección o reforma de vida.

Momentos de la oración

1-Oración preparatoria (EE 46) me pone en el rumbo del Principio y Fundamento: que lo que yo vaya a hacer me ponga en el contexto de buscar y realizar, ya desde ahora, y por encima de todo, la voluntad de Dios.

2- "Traer la historia" (EE 102) Se trata de reconstruir la historia de lo que contemplo a partir de los datos. Ayudará leer detenidamente y varias veces el pasaje que quiero contemplar Salmo 107.

3-"la composición de lugar" (EE 103) tengo que componer la escena, re-crearla, reconstruirla desde los datos que la Escritura me ofrece.

4-Formular la petición (EE 104) La petición es la que enrumba la oración, la pone en búsqueda de algo, no la hace simple pasatiempo, sino persistente interés en alcanzar algo.

5-Reflectir para sacar algun provecho significa dejarme mirar por la escena, como ubicarme en ella: aquí me implico en ella como si presente me hallare. Es dejar que lo mirado me mire y me diga algo nuevo. Eso que se me dice son las mociones que se me dan.

6-Coloquio a partir de lo que he vivido en la contemplación, no me faltarán palabras para pedir, agradecer, alabar o simplemente disfrutar de lo que se me ha dado.

7-Exámen de la oración me pregunto cómo me fue, las preguntas no hay que hacérselas a la cabeza sino a las imágenes. Me puede parecer que yo selecciono las imágenes. Pero es Dios quien me lleva a detenerme en ésta o aquella del álbum. Y desde ahí puedo hacerme preguntas como éstas: ¿Cómo es esta imagen? ¿De qué está construida? ¿Qué hay y qué no hay en la imagen? ¿Qué es lo que la imaginación se resiste a construir? ¿Qué explica que Dios quiera que me detenga en esta imagen o en esta palabra y no en las otras? ¿Por qué yo u otra de las personas están presentes o ausentes en la imagen?… Hay que hacerle preguntas a la imagen, a la sensación o a la palabra que ha resonado más en mi oración… Por eso a un buen contemplador le bastarán pocas imágenes…Es importante saberse ubicar bien en la contemplación: dónde estoy en ella y qué se me dice a mí en particular. Tal vez difiere de lo que se les dijo a los personajes del Evangelio… Me quedará la labor de interpretar ese signo y a la luz de Dios no me costará hacerlo. Así terminaba Jesús las parábolas: “El que tenga oídos para oír, que oiga”…