“El fervor da vida a lo que está muerto”, dijo el biblista

miércoles, 21 de julio de 2021
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21/07/2021 – En el ciclo “La devoción al Sagrado Corazón en la Biblia”, Gerardo García Helder, director del Departamento de Pastoral Bíblica de la Conferencia Episcopal Argentina, hizo alusión a la séptima promesa del Sagrado Corazón: “Seré el fervor en tu tibieza”. Comenzó diciendo García Helder que “el texto de la Biblia crece con quien lo lee, eso decía san Gregorio Magno. Es bueno escuchar distintas voces, compartir la Palabra de Dios. Lo importante no es enseñar sino aprender de los demás”.

“La palabra fervor viene del latín y significa en primer lugar “hervir”, con algo que ebulle. Su significado es ser una devoción, ser intensidad en el sentimiento religioso. El fervor da vida a lo que está muerto y da calor a lo que está frío. Esto aparece en los evangelios cuando Jesús echa a los mercaderes del templo de Jerusalén.  Aquí el celo y el fervor inundan al Señor. San Juan de Ávila cuenta que un sacerdote levantaba bien alto la hostia en la misa pero después, cuando la bajaba, la hacía muy  rápido. Y al ver esto, san Juan le gritó por esto: “Trátalo mejor que buena madre lo ha parido”. Lo hacía porque le molestaba esta actitud”,  dijo el especialista.

“Tenemos que tener mucho cuidado en nuestros templos al preparar las cosas para cada liturgia. Que importante que el sacerdote o los catequistas sean fervorosos en su servicio. Esta promesa tiene que ver con ese sano celo que debemos tener para dedicar tiempo a la oración, a la lectura de la Palabra de Dios o a acompañar al hambriento, el preso o al necesitado. Jesús promete ser el calor que nos devuelva a la vida. La rutina es parte de la tibieza que vivimos. La liturgia está llena de fiestas y de signos que nos ayudan a no caer en esa tibieza, a no ser rutinarios. Hay antiguas obras de misericordia que en la actualidad pierden vigencia, por eso tenemos que actualizarlas, darles nuevas formas. Por ejemplo, ayudar a los migrantes, estar cerca de ellos. Esto es hoy dar posada al peregrino”, aseveró Gerardo.

Finalmente, García Helder compartió esta oración:

Enciéndeme en tu fuego,

Señor del Corazón en llamas.

Abrásame en tu fuego,

Señor del Corazón herido.

Quémame en tu fuego,

Señor del Corazón manso y humilde.

Caliéntame en tu fuego,

Señor del Corazón ardiente de caridad.

Inflámame en tu fuego,

Señor del Corazón que tanto amó a los suyos

que los amó hasta el extremo.

Dame, dulce Corazón de Jesús,

lo que me pides y

pídeme lo que quieras.

Jesús dijo: «Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho;

y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más.

Tú has dicho: “Yo he venido a traer fuego sobre la tierra,

¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!”.

Amén.