El discernimiento bioético ante nuevas formas de maternidad y paternidad

jueves, 26 de septiembre de 2019
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26/09/2019 – Nada debería ya sorprendernos en cuanto a lo que el hombre es capaz de hacer con su vida y con la vida de los demás. Esto se da en todos los ámbitos, y tanto para el bien como para el mal, aunque muchas veces -lamentablemente- parece que es más noticia lo malo que lo bueno.

Estamos en una época de grandes cambios culturales, una época en la que muchos entramos y vivimos con una mirada atravesada profundamente por la antropología cristiana que hasta hace unas décadas evidenciaba en la cultura -y con claridad- lo que era bueno y lo que era malo para el hombre, para la familia, para una comunidad política. Y aunque había contradicciones, los cristianos nos sentíamos relativamente cómodos en esa cultura.

Todo eso quedó atrás. En una sociedad líquida, con relaciones y vínculos líquidos, como los ha descripto Bauman, la antropología cristiana y la ética y la bioética que derivan de ella, se enfrentan a desafíos para los cuales a veces no estamos preparados.

Hay una y mil explicaciones de este proceso que nosotros tenemos que discernir desde la fe, atentos a la voluntad de Dios que nos sigue acompañando en la historia.

La persona, sus relaciones y la familia han sido y están metidos en estos desafíos. Uno, en particular, se ha presentado de manera novedosa en los medios de comunicación en las últimas semanas, con el nombre o el apelativo de nuevas formas de copartenidad, en las que dos personas que pueden no tener vínculos de amor, acuerdan traer a un hijo al mundo o adoptarlo, y ser sus padres o sus madres, sin que eso implique la creación de un ámbito familiar o de convivencia ni relación de los progenitores. Algo así como el divorcio de antemano, o un acuerdo de paternidad como fruto de un divorcio, no de una unión.

¿Cómo asomarse a estos fenómenos? ¿Qué implican para las personas, tanto para los adultos como para los niños? ¿Qué debería decir la ley?

En Radio María Argentina le trasladamos algunas de estas preguntas a Monseñor Alberto Bochatey, Obispo Auxiliar de La Plata, miembro de la Pontificia Academia para la Vida y especialista en bioética quien sostuvo: “Estos temas antropológicos están en la base de cualquier relación que tenga que ver con la vida. Ahora se hacen contratos para tener hijos, antes se hacían actos de amor para tener hijos. Antropológicamente hay un gran cambio y, de alguna manera u otra los chicos van a pagar las consecuencias de esto”.

Al ser consultado por lo que hay detrás de estas practicas, Monseñor Bochatey respondió que, por detrás está “este cambio de época en el que estamos viviendo en donde el individualismo, el relativismo y el subjetivismo hacen de “Rey””

Por su parte, la doctora Paola Delbosco, Doctora en Filosofía, dijo a Radio María Argentina: “En esta nueva forma de paternidad hay un valor que sería el valor de la maternidad y de paternidad, parecería ser rescatados , lo cual no es poca cosa. Parecería que es bueno tener un hijo, ese sería uno de los valores que se destaca. Otro de los valores es que, esta metodología de concebir a la antigua y no por la donación de gametos, le ofrece al niño tener la certeza de su origen”.

No obstante, Delbosco colocó en el otro platillo de la balanza una interrogante que fue “¿que les impide formar una familia? Porque hay unos elementos importantísimo en todo eso: hay un varón y una mujer, el deseo de ser padres, lo cual es buenísimo pero, del otro lado estaría el valor de la libertad entendido como autonomía, se trata d un varón y de una mujer que quieren seguir siendo autónomos. Eso sería una sobre valoración de la libertad humana como una libertad de no vincularse que es un poco el mal de nuestra época”.