El perdón nos da vida nueva

jueves, 20 de septiembre de 2018
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20/09/18 – En el Evangelio de hoy vemos a una mujer ungiendo los pies de Jesús con perfume; a su vez Jesús la unge a ella en el amor. Con este gesto, el Señor nos invita a hacer un recorrido interior del perdón. Que el amor misericordioso que Dios te regala, te permita lavar tu interioridad de tus pecados y te habilite para caminar hacia adelante, hacia donde Él quiere conducirte.

 

Catequesis en un minuto

Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa.

Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume.

Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: “Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!”.

Pero Jesús le dijo: “Simón, tengo algo que decirte”. “Di, Maestro!”, respondió él.

“Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta.

Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?”.

Simón contestó: “Pienso que aquel a quien perdonó más”. Jesús le dijo: “Has juzgado bien”.

Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: “¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos.

Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies.

Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies.

Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor”.

Después dijo a la mujer: “Tus pecados te son perdonados”.

Los invitados pensaron: “¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?”.

Pero Jesús dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado, vete en paz”.

Lc 7,36-50

 

La mirada de Jesús, llena de ternura, rescata la vida perdida. La mirada de perdón de Jesús devuelve vida y sobre todo la dignidad personal. Perdonarse a uno mismo es un nacimiento, un gozo que surge en los momentos en que tenemos la experiencia directa de la compasión, el amor. Jesús pronuncia las palabras que pueden cambiar para siempre una vida: “Hijo, tus pecados quedan perdonados”. Dios te comprende, te quiere y te perdona.

 

Catequesis completa