“El pueblo riojano llamó mártir y testigo desde un primer momento a Enrique Angelelli”, afirmó el padre Pablo Pastrone

miércoles, 10 de abril de 2019
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10/04/2019 – El padre Pablo Pastrone,párroco en Nuestra Señora de los Milagros de Villa Elisa en el Arzobispado de La Plata, y también el autor del libro “Los Mártires de La Rioja. Esperanza para la Argentina contemporánea” de editorial San Pablo, hizo un análisis de la recepción que tuvo en el pueblo riojano la noticia de la muerte de monseñor Enrique Angelelli a fines de la década del 70 y comienzos de los 80. “Este aporte intenta lograr una mirada sincrónica del martirio de monseñor Angelelli. La trama humana en su conjunto se desarrolla entre tristezas y alegrías y, también, lógicamente, la historia de la Iglesia posee los mismos condimentos. Pero, la clave está en la luz con la cual miramos estos acontecimientos que, en este caso, no sólo será científica o meramente sociológica sino, fundamentalmente, teológica. Así, al recoger los testimonios del pueblo de Dios, presenté un hecho histórico reflejado a través del prisma de la fe”, indicó el sacerdote platense.

El padre Pastrone también destacó que “Angelelli, cuando se estaba formando en el Seminario diocesano de Córdoba, tuvo la oportunidad por su capacidad pastoral de terminar de estudiar en Roma. Y allí pudo percibir el espíritu de renovación que se iba viviendo en la Iglesia y que desembocaría en el Concilio Vaticano II. Luego, siendo obispo auxiliar de Córdoba, fue padre conciliar y pudo participar de tres sesiones del Concilio, donde realizó 19 intervenciones relevantes para la posteridad”. También dijo que “la desaparición física de Angelelli, ocurrida el 4 de agosto de 1976, desató una gran polémica tanto en el seno de la Iglesia como en la sociedad misma. Su martirio se produjo a los pocos días de los de los sacerdotes Carlos Murias y Gabriel Longueville y del laico Wenceslao Pedernera. Surgieron luego, las distintas versiones del hecho, arguyendo el atentado o el simple accidente. Su opción preferencial por los pobres era vista, por el contexto político del momento, como la alarma de un marxismo solapado. Muchos de aquellos que lo recordaban lo hacían desde una dialéctica ideológica. Las oposiciones provocaron consecuentemente una desfiguración del caso, y de la misma persona del obispo de La Rioja. De todos modos, su muerte ha sido vivida por la mayoría, como un asesinato”.

También indicó que “la recepción es una realidad que rige todos los ámbitos de la vida humana y eclesial. En el campo de la teología, los peritos hablan, por ejemplo, de la recepción del dogma. En un sentido análogo, mi investigación habló de la recepción diocesana de la muerte de monseñor Angelelli en La Rioja. A nivel de la justicia civil, las primeras investigaciones fueron archivadas por el Juez Vigo a pocos días del hecho. La causa fue reabierta en 1983, a la que el juez Aldo Fermín Morales le dio la carátula de Homicidio. Luego se corta con la famosa ´ley de obediencia debida y punto final` y se reanuda en el año 2011 hasta la sentencia definitiva el 4 de julio de 2014. Hay que decir que, a nivel eclesial, existen dos investigaciones concienzudas y trabajosas, además de la Causa Sanctorum por cierto, me refiero a la de monseñor Witte y la de monseñor Carmelo Giaquinta que aportaron mucho, más allá de sus resultados. Carmelo, mi tío, trabajó de sol a sol, con profunda fe, este tema tan doloroso”.

“Lo cierto es que el pueblo de Dios riojano, desde el comienzo, lo vivió y lo sintió como un martirio. Monseñor Cándido Rubiolo, por ejemplo, en un testimonio de primera mano, describió que el pueblo riojano reaccionó ante la muerte de Angelelli con un estado de oración permanente, como en un retiro espiritual. Las voces que he recopilado en mi investigación arrojan expresiones tales como mártir, asesinado, mártir cotidiano, testigo. Todos estos datos, aún las voces en contra, deben ser interpretados a la luz de lo profético. Descubrir cuál es el ´sesus fidei`, el sentido común de la fe del pueblo, a la luz de una Teología de los Signos de los Tiempos, como dijera el célebre teólogo dominico Marie Dominique Chenu”, expresó el padre Pastrone.