El camino de la Fe

miércoles, 20 de febrero de 2019
image_pdfimage_print

20/02/19.- Las similitudes que presentan la curación del sordo y del ciego en el Evangelio de Marcos nos ponen de cara a la intención por parte del evangelista que tiene que ver por ese carácter de ceguera y sordera propio de los que caminamos intentando encontrarnos con el Señor. En los casos de las dos curaciones no se habla de la fe de los enfermos, un dato muy interesante éste, sino de quienes lo acercan al enfermo para ser curado. En ambos casos le ruegan a Jesús que los toque. Es en el contacto con Jesús donde viene la sanidad. El les impone las manos.

Para alcanzar una fe madura hay un camino y hay etapas donde ir transitando ese camino. Una primera etapa sería: caer en la cuenta de la presencia de Dios vivo, en los signos de los tiempos que debemos aprender a leerlos en camino de discernimiento. Es como el primer encuentro con el Dios encarnado. Dios no es un extraño, camina junto a nosotros y al mismo tiempo actúa trascendiendo los hechos metiéndose en ellos mismos.

Cuando llegaron a Betsaida, le trajeron a un ciego y le rogaban que lo tocara.  Él tomó al ciego de la mano y lo condujo a las afueras del pueblo. Después de ponerle saliva en los ojos e imponerle las manos, Jesús le preguntó: “¿Ves algo?”.  El ciego, que comenzaba a ver, le respondió: “Veo hombres, como si fueran árboles que caminan”.  Jesús le puso nuevamente las manos sobre los ojos, y el hombre recuperó la vista. Así quedó curado y veía todo con claridad.  Jesús lo mandó a su casa, diciéndole: “Ni siquiera entres en el pueblo”

Marcos 8, 22 – 26