El encuentro, el diálogo y la oración son las claves para superar los conflictos comunitarios

miércoles, 20 de febrero de 2019
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20/02/2019 – La hermana María de la Paz Carbonari comenzó a realizar un resumen del libro de los Hechos de los Apóstoles, haciendo hincapié en los distintos ministerios que aparecen en el texto y también en cómo estas comunidades superaban los conflictos que se les presentaban. En relación a los ministerios, Carbonari destacó cinco modos diferentes: “En primer lugar están los ministerios comunitarios. El llamado ´Ministerio de los Doce` es fundamental porque funda, cimenta y coordina a las demás comunidades. Es fuente de otros servicios. Son 12, como un nuevo Israel. El 12 era una organización de servicio: cada tribu estaba un mes lunar al servicio general del Pueblo. Los 12 Apóstoles, escogidos por el Señor, fueron llamados para dar testimonio de la pascua de Cristo, porque conocieron a Jesús desde que comenzó su misión, desde su bautismo hasta su Resurrección, y pueden ser testigos fieles de lo que han visto y oído”

Luego subrayó que “también están los ministerios proféticos. La Iglesia se cimienta sobre los apóstoles y los profetas y es Cristo la piedra angular. Y Lucas nos presenta a Jesús como un profeta poderoso y en obras y palabras. El profeta es un hombre, puente entre Dios y el Pueblo. Es un porta-voz que habla anunciando y denunciando en el Nombre de Dios. El profeta conoce y vive su realidad; encara y asume las crisis del Pueblo; también conoce a su Dios: propone y promueve su proyecto”.

La religiosa también destacó que “los ministerios pastorales son importantes. El buen pastor vigila y cuida a sus ovejas y hasta da la vida por ellas. De la palabra vigía` viene el nombre de obispo. Hay que considerar que en tiempos de la primitiva Iglesia el obispo no desempeñaba la misma función que ahora. El buen pastor, el obispo, debe vigilar por el pueblo. Debe cuidar y defender no solo la doctrina ortodoxa, sino también vigilar para que tantos lobos crueles no entren, no roben, no maltraten ni maten al rebaño encomendado: hombres y mujeres, la comunidad, la iglesia. El ministerio pastoral es un servicio de reconciliación, de unión, de organización de la gente para que no sea un montón de borregos, sino un pueblo unido, donde todos participan en las decisiones, en las responsabilidades y en las acciones y donde se viven una comunión a diferentes niveles: desde la familia, la comunidad, la Iglesia, el pueblo. Se busca solucionar y superar las dificultades y conflictos. Esto se hace por amor y por eso es comunidad de amor. Y se realiza especialmente por las obras para atender las necesidades de todos”.

En relación al ministerio sacerdotal, indicó que “debe celebrar la culminación de la vida de fe y de amor que la comunidad ha expresado por medio de los ministerios proféticos y pastoral. Aquí la comunidad de esperanza celebra la vida que Dios le ha dado y espera el cabal cumplimiento de lo prometido. El ministerio sacerdotal celebra un culto, una liturgia o alabanza del pueblo. Celebra los hechos pasados como memorial, que reaviva la memoria del pueblo y vivifica los acontecimientos presentes proyectándolos en la esperanza hacia el futuro. Por tanto, el servicio sacerdotal no debe ser un ritualismo vacío, un sacramentalismo pasivo ni menos una compra – venta de servicios y bienes sagrados”.

Asimismo, la hermana Carbonari se refirió al ministerio del sufrimiento: “La teología tradicional del Antiguo Testamento interpretó y juzgó el sufrimiento como castigo de Dios por el pecado. Por eso a Job, sus amigos lo juzgan como pecador, culpable y digno de castigo. Por otra parte hay una corriente de sabiduría que busca comprender mejor a Dios y el misterio del sufrimiento y por fin reconocen inocente a Job. En el libro de los Hechos hemos visto y seguido el caminar de la Iglesia siguiendo el Camino de Jesús. Es la Iglesia perseguida y mártir. En las Cartas y en el Apocalipsis encontramos textos que arrojan luz sobre este misterio de dolor. Por eso debemos considerar que en nuestra vida el sufrimiento y el dolor no son inútiles, sino que son parte del misterio de la vida, y un verdadero ministerio, un valor, un servicio a la vida”.

Por otra parte, la religiosa paulina sostuvo que “en toda comunidad cristiana surgen conflictos, y que lo mejor sería resolverlos, como hicieron los primeros cristianos en la Asamblea de Jerusalén, a partir de tres actitudes claves: encuentro, diálogo, oración. Los primeros creyentes en Jesucristo descubrieron que, con encuentro, diálogo y oración, se pueden solucionar muchos conflictos. Sin embargo, hubo detalles que se les escaparon, como nos ocurre también a nosotros, porque no podemos controlarlo todo y el conflicto terminó en ruptura. Con todo, siguen siendo válidas sus claves, para que, entre nosotros, que también caminamos entre conflictos, acuerdos y rupturas, vaya surgiendo el ideal de toda comunidad cristiana”.