Domingo, día del Señor y del amor

viernes, 17 de julio de 2015
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17/07/2015 – Jesús atravesaba unos sembrados y era un día sábado. Como sus discípulos sintieron hambre, comenzaron a arrancar y a comer las espigas. Al ver esto, los fariseos le dijeron: “Mira que tus discípulos hacen lo que no está permitido en sábado”.

Pero él les respondió: “¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre,cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la ofrenda, que no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes? ¿Y no han leído también en la Ley, que los sacerdotes, en el Templo, violan el descanso del sábado, sin incurrir en falta?

Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo. Si hubieran comprendido lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios, no condenarían a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es dueño del sábado”.

Mt 12,1-8

¡Bienvenidos a la #Catequesis! Junto al P. Daniel Cavallo reflexionamos en torno al domingo. ¿Cómo vivís vos el domingo?

Posted by Radio María Argentina on Viernes, 17 de julio de 2015

El texto de hoy nos da pie para reflexionar sobre nuestros domingos, día dedicado al Señor. Es el día del Señor en el que somos invitados a alabarlo y amarlo con todo el corazón.

Jesús al ser cuestionado dirá “prefiero la misericordia al sacrificio” en una mirada superadora. La misericordia sale de un corazón que ama y eso es lo que quiere el Señor, no el cumplimiento calculador que ahoga, sino el amor que libera. Los fariseos hoy se agarran de la letra para provocar y refutar al Maestro. Jesús comienza respondiendo desde la ley para terminar en el corazón.

Hay una realidad que se presenta, el hijo del hombre es Señor del sábado. Para los fariseos como para nosotros, es una fuerte llamada a la fe. A veces queremos ser “más papistas que el papa” cuando muchas veces nos aferramos a una exigencia y nos hacemos radicales ene l cumplimiento olvidándonos de otra realidad que es mucho más grande que la ley: la misericordia de Dios. La misericordia nos permite elegir desde el amor aquello que nos plenifica y nos hace crecer. Jesús quiere el corazón, la capacidad de amar que puede dar gran sentido a los gestos sencillos. Jesús lo adelanta “yo vine a dar cumplimiento a la ley”, pero se vive en plenitud cuando ponemos mucho amor en lo que hacemos, sino es mero cumplimiento de un súbdito a un jefe, pero donde el corazón no está involucrado.

El domingo es un día para amar mucho y en medio de muchas propuestas tenemos que estar atentos a que no se nos escape. Lo hacemos desde el amor que da sentido a todo lo que hacemos y vivimos. A veces somos estrictos cumplidores de una norma pero nos ha faltado el amor que da sentido.

Este texto del evangelio nos presenta la posibilidad de encontrar con el corazón del mensaje evangélico para vivir con fidelidad. Ante un acto frio que puede ser un sacrificio que hago pero sólo porque me lo dijeron, es preferible la misericordia porque me permite experimentar que lo que sale del corazón debe salir con verdadero amor, entrega y con una actitud que dignifica la obra que estoy haciendo.

La Eucaristía es el lugar privilegiado del encuentro del discípulo con Jesucristo. Con este Sacramento, Jesús nos atrae hacia sí y nos hace entrar en su dinamismo hacia Dios y hacia el prójimo.

Hay un estrecho vínculo entre las tres dimensiones de la vocación cristiana: creer, celebrar y vivir el misterio de Jesucristo, de tal modo que la existencia cristiana adquiera verdaderamente una forma eucarística. En cada Eucaristía, los cristianos celebran y asumen el misterio pascual, participando en él. Por tanto, los fieles deben vivir su fe en la centralidad del misterio pascual de Cristo a través de la Eucaristía, de modo que toda su vida sea cada vez más vida eucarística. La Eucaristía, fuente inagotable de la vocación cristiana es, al mismo tiempo, fuente inextinguible del impulso misionero. Allí, el Espíritu Santo fortalece la identidad del discípulo y despierta en él la decidida voluntad de anunciar con audacia a los demás lo que ha escuchado y vivido.

252. Se entiende, así, la gran importancia del precepto dominical, del “vivir según el domingo”, como una necesidad interior del creyente, de la familia cristiana, de la comunidad parroquial. Sin una participación activa en la celebración eucarística dominical y en las fiestas de precepto, no habrá un discípulo misionero maduro. Cada gran reforma en la Iglesia está vinculada al redescubrimiento de la fe en la Eucaristía 144. Es importante, por esto, promover la “pastoral del domingo” y darle “prioridad en los programas pastorales”145, para un nuevo impulso en la evangelización del pueblo de Dios en el Continente latinoamericano.

253. A las miles de comunidades con sus millones de miembros que no tienen la oportunidad de participar de la Eucaristía dominical, queremos decirles, con profundo afecto pastoral, que también ellas pueden y deben vivir “según el domingo”. Ellas pueden alimentar su ya admirable espíritu misionero participando de la “celebración dominical de la Palabra”, que hace presente el Misterio Pascual en el amor que congrega (cf. 1 Jn 3, 14), en la Palabra acogida (cf. Jn 5, 24-25) y en la oración comunitaria (cf. Mt 18, 20). Sin duda, los fieles deben anhelar la participación plena en la Eucaristía dominical, por lo cual también los alentamos a orar por las vocaciones sacerdotales.

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