El perdón y la reconciliación con todas las criaturas

viernes, 4 de febrero de 2022
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04/02/2022 – Esta semana, en el espacio “De la paz interior a la paz con la Creación”, María Cecilia Jaurrieta abordó el tema del perdón y nos invitó a hacer extensiva esa reconciliación hacia todas las criaturas.

Cuando hablamos del perdón tenemos que considerar su doble dimensión: el pedir perdón y el perdonar. Toda la tradición judeo cristiana relaciona la participación en el culto  siempre que se cumplan con los deberes hacia el projimo.  Y en este sentido, María Cecilia partió con su reflexión desde el Salmo 15:

“Señor, ¿quién podrá habitar en tu Tienda?,
¿quién podrá morar en tu monte santo?
 El que camina con rectitud,
practica la justicia
y es sincero en su interior;
el que no calumnia con su lengua,
ni hace mal a su prójimo,
ni humilla al que tiene cerca;
aquel que desprecia al perverso
y respeta al que es fiel al Señor;
aquel que, jurando en su perjuicio, no se retracta;
el que no presta su dinero a usura,
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así se comporta, jamás sucumbirá”.

“Este salmo está comentado por San Juan Pablo II- señaló María Cecilia- que hace una reflexión muy profunda, vinculando lo que es la conducta social con el entrar al Templo santo. Porque los israelitas, y nosotros como continuadores de una fe, vinculamos a través de la prédica profética y sobre todo la de Jesús, la conducta con el merecer estar en un lugar sagrado. Porque como lo recuerda Juan: Cómo se puede decir que se ama a Dios, a quien no se ve mientras no se ama al hermano a quien vemos (1 Juan 4:20)  y entonces lo califica de mentiroso, en el sentido que tiene una conducta que no es íntegra”.

“Este salmo se cree que el pueblo tenía que recitarlo cuando entraba al Templo. El levita pedía recitar este Salmo para recordar sus obligaciones sociales. O sea, todo estaba vinculado. La sacralidad con la vida cotidiana eran una sola cosa. Y Juan Pablo II habla de los pedidos que se exigen. Por ejemplo, a mí me gusta destacar que hay tres que tienen que ver con la palabra: no difamar, no agraviar y decir la verdad”.

María Cecilia nos compartió unas hermosas letanías, de su propia autoría, como una forma de expresar nuestra voluntad de conversión :

Letanías de arrepentimiento por nuestro descuido de la Casa Común

Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros
Cristo óyenos, Cristo óyenos
Cristo escúchanos, Cristo escúchanos
Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros
Dios Hijo Redentor del mundo,
Dios Espíritu Santo,
Santísima Trinidad, que eres un solo Dios

Padre, porque olvidamos que tu nombre es Misericordia, porque olvidamos que eres ternura, compañía, cercanía y compasión. Perdónanos Señor
Padre, porque hemos hecho del poder y del tener ídolos que nos alejan de Vos, Señor que sos el único Dios Vivo y verdadero. Perdónanos Señor
Padre, porque no te reconocemos como al autor de la Vida. Perdónanos Señor
Padre, porque no te reconocemos como el Sumo Bien, dador de todos los bienes. Perdónanos Señor
Padre, porque no somos capaces de contemplar la belleza que has derrochado en todas tus criaturas. Perdónanos Señor
Padre, porque no te alabamos en todas tus criaturas. Perdónanos Señor
Padre, porque hemos utilizado mal el poder que nos diste de dominar la tierra. Perdónanos Señor
Padre, porque no somos capaces de descubrir la misteriosa fraternidad que reina en el Universo. Perdónanos Señor
Padre, porque no hemos sabido cuidar del agua, el aire y la tierra. Perdónanos Señor
Padre, porque hemos contaminado todo sin pensar en las consecuencias . Perdónanos Señor
Padre, porque no nos ayudamos como hermanos en el cuidado de la Casa Común. Perdónanos Señor
Padre, porque no utilizamos la inteligencia que nos diste para prever el daño que nuestras acciones provocan. Perdónanos Señor
Padre, porque nos dejamos vencer por el desaliento y el desanimo. Perdónanos Señor
Padre, porque nos hemos dejado vencer por la pereza, la indiferencia y la cobardía. Perdónanos Señor
Padre, porque creemos que no necesitamos conversión. Perdónanos Señor

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.

Oremos: Oh Padre, mira la fragilidad de nuestra condición humana herida por el pecado. Que tu Santo Espíritu de Amor nos recuerde siempre que por Jesús, con Jesús y en Jesús podemos hacer nuevas todas las cosas. Que aprendamos a vivir en la pobreza, signo de fe y confianza en Tu Divina Providencia. Te lo pedimos por María, Madre de la Vida y Reina de la Creación. Amén

María Cecilia Jaurrieta es miembro de la Orden Franciscana Seglar

La corrección fraterna

Otro de los temas abordados en el espacio fue el de la corrección fraterna. María Cecilia nos trajo un caso concreto que sucedió en un grupo fraterno y donde aprendimos cómo la corrección tiene que ser hecha desde el corazón del hermano que se duele del pecado del otro y que, a su vez, ha sido también perdonado por el Padre.

“Debe buscarse la oportunidad, hacer ver al otro cual sería el camino correcto y, sobre todo, respetar el camino propuesto por Jesús en Mateo 18: Primero a solas, luego con otro y después con la comunidad”, señaló Cecilia a la vez que recordó palabras de Juan XXIII quien hizo suya la máxima de San Bernardo: ‘Observa todo, deja pasar mucho, corrige poco”.

Finalmente,María Cecilia nos habló de la familia del Beato Fray Mamerto Esquiú, más precisamente de sus padres que fueron  terciarios franciscanos. Su mamá profesó en 1820 y su papá en 1841.

Esa espiritualidad de familia-iglesia doméstica es relatada por el mismo Esquiú en una carta consignada en el libro del Padre Jorge Martinez y donde el Beato describe la santidad de sus padres y del hogar.

Podés escuchar el programa completo en el audio que acompaña esta nota